(Foto: Reuters)
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La ha entrado en su periodo más crítico desde su creación, hace 24 años, por la parálisis a partir de esta medianoche de su Órgano de Apelación, última instancia en el sistema de resolución de disputas entre los países miembros.

La persistente negativa de al nombramiento de los nuevos jueces que se requieren para que esta instancia continúe funcionando es la razón que ha llevado a la organización a esta situación extrema, cuya gravedad intentó relativizar su director general, el brasileño Roberto Azevedo.

"Obviamente, la parálisis del Órgano de Apelación no significa el final del sistema de resolución de disputas en la OMC", sostuvo el responsable, quien recordó que antes de que un litigio llegue a una etapa de apelación existen mecanismos previos, como consultas bilaterales para intentar llegar a acuerdos amistosos o la formación de grupos de expertos para pronunciarse sobre un desacuerdo.

El Órgano de Apelación, conformado habitualmente por siete jueces, tiene actualmente sólo tres (el mínimo establecido para que sus decisiones tengan efecto), como consecuencia del bloqueo de Estados Unidos desde el 2016 a la designación de nuevos magistrados.

Dos esos tres jueces, -el indio Ujal Singh Bhatia y el estadounidense Thomas Graham-, concluyeron el lunes sus ocho años de mandato en este órgano (periodo máximo), dejando sola a la jueza china Hong Zhao.

Azevedo explicó que, frente a esta situación, los países podrían optar por "medidas temporales" o "mecanismos alternativos", pero siempre en el contexto del sistema de solución de disputas, que es visto como el único que puede ofrecer un trato equitativo a un país pequeño en litigio contra una potencia comercial.

El director general reconoció que el riesgo de que los países pierdan confianza y tomen medidas unilaterales está presente, pero advirtió de que esto aumentaría la incertidumbre, lo que a su vez redundaría en menos inversiones, menos crecimiento económico y menos creación de empleo.

Azevedo anunció que iniciará de inmediato una ronda de consultas de alto nivel para encontrar una solución duradera a la situación del Órgano de Apelación, pero comentó que no tiene intención de pedir audiencia al presidente estadounidense, , para intentar hacerle cambiar de opinión respecto a la OMC.

"No consulto con jefes de Estado sino con gobiernos, pero siendo éste un asunto extremadamente sensible no tengo dudas de que llamará la atención de los líderes", recalcó al término de la última reunión del año del Consejo General, el órgano permanente de decisión más importante de la organización.

La consecuencia inmediata de esta crisis es que las catorce disputas llevadas ante la OMC y que se encuentran en instancia de apelación quedarán en el limbo.

Algunas de ellas esperan una resolución desde hace más de un año pese a que, en teoría, sus jueces tienen 90 días para resolverlas (la reducción de magistrados en la institución ha contribuido a los atrasos).

Entre los casos que quedarán bloqueados, hay varios que afectan a países latinoamericanos, como las apelaciones de Honduras y República Dominicana contra limitaciones comerciales de Australia en el sector del tabaco o la de Panamá en su conflicto con Colombia en torno al comercio de textiles y calzado.

La esperanza de que se encontrara una solución de última hora se había perdido ya hace algunos días, cuando se aprobó el presupuesto anual de la organización para el 2020 y en él cual la partida destinada al Órgano de Apelación fue reducida a mínimos.

El presupuesto, que también costó aprobar por las amenazas de la Administración Trump de bloquearlo y de llevar a la OMC a un cierre administrativo, sólo dedicará US$ 200,000 al Órgano de Apelación en el 2020, frente a los 2.7 millones de este año, dirigidos principalmente a pagar el sueldo de los jueces.

Todas las Administraciones estadounidenses en los últimos 15 años han expresado malestar en relación al funcionamiento del Órgano de Apelación, al considerar que ha tomado muchas decisiones contra la potencia norteamericana con criterios políticos y no legales, aunque ha sido el Gobierno de Trump quien ha llevado la tensión al límite.

Detrás de la negativa estadounidense está el deseo del mandatario de resolver de forma bilateral cualquier disputa comercial, un diálogo en el que suele adoptar estrategias agresivas de las que no se puede servir en una entidad multilateral como la OMC.

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