(Foto: USI)
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La crisis sanitaria no desembocó en la “desglobalización” deseada por algunos, pero la ultraglobalización es ahora frenada por Estados que quieren recuperar parte de su soberanía industrial, según economistas.

Anterior a la irrupción del , el proceso de globalización --sinónimo de deslocalizaciones y de desempleo masivo-- fue avivado por la pandemia que salió de y se propagó por todo un planeta interconectado.

Luego, la penuria de algunos bienes vitales --mascarillas, respiradores-- creó un electrochoque en numerosos países, de pronto conscientes de su dependencia ante China.

¿Se puede decir, como lo afirma el exministro de Economía francés Arnaud Montebourg, que la “desglobalización está en curso” debido a esta crisis?

“Hoy no vemos desglobalización. Hemos visto una ralentización de los flujos comerciales durante los confinamientos pero que se debió a la parálisis de la producción, y no a las cadenas de valor mundiales” opina Cécilia Bellora, economista en el Centro de estudios prospectivos y de informaciones internacionales (Cepii)

En el 2020, los intercambios comerciales “solamente” cayeron 9.2%, según la que augura una recuperación de 7.2% en el 2021.

De forma inesperada, “el comercio de los productos más integrados en las cadenas de valor es el que menos cayó, a diferencia de lo que pasó en el 2008”, afirma Bellora.

En efecto, la crisis actual afectó a “los servicios más que (al sector) manufacturado”. En cambio en el 2008 los problemas del sector bancario privaron a las empresas de “créditos para comerciar”.

Golpe del Brexit

Isabelle Méjean, profesora en Francia de la Escuela Politécnica da el ejemplo del sector del automóvil, donde pese a las actuales tensiones en el suministro de semiconductores, la producción no se ha detenido de forma duradera, pese a que “10,000 componentes” producidos en los cuatro rincones del mundo entran en la fabricación de un vehículo.

Para esta economista, el Brexit supuso un “golpe mucho más duro” que el virus para Europa, dada la importancia de Reino Unido y su gran integración en las cadenas de valor.

En enero, las exportaciones británicas hacia la UE cayeron 41% mientras que las importaciones procedentes de Europa retrocedieron 29%.

Para el exdirector de la OMC Pascal Lamy, la crisis del COVID-19 reveló “las virtudes y los defectos de esta globalización”

Por un lado, “hemos asistido a la producción científica de una vacuna en tiempo récord”. Por el otro, Lamy lamentó “la velocidad de propagación de esta epidemia y el hecho de que no tengamos una gobernanza para hacer frente a este tipo de amenaza”.

Para él, “esta crisis va a cambiar el modo de la globalización: no se va a desglobalizar sino a cambiar de globalización, con los Estados que influirán más en las decisiones económicas”.

“Carbono y comercio”

Y ya es el caso. El presidente de Estados Unidos Joe Biden criticó las “inaceptables” penurias que pusieron el año pasado en riesgo al personal sanitario, y firmó a fines de febrero un decreto para someter a estricto escrutinio a las cadenas de suministro estadounidenses de bienes “esenciales”.

Ese examen podría generar relocalizaciones en Estados Unidos, país muy dependiente de China, un gran productor de ‘tierras raras’, nombre genérico de un grupo de 17 elementos químicos de uso en varias industrias de alta tecnología.

Por su parte, la Comisión europea multiplica los anuncios para reforzar la soberanía tecnológica de Europa frente a China y Estados Unidos.

Pero para Isabelle Méjean, la globalización post COVID deberá asimismo “unir temas de carbono y comercio” ya que “importamos buena parte de nuestra contaminación”.