OCDE. (Foto: Difusión)
OCDE. (Foto: Difusión)

Muchas de las mejoras en el bienestar de la población de los países más desarrollados en Latinoamérica, que ya se habían ralentizado desde mediados de la pasada década, corren el riesgo de perderse con la pandemia, indica la en un informe.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se fija en diferentes indicadores del bienestar en , no solo en el Producto Bruto Interno (PBI), con el objetivo de orientar las políticas públicas hacia una mejora de la vida de los ciudadanos.

En este informe, analiza once países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, la República Dominicana, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay) con condiciones materiales que están en una horquilla “media-alta” de la región.

Su primera conclusión es que entre el 2000 y 2019 se observaron “mejoras considerables” en el bienestar.

El número de personas en pobreza absoluta pasó de un tercio a un quinto, se registró un “descenso sustancial” de la desigualdad en los ingresos y mejoró el acceso al agua potable e internet, al tiempo que se redujeron los asentamientos irregulares o barrios marginales y la esperanza de vida subió de los 73 a los 77 años.

La tasa de mortalidad en menores de cinco años bajó a la mitad y el de las madres durante el embarazo un 30%. El porcentaje de población con educación secundaria superior se incrementó de 34% a 46% y el de quienes hicieron estudios universitarios de 12% a 19%.

Parón en el 2010

Este panorama positivo sufrió una ralentización a partir del 2010, cuando el descenso de los precios de las materias primas se tradujo en un freno de la mejora de las condiciones materiales, que en algunos países incluso retrocedieron.

A partir del 2014 empeoraron las estadísticas de la fuerza de trabajo y percepción del nivel de vida personal. Disminuyó igualmente el ritmo de reducción de la desigualdad en los ingresos y la pobreza.

Pesaron algunos problemas estructurales, como el elevado índice de empleo irregular, el alto número de personas que ni estudia ni trabaja o las altas tasas de obesidad.

La región, que presenta una gran riqueza en recursos naturales, es además particularmente vulnerable al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad, como pone de manifiesto que en lo que va de siglo XXI la masa forestal intacta ha disminuido un 8%.

Los autores del informe hacen notar que los indicadores medios esconden importantes diferencias entre países y dentro de cada nación, con situaciones más degradadas en determinados grupos sociales, como mujeres, jóvenes, población rural, pueblos indígenas y personas con menor nivel educativo.

Agravación con la pandemia

En líneas generales, la región vivía una situación de vulnerabilidad que vino a agravar la pandemia, lo que se tradujo en un aumento “drástico” del desempleo y de la pobreza absoluta en el 2020.

Las malas condiciones de la vivienda dificultaron la lucha contra el virus y la brecha digital obstaculizó tanto la enseñanza como el trabajo a distancia.

“Existe el riesgo de que la pandemia de COVID-19 haga que se malogren muchos de los avances en materia de bienestar alcanzados en las últimas décadas y se agraven los problemas ya existentes”, advierte la OCDE.

Para superar esa situación, su recomendación es que serán necesarios enfoques multidisciplinares, que tengan en cuenta diversos elementos del bienestar, y no solo de riqueza, a la hora de elaborar políticas públicas.

“Utilizar prioridades de bienestar social, que cuentan con un amplio apoyo ciudadano, como base del gasto público, es clave tanto para obtener el máximo rendimiento de la inversión en materia de bienestar como para reforzar la rendición de cuentas públicas”, subraya la organización.

Esta orientación -añade- puede ser particularmente útil en el contexto de la pandemia, ya que permitiría a los gobiernos “replantear las prioridades, el diseño, la armonización y la conexión” de las políticas por abordar.