(Foto: EFE)
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Los mercenarios rusos son desde hace cinco años sospechosos habituales de conflictos en los que está implicado de una otra forma el como los del Donbás y Siria, pero ahora el grupo Wagner ha puesto sus botas en , país donde Moscú no ha intervenido oficialmente.

"Wagner no es una compañía militar al uso como las estadounidenses, es un Ejército privado. Tiene hasta tanques y artillería pesada", comentó Ruslán Levíev, director del equipo de investigación Conflict Intelligence Team, en su oficina en Moscú.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, puso esta semana el dedo en la llaga al denunciar la presencia de 2,000 efectivos de Wagner en suelo libio, no en vano Ankara apoya al Gobierno legítimo y Moscú a la oposición.

Como no podía ser de otra forma -ser mercenario es una actividad ilegal en -, el Kremlin miró hacia otro lado, respondió que hay mercenarios “en todos los rincones del planeta”, y culpó a Occidente de provocar el conflicto en el país norteafricano.

El Gobierno libio apoyado por la ONU denunció la presencia de mercenarios rusos hace varias semanas e incluso informó de que entre diez y veinte habrían sido abatidos en enfrentamientos en las afueras de la capital, Trípoli.

"A diferencia de otras agencias como la estadounidense Black Water (ahora conocida como Academi), Wagner cumple las funciones de un Ejército regular. Lanzan ofensivas, asaltan y cercan ciudades. En Occidente las compañías militares privadas se dedican sólo a proporcionar seguridad", agregó Levíev, que colaboró con el portal Bellingcat en la identificación de los sospechosos en el caso Skripal.

A su vez, el periodista de investigación del periódico "Nóvaya Gazeta", Denís Korotkov, asegura que los hombres del grupo Wagner llegaron a Libia "en otoño", pero cree que Erdogan exageró en sus estimaciones.

"Según mis datos, en Libia hay dos batallones de Wagner. Aproximadamente, serán unos 500 combatientes. No descarto que hayan llegado más, pero lo dudo. Nos habríamos dado cuenta. Creo que a Erdogan se le fue la mano", comentó.

Eso sí, Korotkov destaca que el considerado fundador del grupo, Yevgueni Prigozhin, conocido como el "chef" del presidente ruso, Vladímir Putin, tiene suficiente "potencial organizativo" como para desplegar unidades en cualquier punto del globo.

"Sabemos que tiene helicópteros Mi-8", que pueden transportar hasta 24 soldados, explicó.

Como todo lo que rodea a Wagner, estimar la efectividad y el número de bajas sufridas ya por Wagner es difícil. Lo que Korotkov tiene claro es que los mercenarios rusos han participado ya en acciones militares y no se limitan sólo a la instrucción.

"En Siria los Wagner contaban con tanques, lanzaderas de misiles y artillería pesada, pero en Libia, aunque están combatiendo, no hay información precisa sobre el armamento del que disponen", señala.

Tampoco está claro si cuentan con asistencia logística del ministerio de Defensa ruso, que les apoyó con fuego aéreo cuando los Wagner tomaron la histórica ciudad siria de Palmira a principios del 2016, según Levíev.

Al respecto, Levíev explica que los hombres de Prigozhin recibieron toda clase de asistencia en los primeros años de la guerra en Siria, pero que todo cambió con el bombardeo estadounidense contra una columna de Wagner en Deir al Zur (2018), donde habrían muerto hasta un centenar de mercenarios rusos.

"Entonces la relación se deterioró", apunta y pone como ejemplo que ahora los soldados que caen en Siria se repatrían en aviones militares en 3-4 días y los mercenarios caídos tardan un mes en regresar a casa.

Korotkov destaca que Wagner ha cambiado "mucho" desde que se oyera hablar por primera vez de ellos tras la anexión de Crimea en marzo del 2014 y la sublevación armada en el Donbás poco después.

"Si en el Donbás no había intereses comerciales, en Siria a partir del 2017 ya se convirtió en un negocio", señaló.

Ambos investigadores mencionan también países como Sudán, la República Centroafricana, Chad, Madagascar o Mozambique como lugares en los que han operado los mercenarios rusos, mientras matizan que en América Latina su papel se ha limitado al asesoramiento o instrucción.

Levíev cree que, aunque su funcionamiento es muy opaco, Wagner no puede actuar sin el beneplácito del Kremlin, de lo contrario no se entendería el apoyo militar y el hecho de que donde operan los mercenarios rusos aparezcan seguidamente las compañías de Prigozhin para firmar contratos. "Es un negocio lucrativo", señala.

Y recuerda que, mientras al principio negaban categóricamente su existencia, ahora Putin y sus colaboradores han cambiado de "retórica" y destacan, eso sí, sin dar nombres, que algunas compañías militares privadas han contribuido a la lucha contra el terrorismo y a la reconstrucción en Siria.

En la misma línea, Korotkov está convencido de que Wagner no es una compañía estándar y no puede funcionar sin el apoyo del Estado ruso.

Ambos periodistas son conscientes de lo sensible y peligroso que es este tema en Rusia. Korotkov ha sido amenazado de muerte y Levíev fue asaltado recientemente en plena calle y ha tenido que trasladar a su familia fuera de Moscú por motivos de seguridad.

“No pienso marcharme”, asegura Levíev, quien acusa también a Prigozhin de crear en Moscú un centro de lucha contra la oposición al Kremlin.

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