Los ensayos de vacuna de VBI son hasta el momento prometedores y la compañía espera lanzar estudios clínicos en los próximos meses con resultados para principios del 2023. (Foto: Javier TORRES / AFP)
Los ensayos de vacuna de VBI son hasta el momento prometedores y la compañía espera lanzar estudios clínicos en los próximos meses con resultados para principios del 2023. (Foto: Javier TORRES / AFP)

Si los fabricantes de vacunas trabajan para enfrentar nuevas variantes del , los científicos apuntan más lejos y buscan una vacuna universal contra los coronavirus, capaz de atacar futuras cepas y evitar otra pandemia.

Desde que la carrera por la primera vacuna antiCOVID impulsó una nueva generación de inmunizantes, muchos trabajos han intentado dar con una inyección que sirva para proteger contra todos los coronavirus.

Drew Weissman, de la Universidad de Pensilvania, uno de los pioneros en la tecnología del ARN mensajero utilizada en la vacuna de Pfizer, lleva adelante uno de esos proyectos.

En su opinión, la adaptación de las vacunas existentes a todas las variantes conocidas -Pfizer anunció un plan en ese sentido hace unas semanas- tiene un límite: “Van a aparecer nuevas variantes cada tres o seis meses”.

Tras dos años intentando infectar cada vez más seres humanos, el virus comienza a mutar de manera específica para eludir la inmunidad adquirida gracias a las vacunas, como sucede con las constantes mutaciones de la gripe, que necesitan anualmente una vacuna modificada, explica.

“Esto complica un poco las cosas, porque ahora luchamos de manera frontal con el virus”, resume Drew Weissman.

Su equipo trabaja en una vacuna universal anti-coronavirus. Para ello intenta hallar “secuencias de epítopo (determinante antígeno) muy bien preservadas”, es decir fragmentos enteros del virus que no pueden mutar fácilmente por éste moriría sin ellos.

Pero no será sencillo. “Podríamos tener una vacuna universal en dos o tres años, pero vamos a continuar trabajando sobre eso y adaptándola para mantenernos por delante del virus”, describe Drew Weissman.

El COVID-19 no es el primer coronavirus que se transmite de animales a humanos en este siglo: el SARS (síndrome respiratorio agudo grave) mató a unas 800 personas en el 2002-2004, y el MERS-CoV (coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio) lo siguió en el 2012.

Cuando la compañía biotecnológica estadounidense VBI Vaccines anunció su proyecto pan-coronavirus en los primeros días de la pandemia, en marzo del 2020, apuntaba contra estos tres virus.

Si uno imagina a cada antígeno de su vacuna como un color primario, esos investigadores esperaban que su inmunizante aportase anticuerpos no solo para esos colores sino también para “las diferentes tonalidades de naranja, verde y violeta halladas entre esos colores”, indica Francisco Díaz-Mitoma, jefe médico de VBI.

“En otros términos, intentamos enseñar al sistema inmunitario a ampliarse a las variantes del virus si es capaz de ‘ver’ desde el inicio”, precisa.

“Un paso adelante”

Los ensayos de vacuna de VBI son hasta el momento prometedores -incluyendo en murciélagos y pangolines-, y la compañía espera lanzar estudios clínicos en los próximos meses con resultados para principios del 2023.

Otro proyecto, que utiliza nanopartículas de ferritina, liderado por Barton Haynes, director del Instituto de Vacunas Humanas de la Universidad de Duke en Estados Unidos, recibió financiamiento del Estado.

Esta vacuna, que apunta contra los virus como el SARS pero también una paleta más amplia de coronavirus del tipo MERS, demostró ser eficaz contra ómicron, según Barton Haynes.

Para Pamela Bjorkman, del Instituto de Tecnología de California, una verdadera vacuna universal contra el coronavirus no es probablemente realista vista la multiplicidad de las variantes, incluyendo las de los simples resfríos.

Su proyecto utiliza una estrategia de nanopartículas en mosaico para atacar la familia B de los betacoronavirus, que incluyen el SARS-CoV original y el SARS-CoV-2, origen del COVID-19.

Esta “búsqueda” es comparable a “muchos años de esfuerzos para fabricar una vacuna antigripal universal”, subrayó Bjorkman.

Como Barton Haynes, Bjorkman estima que la rapidez del inicio de los ensayos clínicos en el hombre es crucial para tener una vacuna ampliamente disponible.

A pesar de que ninguno de esos proyectos de vacunas pan-coronavirus actuales no sería desplegado el año próximo, su llegada podría cambiar el enfoque mundial del COVID.

“Si una vacuna pan-coronavirus logra dar una inmunidad más amplia contra los coronavirus nos permitiría globalmente dar un paso adelante sobre la pandemia”, según Francisco Díaz-Mitoma.

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