Estudiantes franceses asisten a una manifestación contra el aumento de las tarifas para estudiantes extranjeros en París el pasado 6 de diciembre del 2018. (Foto: EFE)
Estudiantes franceses asisten a una manifestación contra el aumento de las tarifas para estudiantes extranjeros en París el pasado 6 de diciembre del 2018. (Foto: EFE)

Jennifer Rojas se quedó de piedra cuando escuchó hablar de la exorbitante alza de las matrículas en las universidades francesas para los extranjeros. "No lo podía creer", cuenta esta colombiana que trabaja desde hace un año para poder pagarse una maestría en .

"Con lo que tenía ahorrado tenía suficiente para hacer todo el papeleo, comprar los pasajes, pagar la maestría y sobrevivir durante dos años... ahora no me alcanza", explica preocupada esta joven de 25 años. "Me tocará buscar una beca o pedir un préstamo", suspira.

El aumento de las matrículas para los estudiantes extranjeros extra-comunitarios (fuera de la Unión Europea) anunciado a mediados de noviembre por el gobierno francés cayó como un balde de agua fría entre los latinoamericanos que planeaban ir a estudiar a Francia.

Para ellos, la matrícula en licenciatura pasará desde septiembre de este año a 2,770 euros (US$ 3,153) y en maestría o doctorado a 3,770 euros (US$ 4,291). Es decir 16 veces más de lo que costaba hasta ahora.

"Es un golpe muy duro, muchas familias no podrán pagarlo", afirma María Quintero, madre de Daniel Ángulo, estudiante de la Alianza Francesa en Caracas que fue aceptado para estudiar Ciencias Políticas en Grenoble, en el este de Francia.

Pese al inesperado anuncio, esta madre de familia está decidida a mandar a su hijo a Europa "con un poco de sacrificio". "Las opciones para estudiar en Venezuela cada vez son menos", argumenta Quintero, en referencia al éxodo de profesores universitarios venezolanos.

En segundo año de licenciatura de Historia del Arte en París, Ana Ángel, no se verá afectada en lo inmediato por la medida. Según el ministerio de Educación, el alza no se aplicará a quienes ya estudian en Francia, al menos que cambien de ciclo universitario. Pese a esto, no esconde su preocupación.

"Cuando escuché la noticia, todos los planes que tenía para mi futuro se vinieron abajo. La vida en Francia ya es suficientemente cara para un estudiante extranjero y ahora el solo hecho de tener que pensar en conseguir más dinero me angustia mucho", explica esta colombiana que califica el incremento de "desmesurado".

"Tenía previsto estudiar mi maestría aquí y ahora tengo que reorganizar todo mi futuro", añade afligida.

"Discriminación geográfica"

Desde el anuncio de esta medida que según el gobierno busca instaurar una "equidad financiera" entre los estudiantes franceses, cuyos padres pagan impuestos en el país, y los extranjeros, los estudiantes se movilizan para pedir que se abandone este aumento que consideran "injusto".

"Es un tipo de discriminación geográfica. ¡Por haber nacido en México tengo que pagar más!", expone indignado Alfonso Domínguez, miembro de un colectivo de la prestigiosa École Normale Supérieur (ENS) de París que se ha levantado contra la medida.

"Si esta reforma entra en vigor yo no podría costearlo y mis padres tampoco", afirma este joven de 25 años que llegó a Francia gracias a un programa de selección internacional organizado por la ENS, que permite a 30 estudiantes internacionales seguir estudios durante tres años en este selecto establecimiento.

"Hay un gran sentimiento de injusticia", abunda su compañero Juan Salvador Velecela, estudiante en Teoría de la Literatura en la misma universidad. "Pagamos como cualquier otro estudiante francés impuestos y de cierta forma contribuimos con la economía... alquilamos apartamentos, comemos, compramos libros", enumera este ecuatoriano de 23 años.

Según un estudio del Instituto BVA, los estudiantes extranjeros aportan en promedio 4,650 millones de euros y cuestan a las arcas públicas 3,000 millones de euros anuales. Sin contar que 41% de ellos se quedan en Francia para trabajar después de sus estudios.

"Selección económica"

Para acallar las voces críticas, el gobierno prometió triplicar el número de becas para los estudiantes extranjeros (de 7,000 a 21,000). Pero este dispositivo es insuficiente para la Unef, uno de los mayores sindicatos estudiantiles de Francia.

"Se está procediendo a una selección económica, por lo que serán siempre los mismos los que vendrán a estudiar a nuestras universidades", lamenta su vicepresidenta Mélanie Luce.

Al igual que los sindicatos estudiantiles, varios profesores han alzado la voz para expresar su preocupación. Es el caso de Gilles Bataillon, sociólogo especialista en América Latina, que estima "aberrante" introducir una desigualdad entre estudiantes según su origen.

Los únicos que podrían librarse de esta medida son los estudiantes de universidades que tienen convenios con establecimientos franceses, como la UERJ en Brasil. Pero estos representan una pequeña minoría entre los más de 300,000 estudiantes internacionales que llegan a Francia cada año.

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