(Foto: AFP)
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La industria alemana, orgullo del país y cuyos productos, como vehículos y máquinas, son apreciados en el mundo entero, atraviesa un periodo de turbulencias a causa del estancamiento y las obligadas mutaciones.

El bajón de los pedidos industriales alemanes revelado el jueves, con baja de 4.2% en febrero, provocó una oleada de comentarios consternados, ya que este barómetro de la actividad es escrutado de cerca.

"Estas cifras son simplemente horrendas", indica Carsten Brzeski, del banco ING, quien se refiere a un dato "doloroso", pues los analistas esperaban que este indicador iba registrar un alza.

La tendencia es más drástica a largo plazo, porque los pedidos industriales "retrocedieron en cerca de 10% con relación a su nivel de fines del 2017", calcula Dirk Schumacher, de Natixis.

La industria ya estaba desacelerada en el 2018, colocando a la primera economía europea al borde de la "recesión técnica", con un retroceso de 0.2% de su Producto Bruto Interno (PBI) en el tercer trimestre, seguido de un estancamiento en el cuarto.

Pero el gobierno subrayó entonces que se debía a factores transitorios como la sequía, que penalizó las entregas por vía fluvial a la industria química, y los problemas de adaptación de los fabricantes automotrices frente a las nuevas normas anticontaminantes.

China y Brexit

Frederik Ducrozet, estratega en Pictet Wealth Management, afirmó en Twitter que esta "serie de choques" no son suficientes para explicar la debilidad persistente de la industria.

Para él, el país sigue "expuesto al comercio mundial" y su potencia exportadora, que le facilitó lograr excedentes comerciales récord en los últimos años, se le ha devuelto como un boomerang.

En las cifras de febrero, lo más alarmante viene claramente de los pedidos industriales fuera de la zona euro (-7.9%), luego de la demanda de los otros países de la zona euro (-2.9%), mientras que la demanda interior resiste mejor (-1.6%).

"La explicación viene probablemente de China", estiman los economistas de Commerzbank, mientras que los de LBBW destacan "la incertidumbre que rodea al Brexit".

En todos los casos, el riesgo aumenta con el "retroceso del PBI" alemán en el primer trimestre, según Commerzbank, directamente ligado a una probable "nueva caída de la producción industrial en el periodo".

Los principales institutos económicos alemanes, en su diagnóstico común, calculan de antemano 0.8% de crecimiento este año en Alemania, una revisión drástica con relación al 1.9% pronosticado en el otoño pasado.

Preparar el futuro

Los últimos indicadores de actividad tanto chinos como estadounidenses dan signos de recuperación, lo que debería "terminar por reflejarse en los datos industriales alemanes", matiza Natixis.

Alemania puede también contar con la fuerza de su mercado de trabajo, que muestra una increíble tasa de desempleo de solo 4.9% y apoya la demanda interior, convertida en el motor económico del país.

Pero los temores que rodean a la industria automotriz alemana van más allá de las fluctuaciones coyunturales, y radican en su capacidad de seguir siendo tan competitiva como ahora.

"Hay que armar a la economía alemana y europea para el futuro", exhortaba aun el jueves el ministro conservador de la Economía, Peter Altmaier, promotor desde hace meses de una una política industrial ambiciosa.

Su colega social-demócrata de Finanzas, Olaf Scholz, se plantea más que todo como el garante del equilibrio presupuestal, tema sensible en un país que envejece, mientras que otras voces abogan por reclamar más inversiones públicas y privadas.

Además del paso de la industria automovilística a la motorización eléctrica, costosa en empleos, Alemania debe recuperarse de su retardo en inteligencia artificial y en infraestructuras digitales

El país, que ya está obligado a revisar sus ambiciones climáticas, se prepara además a organizar el abandono del carbón en las plantas generadoras de electricidad para el 2038, un desafío considerable para una economía altamente consumidora de energía.