(Foto: Difusión)
(Foto: Difusión)

Wong Mei-ying, de 70 años, comparte con su hijo enun espacio de cinco metros cuadrados. Para ella, como para miles de habitantes pobres de la excolonia británica, las consignas de distancia social para luchar contra el no tienen ningún sentido.

La mujer vive en uno de esos estrechos reductos que existen en los barrios más desfavorecidos: apartamentos divididos en un máximo de cubículos, donde se amontonan familias o personas solas.

Algunos son tan pequeños que elocuentemente se los llama "apartamentos-ataúdes", ya que en ellos solo se puede estar acostado.

Hace algunos días, Hong Kong anunció el descubrimiento de un caso de contaminación en el barrio de la señora Wong. Era el primer caso de contagio local en la ciudad desde hace un mes. Y la noticia hizo temblar a la septuagenaria.

Las autoridades sometieron a tests a centenares de habitantes del lugar. Wong asegura que intenta seguir las consignas de buena higiene y de distancia social. Un verdadero reto en semejante vivienda.

"Doce personas viven aquí", relata, mostrando las puertas de las otras cinco viviendas que en este apartamento comparten con ella una cocina y una ducha.

"Debemos hacer la cola para cocinar, para la ducha. A la hora de la cena no hay sitio en la cocina y todo el mundo lleva una mascarilla", agregó.

Jack Sit, trabajador para los Asbury Methodist Social Services, considera que estos apartamentos divididos son un enorme riesgo de transmisión del virus, debido a sus deficientes sistemas de ventilación y saneamiento.

Grave problema de vivienda

El apartamento subdividido de la señora Wong se halla en un edificio sin ascensor y con paredes decrépitas. Lo que debía ser un salón, se ha convertido en seis compartimentos separados prefabricados.

La mujer duerme en una litera, con su hijo de 43 años en la parte superior.

Hong Kong es una de las ciudades más ricas del mundo, pero las desigualdades son enormes, y el territorio padece un grave problema de vivienda, pues su mercado inmobiliario practica precios prohibitivos.

En el 2016, las autoridades consideraban que 200,000 personas vivían en estos reductos de menos de 50 pies cuadrados (4.6 m2). Wong alquila el suyo por 2,000 HKD (dólares de Hong Kong, o US$ 260) por mes.

La mujer trabaja como camarera en un fast food. Antes trabajaba seis días por semana, pero su contrato fue reducido a cinco días, debido a la pérdida de actividad causada por el coronavirus.

Su sueño es tener un apartamento propio para ella y para su hijo, que trabaja en la construcción

“Pero ello costaría entre 7,000 y 8,000 HKD por mes (entre 900 y US$ 1,000), que es lo que gano cada mes”, lamenta.