(Foto: Bloomberg)
(Foto: Bloomberg)

Las cartas se acumulan debajo de la puerta y los vidrios del comercio vacío lucen sucios, faltos de limpieza desde hace tiempo, detrás del cartel de “Se alquila”.

La imagen se repite una y otra vez a lo largo de la avenida Córdoba, uno de los principales centros comerciales a cielo abierto de hoy de aspecto fantasmal.

Las persianas bajan, las máquinas dejan de producir. Pocos pueden sobrevivir a una cuarentena, ya casi centena, por la del que asoma infinita para los bolsillos de por sí flacos en la Argentina y día a día crece el número de comercios y empresas que cierran. Aún no hay números oficiales, pero en cada esquina se escucha una historia de desánimo y frustración.

"Es muy angustiante, muy angustiante", repite con la mirada perdida la encargada de un bar que decidió cerrar definitivamente sus puertas en una de las zonas más de moda del barrio de Palermo, cerca de la avenida Córdoba y por la que hasta antes de la irrupción de la pandemia del coronavirus desfilaban decenas de miles de personas cada fin de semana.

La joven guarda la vajilla en una caja mientras un compañero pliega las sillas y apilas las mesas a la espera del camión que se llevará todo a un galpón para su posterior remate.

No hay rencor ni enojo en su voz, solo tristeza: "Más de 20 personas nos quedamos sin trabajo, pero era imposible seguir así. Los dueños no pudieron llegar a un acuerdo para rebajar el alquiler del lugar, la cuenta de luz supera los 60,000 pesos (US$ 820) aunque el bar esté cerrado hace meses y sé que pagar todos los salarios sin trabajar era muy difícil".

Cien días de cuarentena

Mientras gran parte de la Argentina retorna a la actividad en un marco de "nueva normalidad", el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que reúne a la capital y su cordón urbano, afronta una de las cuarentenas más largas del planeta.

Ya lleva unos cien días de confinamiento y todo indica que se sumarán varias semanas -con un endurecimiento de las restricciones además- porque la región se ha convertido en el epicentro de la pandemia en .

La combinación de una cuarentena tan extensa y la recesión que golpea desde hace dos años a Argentina e hizo caer 5.4% el PBI en el primer trimestre del año -antes del impacto local de la pandemia- puede tener resultados catastróficos.

Cerrar una empresa, doloroso y caro

"Cerramos definitivamente. Ochenta días cerrados, fue imposible de sostener", reza el pasacalles frente a una persiana baja, en una imagen que se viralizó como unos de los emblemas de la crisis.

El dueño del negocio, Santiago Olivera, relata que primero pensó que la cuarentena sería breve y se endeudó para pagar los gastos de marzo, un mes en el que trabajó poco porque tras detectarse el primer caso del COVID-19 en el país, la gente dejó de circular por Palermo y desapareció el turismo, principal fuente de ingresos del comercio de la zona.

Ahora toma nuevos créditos para saldar aquellos primeros préstamos: "Dejamos de pagar todo pero los servicios -luz, gas, agua- llegan con las mismas cifras como si tuviéramos el local abierto porque los inspectores no pudieron salir a medir, arrastramos los alquileres y las cargas impositivas no las estamos pagando".

Olivera asegura que "cerrar un comercio es carísimo" y precisa que le costará unos cuatro millones de pesos (US$ 55,170) hacerlo de forma más o menos prolija y sin deudas, mientras sus contadores debaten con las autoridades si liquidar un local porque hace tres meses que no puede abrir se considera un motivo de fuerza mayor y no va contra la ley que prohíbe los despidos.

"El año está perdido para mí. Ahora pienso en sobrevivir a este 2020, endeudarme lo menos posible y ver cómo seguimos", resume el comerciante.

Cerrar una empresa, además de ser doloroso, puede llegar a convertirse en un caos en el que los dueños buscan llegar a acuerdos privados con empleados y proveedores para evitar llegar a instancias judiciales.

La Justicia ordinaria está paralizada desde el inicio de la cuarentena a fines de marzo y no son pocos los expertos que anticipan una avalancha de solicitudes de concursos de acreedores y pedidos de quiebra para cuando se levante la feria judicial.

Panorama aún más incierto

El caso de Olivera se replica de a miles, ya que según las cifras de la Federación de Comercio de Buenos Aires (Fecoba) unos 20,000 comercios cerraron definitivamente desde el inicio de la cuarentena en marzo, en particular de gastronomía, indumentaria y calzado, y otros 7,000 seguirían la misma suerte si se prolongan las restricciones.

Estas cifras tienen rostros y son historias de esfuerzo y dolor: "Me llaman constantemente comerciantes que hace 30, 35 años que tienen su negocio y que ahora no saben de qué van a vivir", relata el presidente de Fecoba, Fabián Castillo, al describir "el panorama incierto y muy complicado que reina".

"Una pyme es una familia, tiene nombre y apellido. Cada pyme que cierra es una familia que no tiene para comer porque tampoco hay ayudas directas hacia los comerciantes porque la asistencia que dio el Gobierno fue para ayudar a pagar salarios de los empleados, no de los comerciantes", advierte el directivo.

Quienes pudieron abrir su comercio tras la flexibilización de la cuarentena facturan apenas entre 25% y 30% de lo que vendían hace un año atrás, que ya de por sí era poco por la recesión, precisa Castillo, quien advierte de "un grave problema socioproductivo" y el quiebre de la cadena de pagos.

El reclamo más urgente es de una moratoria impositiva "porque la gente va a pedir crédito pero no accede porque tiene deudas", préstamos a tasa subsidiada, una reducción de la presión fiscal y otras medidas de ayuda directa: "la gente está con miedo de enfermarse pero también con miedo de perder el trabajo".

Y para ayudar a los que luchan por sobrevivir, Fecoba lanzará la aplicación de geolocalización “Estoy cerca” que permite a los vecinos hallar los comercios de cercanía para realizar sus compras.