Peter Kwok (Foto: AFP)
Peter Kwok (Foto: AFP)

Muchos chinos han invertido en los , algunos se fueron y otros posiblemente regresen. Pero uno de ellos, Peter Kwok, lleva ya 20 años instalado en esta famosa región vinícola, donde acaba de comprar su sétima propiedad.

"Amigos que también tienen castillos con viñedos me advirtieron que la única forma de ganar dinero en el vino es ¡Invirtiendo aún más!", dice riendo Kwok. Sin embargo, asegura que su principal motivación no es el dinero, aunque como buen banquero de negocios "mira de cerca los números".

Este de 69 años, presidente de la filial energética del gigante de inversiones chino CITIC, cuyo portafolio incluye hoteles, bienes raíces y paneles solares, no fue a parar a la región de Burdeos, conocida en todo el mundo por sus vinos, por azar.

"Vivía en Hong Kong y mis hijos estudiaban en Estados Unidos, por lo que busqué un lugar a medio camino para pasar las vacaciones. ¡Y a medio camino está Francia!", explica, en inglés.

Pero Francia, a donde viaja tres o cuatro veces al año, hace también parte de su historia, la de un niño de un barrio chino modesto de Saigón, que fue parte del dominio colonial francés, donde creció en medio de imágenes de "De Gaulle, café negro, baguetes y sueños de París".

Un estilo de vida
Pero en lugar de comprarse un apartamento en París, Peter Kwok prefirió optar por una "casa de campo". "Resultó que la casa tenía 8 hectáreas de viñedos", cuenta a la AFP con una sonrisa en su rostro.

Era 1997 y la "casa de campo" era en realidad un castillo llamado Haut-Brisson, en Saint-Emilion. Kwok, que hasta los 50 años prácticamente no bebió ni una gota de vino, le pidió a la gente que se encargaba del terreno "que le ayudaran a producir el mejor vino posible, con lo que tenían".

Rápidamente, aprendió que "el vino es más que el cultivo de la vid, es un ". Y "como en la vida, hay cosas que no se controlan. Haces lo mejor posible, pero todo depende de la naturaleza. Fue una buena lección para mis hijos", contó a la AFP.

Además del padre contento de ver a sus hijos involucrarse en los viñedos, este hombre de negocios tiene una estrategia clara: "Producir un buen vino, lo que tomará unos años. Y luego posicionar su marca, lo que tomará unos años más".

Y todo esto, sin estrés. "Peter es como un pequeño Buda", bromea uno de sus amigos, quien destaca su actitud positiva. Sin embargo, Kwok, que en los últimos 20 años ha invertido entre 60 millones a 70 millones de euros en sus castillos, tiene claro que el objetivo es "ganar dinero".

Regresarán, pero más fuertes
Cuando compró por primera vez en Burdeos, vendió el 75% de sus vinos en Asia, particularmente en Hong Kong, Singapur y China continental.

Pero en el 2012, amplió su mercado, trabajando con comerciantes de Burdeos para vender en todo el mundo. Hoy, China representa menos del 10% de sus ventas.

Pero no todos sus connacionales corrieron con la misma suerte. "Algunos (chinos) 'nuevos ricos' quisieron imitar a sus pares. Imaginen, algunos castillos cuestan menos que una casa en Shanghái o Hong Kong... Pero se dieron cuenta de que el vino no era lo que pensaban", estima Peter Kwok.

"Pero ya verán, pronto los chinos regresarán, con más dinero y más conocimientos", vaticina.

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