El Fondo Monetario Internacional ha expresado en reiteradas oportunidades su predisposición a apoyar al gobierno argentino. (Foto: Reuters)
El Fondo Monetario Internacional ha expresado en reiteradas oportunidades su predisposición a apoyar al gobierno argentino. (Foto: Reuters)

Por Mohamed A. El- Erian

Cuando los altos funcionarios de y el se reúnan el martes para analizar la crisis monetaria, buscarán una respuesta que encuentre un equilibrio entre los cambios a la política interna y la ayuda financiera externa, una tarea que se ha visto complicada por problemas políticos y de confianza. Si bien es casi seguro que Argentina obtendrá algunas concesiones del FMI, una solución decisiva será mucho más difícil y requerirá mucho coraje y habilidad en la toma de riesgos de ambos lados.

Los problemas de la moneda argentina se han profundizado en las últimas semanas pese a las decididas respuestas de política del gobierno y el banco central (tras algunos pasos en falso), así como un paquete financiero de US$ 50,000 millones del FMI. Gran parte de la razón para la ausencia de éxitos es el insuficiente reconocimiento inicial de las adversas fuerzas técnicas y de iliquidez que han estado golpeando a la clase de activo de los mercados emergentes, y que aún no se han resuelto. Como resultado, la desaceleración económica de Argentina empeorará, la tasa de inflación aumentará, crecerán las tensiones relacionadas con el servicio de la deuda, el sistema bancario se verá bajo una mayor presión y el riesgo de una perjudicial fuga de capitales se agudizará.

Reconociendo este riesgo, el presidente argentino dotó el lunes al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, con medidas adicionales de ajuste interno para presentar a la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el martes en Washington. Si bien no se han revelado todos los detalles, los impuestos a las exportaciones y la reducción en el número de ministerios parecen ser los principales elementos de un paquete de políticas enfocadas a reducir aún más el déficit de presupuesto y proveer un mejor contexto para que el FMI, como mínimo, acelere los desembolsos programados bajo el actual acuerdo financiero.

Se podría creer que los mercados estarían impresionados con este esfuerzo cuidadosamente coreografiado de combinar ajustes adicionales a la política nacional con un mayor apoyo financiero externo. Pero en lugar de repuntar de su brutal depreciación en la última semana, el peso argentino se siguió debilitando luego de que se anunciara el lunes el paquete de políticas, amenazando con establecer un nuevo récord mínimo.

Existen comprensibles razones económicas, políticas y técnicas para esto.

En el frente económico, los mercados están preocupados por la combinación de más --y especialmente excesiva-- austeridad e insuficientes reformas estructurales.

Juntas, estas medidas podrían afectar al sector corporativo nacional con el colapso de la demanda, lo que agravaría, en lugar de aliviar, el impacto de la crisis monetaria en su capacidad de recaudar capital fresco y cumplir con las obligaciones de servicio de deuda. Además, a menos que sea cuidadosamente calculado, el regreso de los impuestos a las exportaciones podría socavar la capacidad del país de generar las divisas internacionales que necesita para limitar su déficit de financiamiento externo en momentos de condiciones financieras mundiales más difíciles para los mercados emergentes en general.

Políticamente, una mayor austeridad podría erosionar aún más la popularidad de Macri y socavar las perspectivas para ser reelecto el próximo año. Esto aumentaría la probabilidad de que Argentina sea gobernada por un partido que esté mucho menos inclinado a adoptar respuestas de política convencionales, al FMI, a los acreedores externos y los inversionistas internacionales.

Técnicamente, aún hay un considerable capital extranjero que, por razones de desempeño de cartera y de reputación, se siente atrapado en Argentina y quiere abandonar el país. Cualquier acontecimiento de riesgo favorable es considerado una oportunidad para salir en lugar de permanecer, sin ni siquiera considerar la opción de incrementar su exposición.

En el papel, el mejor camino para abordar esta combinación de factores sería que el FMI aumente agresivamente el monto total de su apoyo financiero a cambio de mayores reformas estructurales. A pesar de que esta sería otra excepcional medida financiera para el FMI, que ya ha comprometido significativos fondos para Argentina, podría estar justificada no solo por razones económicas internas, sino que también por la necesidad de contener y revertir el contagio a los mercados emergentes que afecta a otros países, incluidos los mejor administrados. Además, es probable que obtenga el apoyo de algunos de los mayores accionistas del FMI.

Siempre que sea suficientemente grande, este tipo de financiamiento adicional del FMI podría servir como un muy necesario interruptor tanto en sus efectos directos como indirectos. Inmediatamente reduciría la cantidad de capital extranjero que Argentina necesita obtener de otras fuentes. Y mejoraría las perspectivas de recaudar capital privado adicional, que incluiría a los inversionistas que están al margen aunque estiman que este es un caso clásico de exageración en los mercados emergentes con características de retorno de riesgo, esto es, los fundamentos subyacentes del país no justifican tasas de interés tan altas y la fuerte depreciación de la moneda.Pero más allá de los serios riesgos de implementación de política y los temas relacionados con el complicado diseño del programa, el FMI está operando con el legado de una complicada y, a veces muy infeliz y altamente contenciosa, historia con Argentina.La institución multilateral todavía muestra las cicatrices del incumplimiento de deuda de Argentina de diciembre 2001 que fue precedido por una controvertida ronda de aumentos de créditos para una insostenible y mal diseñada postura de política nacional. Las actividades e intenciones del FMI a menudo enfrentan sospechas en Argentina. Además, el fondo ha experimentado otra dolorosa erosión de su nombre en Grecia, donde el paquete de apoyo estaba excesivamente inclinado a favor de comprimir la demanda interna e insuficientemente a favor aliviar la deuda externa y el crecimiento, un error que ha reconocido el propio FMI, aunque de manera algo tardía.No hay una salida fácil y libre de riesgo para la crisis monetaria de Argentina. Mientras la tentación será simplemente acelerar los ya comprometidos desembolsos, mucho valor y perseverancia, junto con un poco de suerte, podría ser lo que necesiten todas las partes. Y esto es antes de considerar una economía global que enfrenta una gran incertidumbre sobre su crecimiento, comercio, coordinación política y condiciones financieras.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.