(Foto: Reuters)
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En los son un sector económico de peso, y con la vista puesta en una reapertura próxima, al empresario Manuel Gil se le ha ocurrido un posible filón: instalar mamparas para mantener la distancia en tiempos de .

"Un país encerrado, al final, termina muriéndose de hambre", dispara a modo de argumento este hombre de 50 años, en un negocio perteneciente a su hermano y convertido en proyecto piloto.

El local se encuentra en Leganés, cerca de Madrid, y es una panadería con un pequeño salón con capacidad para ocho mesas.

En él pueden verse algunos de los modelos de mamparas transparentes que propone para garantizar las distancias interpersonales, una opción que bares y restaurantes se plantean para cuando se produzca la reapertura.

Uno de los modelos, fijado al suelo y la pared, permite aislar una mesa para una familia de cuatro miembros. Otros modelos, pequeños y desmontables, están destinados a las mesas y hacen de separadores entre los comensales.

"A todo nos acostumbramos en esta vida. Tendremos que cambiar nuestra forma de salir", apunta Manuel Gil, que dirige y lleva años trabajando en reformas de locales de hostelería.

"Cualquier restaurante o bar que tenga 8 o 10 mesitas se puede gastar 800 o 700 euros en adecentar su local para poder abrir" con estas mamparas, abunda el empresario, y subraya: "no creo que nadie en este país pueda soportar un negocio cerrado seis meses, siete meses o un año".

Explica Manuel Gil que las mamparas, a base de metacrilato, no están todavía fabricadas, a la espera de que el ministerio de Sanidad precise cómo y cuándo podrá hacerse la reapertura de bares y restaurantes, cerrados desde mediados de marzo.

No obstante, en caso de concretarse la medida asegura que desde su fábrica tiene todo listo para suministrar "a España entera en menos de una semana".

La patronal del sector, Hostelería de España, hizo saber en un comunicado que de momento rechaza la instalación de mamparas, ya que el gobierno no ha dado aún instrucciones en ese sentido y comprar dicho material a ciegas supondría "una inversión inasumible".

Eso sí, aboga por controlar la temperatura de los clientes, un "reajuste del aforo con una distancia mínima de separación entre mesas", y la "implantación de dispensadores de hidrogel".

Cámaras detectoras de temperatura

El dispositivo piloto de la panadería de Leganés va acompañado de una cámara detectora de temperatura, cuyas imágenes y resultados se proyectan en una gran pantalla colocada dentro del salón, frente a la puerta.

Pedro Zamorano, gerente de la sociedad Cámaras Covid, explica que empezó a importar cámaras de China hace "menos de un mes", y que en total ha pedido a proveedores de ese país 12,500 unidades de distinta complejidad y con precios finales que oscilan entre 1,150 euros y más de 20,000.

"Ésta por ejemplo tiene un margen de error de 0.5 grados", dice mostrando el modelo básico de cámara colocado en el local de Manuel Gil.

La cámara es tan sensible que pita no sólo cuando detecta una temperatura corporal de más de 37 grados, sino también cuando capta un vaso de agua caliente o incluso el calor del sol en la fachada del edificio de enfrente. Por definición, tampoco es capaz de detectar a un asintomático que no presente fiebre.

Sheila Giraldo, una de las empleadas de la panadería, dice no obstante sentirse "más protegida" gracias a la cámara, y considera las mamparas como un mal menor: "a mí no me importa con tal de que la gente venga y se quite ese miedo" a salir de casa.

La hostelería en España supone más de 300,000 establecimientos (bares, restaurantes, cafeterías, pubs y alojamientos turísticos) que dan trabajo a 1.7 millones de personas. Representa un 6.2% del PBI nacional, según datos de la patronal.

Hostelería de España teme la pérdida de 270,000 puestos estructurales, y el cierre de un 15% de los establecimientos en un escenario de reapertura a finales de este primer semestre del año.