Los vinos ecológicos de Jonatan Koren están acompañados de música armoniosa las 24 horas del día. Su bodega, en la colina de un antiguo kibutz rodeado de encinas y olivos, es un exponente innovador del sector vitícola israelí, que tiene uno de sus epicentros en la región bíblica de Galilea.

"Ponemos música espiritual, desde mantra indio o tibetano a melodías espirituales peruanas y brasileñas, música clásica árabe o canciones antiguas en hebreo", explica el viticultor mientras prueba el vino que macera en decenas de barriles de madera expuestos todo el año al sonido musical, un método que, señala, también usan algunas bodegas en Italia o Sudáfrica.

Para Koren, la música “abre el corazón de la gente” y también produce un efecto positivo en el

Asegura que algunos estilos musicales generan frecuencias que ayudan a las moléculas del agua contenida en el vino "a ser más simétricas", un efecto que provoca "una cadena de conexiones químicas" dentro del producto que "lo hace mucho mejor".

Ha probado su eficiencia en varias investigaciones. En una de ellas puso un vino que contenía un virus a "terapia musical", y el germen "desapareció en un 80%".

En otro caso, sometió un vino de la misma cosecha a una prueba de calidad. "El que había sido macerado con música obtuvo el mejor resultado", mientras que el que no recibió estímulos musicales fue peor considerado por los expertos, asegura.

Tras diez años aplicando el mismo método y produciendo vinos enteramente ecológicos, Koren produce 40,000 botellas anuales, vende en el mercado local, se centra en un público alternativo y tiene gran parte de sus viñas en Galilea, región en la que, junto al territorio sirio ocupado de los Altos del Golán, se sitúa el 41% de los viñedos israelíes.

Galilea, donde la tradición cristiana establece que Jesucristo convirtió el agua en vino, "es ideal para la producción vitícola". Su parte septentrional es especialmente adecuada por su altura de entre 600 y 900 metros por encima del nivel del mar, sus lluvias abundantes y las temperaturas frías de invierno, explica el experto en vinos Ronny Ohayon.

Marcada por sus valles y geografía montañosa, tiene una tierra "profunda, con mucha arcilla", y "un clima seco y con poca humedad" que ha atraído a decenas de bodegas y ha convertido la región en la zona donde se produce el vino "de más calidad" del país, asegura.

En comparación con países europeos como Francia, Italia o España, donde la producción vitícola bebe de una larga tradición histórica, la industria del vino israelí es joven. Su inicio se remonta a los años ochenta y noventa, cuando varios agricultores partieron de cero y empezaron su propia aventura.

Hoy en día, el consumo medio de vino en sigue siendo uno de los más bajos del mundo, pero el sector ha crecido mucho en pocas décadas y el 20% de su producción se exporta al extranjero.

La industria local vendió más de 42 millones de botellas durante el 2018, y en su totalidad, este mercado genera unos beneficios de más de 500 millones de euros anuales.

En total, unas ocho empresas -entre las que destacan Barkan, Teperberg y Carmel-, producen más de un millón de botellas cada año, casi dos decenas tienen capacidad para llegar al millón y hay más de doscientas bodegas medianas o pequeñas, concreta a Efe Tzahi Dotan, director del Consejo de Vino y Uvas de Israel.

Su actividad no está exenta de polémica. El sector ha sido objeto de la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) por tener una parte importante de cultivos y bodegas en los territorios palestinos ocupados y en los Altos del Golán.

Dotan declara no tener cifras exactas de cuántas empresas o viñedos están en el Golán, Jerusalén Este o Cisjordania, áreas que, junto a Gaza, Israel ocupó en 1967.

Una de las destacadas es la Bodega de los Altos del Golán, que figura entre las cinco primeras compañías vitícolas y está situada en la colonia de Katzrin, uno de sus principales asentamientos.

En Cisjordania están otras como las bodegas Psagot y Shilo, cuyas botellas exportadas a Canadá y etiquetadas como "Producto de Israel" fueron objeto de la denuncia de un ciudadano que argumentó que no podían ser etiquetadas como tal al proceder de territorio ocupado.

Recientemente, un tribunal falló en su favor y dictaminó que los vinos elaborados en Cisjordania no pueden ser etiquetados en Canadá como producto israelí por ser “falso, erróneo y engañoso”, una medida que también decidió tomar la Unión Europea.

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