Argentina. (Foto: EFE)
Argentina. (Foto: EFE)

La avenida Corrientes, símbolo de la vida nocturna, el espectáculo y el de lucha por volver a su actividad normal tras casi un año de restricciones por la pandemia de coronavirus, y en los últimos meses se han notado indicios positivos ligados en su mayoría al retorno de la potente actividad teatral.

En esta céntrica calle, de paso obligado para todo turista, se concentran los mayores teatros de la ciudad, que dan cabida a las principales producciones comerciales, y tras varios meses de cierre absoluto comienza a retomar un estado de actividad reducida, con más obras en cartelera y más espectadores que vuelven a disfrutar de la actuación en vivo.

El pasado 13 de noviembre, después de ocho meses de cierre, las autoridades de la capital autorizaron el regreso de los teatros con un estricto protocolo y un aforo máximo de 30%, que en febrero se amplió a 50%, lo que permite una cierta sensación de recuperación, contó el empresario Carlos Rottemberg, dueño del Teatro Metropolitan, Multiteatro Comafi y Multibaris Comafi, tres de los principales complejos de la célebre avenida.

“Hay gente que ha ganado confianza”

“Hay más gente que empieza incluso a repetir la función teatral, ese es un dato que hace dos meses no teníamos, ya empieza a haber gente que vio más de una obra desde el 13 de noviembre hasta aquí, hay gente que ha ganado confianza”, señaló.

En este tiempo las dinámicas han cambiado acorde a la circunstancia, y las grandes producciones, que requieren mayores inversiones, han dado paso a otras de menor escala, aunque existen excepciones, como “Brujas”, producida por Rottemberg, que lidera las listas de asistencia gracias a una pasión personal, y es que este 3 de enero se cumplieron 30 años del primer estreno de esta clásica obra.

“Yo tenía dos caminos, o realmente mirar solamente con los números y mantenernos cerrados o hacerlo, aunque suene raro en boca de un empresario, con el corazón, después de 46 años dedicado a lo mismo. Yo lo prefiero incluso siendo a pérdida la posición actual, de hecho no abrimos todas las salas, porque cuantas más salas abrimos más perdemos, pero me parece que hay que dar batalla en esto, porque es una manera de mantener el hábito en el público”, agregó.

La avenida Corrientes tiene la peculiaridad de que “el 99% del público” que va al teatro, según Rottemberg, es argentino, por lo que puede aspirar a una recuperación a pesar de que las fronteras siguen cerradas para turistas extranjeros, y esto la diferencia de otras grandes plazas como Nueva York y Londres, donde “la estrella siempre es la comedia musical, entre otras cosas porque la música permite que aquellos turistas que no entienden el idioma igual compren una entrada”.

La vida sin turismo

Sin embargo, la ausencia de turistas si afecta al funcionamiento cotidiano de esta arteria, desde la visita al Obelisco, que se erige en mitad de la avenida, a los demás negocios (gastronómicos, hoteles, tiendas...) que componen esta calle, que funciona como un ecosistema de diferentes partes que se retroalimentan entre ellas.

Prueba de esto son los múltiples negocios gastronómicos que abundan al lado de los teatros, algunos de tanta solera como la Pizzería Guerrín, abierta desde 1932 y restaurante predilecto de locales, artistas y turistas, y es que la leyenda cuenta que en este lugar se puede degustar una de las mejores pizzas de Buenos Aires.

“Nosotros teníamos bastantes turistas, un porcentaje importante de nuestras visitas eran turistas, pero es algo que tenemos que luchar a nivel mundial, en el verano se dio algo de turismo interno, que nos va gustando, gente del interior que viene a conocer Buenos Aires y que obviamente pasa por la pizzería, eso es un terreno que nos queda por recuperar”, indicó Marcos Giacaglia, gerente de Guerrín.

Si bien sus comensales son “de todo tipo de nivel socieconómico y de cultura”, ya que al lugar acude “tanto el taxista que frena dos minutos a comer una porción” como actores de la talla de Guillermo Francella, el cierre de fronteras y de teatros afectó muchos, por lo que ahora esperan una reactivación vinculada al regreso teatral.

“Todos no basamos un poco en la vida nocturna de los teatros, es importante que ellos vuelvan de a poquito, así vuelve la avenida en si”, agregó.

Nuevos tiempos, nueva realidad

Aquí, si gana uno ganan todos, y es que cada establecimiento se beneficia del mayor movimiento en una calle que antes de la pandemia rebosaba movimiento, y donde casi toda actividad es un guiño al turista, desde casas de cambio a tiendas de “souvenirs”, en las que las ventas han bajado notablemente y las figuras de Mafalda o artículos de tango permanecieron más tiempo del habitual en las estanterías.

Paola Flores trabaja desde hace cinco años en una de estas tiendas de recuerdos, en la que antes de la pandemia el cliente habitual era extranjero, principalmente brasileño, y que ahora sobrevive con una facturación menor sostenida por el poco turismo interno que se produce. “Se extraña al turista”, aseveró.

Muchos de los trabajadores de esta calle son testigos de buena parte de la historia de la ciudad, como ocurre con Magdalena Guaida, quien desde hace 14 años trabaja en un pequeño kiosco de revistas y diarios, y acostumbrada al frenesí habitual observa “muy triste” la nueva situación, ante la que muchos optaron por cerrar sus negocios.

“Ahora se ve un poco más de gente, pero locales cerraron bastantes, todo cerró acá en la cuadra, quedamos muy pocos locales”, concluyó.