Vladimir Putin. (Foto: Bloomberg).
Vladimir Putin. (Foto: Bloomberg).

Una rueda de prensa de un presidente para hacer balance del año es un acto serio en cualquier parte del mundo, pero cuando es el que repasa el ejercicio ante más de 1,700 periodistas, hay que estar preparado para un espectáculo del que son coprotagonistas los medios de comunicación.

Ya de por sí, el hecho de que estén acreditados a la rueda de prensa anual de Putin casi dos millares de periodistas sorprende cuando se tiene en cuenta que una cumbre internacional como un Consejo Europeo importante o un G20 atrae a un número similar de profesionales o incluso menos con veinte veces más de líderes.

En Rusia, sin embargo, la figura de Putin por sí sola basta para llenar una enorme sala del World Trade Center con periodistas internacionales, nacionales y regionales. Hasta una gaceta estudiantil ha venido a ver a Putin. Y un medio llamado "El Ministerio de las ideas".

Entre 1,702 periodistas acreditados hay que hacerse notar para que el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, o el propio Putin señale con su dedo a tu medio de comunicación y te permita preguntar al jefe del Kremlin.

La sala donde Putin se sienta en una mesa larga y se expone durante horas a las preguntas de los periodistas, se inundada de carteles en todo tipo de formato y colores, la mayoría sostenidos entre las manos alzadas o pegados a paloselfis o maderos.

Algún que otro traje regional y banderitas rusas se vieron entre los periodistas rusos y la marea de carteles, que subían cada vez que Putin terminaba una respuesta para llamar su atención. La sala se llenaba de gritos para pedir la palabra.

Muchos carteles simplemente recogían el logotipo del medio de comunicación, normalmente de cadenas y periódicos internacionales, como ABC News, CBS News o Euronews, pero otros muchos contenían un mensaje más político o incluso directamente peticiones al presidente ruso.

"Necesitamos que reaccione a 1’000,000 firmas contra la reforma de las pensiones", se lee en una de las pancartas, en referencia a la polémica reforma que anunció Putin en pleno Mundial de fútbol y que elevó la edad de jubilación para las mujeres en cinco años, hasta los 60, y la de los hombres también, hasta los 65 años.

En otra se lee "¿Compatriotas, cómo recibir el pasaporte ruso?", y en una tercera una mujer de Sochi invitaba a Putin a que "sea huésped en su casa".

Uno de los carteles pedía la liberación del jefe del portal de la agencia estatal rusa RIA Nóvosti en Ucrania, Kiril Vishinski, preso en el vecino país: "Es hora de ir a Kiev a por él", añadía.

Durante casi cuatro horas, Putin se expuso a 68 preguntas de 53 periodistas, preguntas de todo tipo, desde la anexión de Crimea en el 2014, la tensa relación con Ucrania, el caso Skripal o la presunta espía rusa en Estados Unidos María Bútina.

También fue preguntado por su relación con la primera ministra británica, Theresa May, la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses, la situación económica del país, la retirada de las tropas estadounidenses de Siria o las sanciones de Occidente a Rusia.

Algunos de los asistentes a la rueda de prensa aplaudieron con ahínco a su presidente, que se permitió de vez en cuando una broma, al igual que algunos periodistas.

Hasta le preguntaron a Putin, muy receloso de su vida privada y divorciado, si se iba a volver a casar y cuándo.

"Como persona decente, algún día tendré que casarme", fue la respuesta del presidente, que se divorció en el 2013 de Liudmila Pútina tras 30 años de matrimonio. Su respuesta fue recibida con risas.

Pero también hubo momentos menos divertidos para Putin, que se mostró en todo momento relajado y cómodo en la rueda de prensa, en la que no hubo demasiadas preguntas críticas.

Un periodista ucraniano, que pregunta todos los años y es ya un clásico de esta cita anual con Putin, inquirió acerca de si el presidente de Rusia iba a intervenir en el proceso electoral de Ucrania -el país celebra comicios en marzo próximo- "como lo ha hecho en Estados Unidos".

También le preguntó si las relaciones con el país vecino solo podrán mejorar una vez el mandatario ruso haya dejado el Kremlin. No todos los que se encontraban en la sala pudieron evitar expresiones sonoras de reprobación.

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