La decisión de Estados Unidos de poner en la lista negra a Huawei no va a afectar la vida móvil de los chinos.
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Por Adam Minter

Es temporada de graduaciones en y no podría caer en peor momento para el récord de 8.34 millones de estudiantes que salen de la universidad este año.

La economía en desaceleración, más limitada aún por la guerra comercial, presenta el peor mercado laboral chino al menos desde el 2015.

Los más afectados serán los aspirantes de cuello blanco que en este momento están lanzando al aire sus togas y birretes. Los aplicantes exceden de lejos la cantidad de puestos de trabajo en las grandes ciudades y las expectativas salariales sencillamente no se cumplirán.

En días recientes, los medios estatales han advertido sobre la "muy complicada y severa situación". Esta declaración se queda corta frente a la realidad.

Para un gobierno cuya autenticidad reposa en su habilidad para garantizar prosperidad, este desempleo profetizado para los recién graduados plantea serias dudas sobre cuánto tiempo podrá permitirse mantener una guerra comercial con

China se ha esforzado por encontrar empleos para un número de graduandos que no para de aumentar desde finales de 1990. En ese entonces, el nivel promedio de educación superior en China era mucho menor que el de la mayoría de los países en desarrollo. Por ende, el gobierno aumentó de manera masiva el gasto en instituciones de educación superior.

Entre 1998 y 2004, el número de estudiantes de grado en China aumentó de 3.41 millones a 13.33 millones. Y la tendencia continúa: en el 2018, 28.31 estudiantes estaban matriculados en programas universitarios en China.

Este crecimiento ha generado beneficios innegables. Una educación superior más generalizada ha mejorado la movilidad social y ha permitido el desarrollo de prósperos grupos empresariales alrededor de las universidades en ciudades como Pekín y Shenzhen, entre otros beneficios.

Infortunadamente, también ha tenido sus inconvenientes. Entre el 2000 y 2005, la tasa de desempleo entre los graduados universitarios aumentó 9%, en gran parte debido a la mala calidad de la educación recibida por los estudiantes y al desajuste entre los planes de estudio y las habilidades exigidas por los empleadores.

Diez años después, la tasa de desempleo se había moderado: solo 8% de los graduados continuaban desempleados seis meses después de graduarse. Pero de los que encontraron trabajo, una cuarta parte de la población ganaba menos que el trabajador migrante promedio, lo que resalta un continuo desajuste de habilidades. El subempleo crónico sigue siendo un problema persistente.

Este año, la situación es aún más sombría, con un desempleo real que se avecina para muchos. Durante los primeros tres meses del 2019, la proporción de vacantes de empleo a solicitantes se redujo a 1.68, desde 2.38 en el cuarto trimestre del 2018.

Zhaopin.com, el principal reclutador de empleos en línea de China, informó que su número de ofertas laborales disminuyó 7.6% durante el primer trimestre, mientras que las aplicaciones aumentaron en 3%.

La desaceleración de la economía no solo está afectando a las fábricas orientadas a la exportación. Una encuesta reciente de aproximadamente 40 firmas que generalmente contratan graduados universitarios reveló que 80% no aumentaría el número de empleados en el 2019. Entre ellas se destacaban las firmas financieras con buenos salarios.

Entretanto, incluso antes de que las últimas restricciones de frente a elevaran el espectro de una guerra fría tecnológica, las tecnológicas chinas también estaban recortando drásticamente.

En febrero, el gigante de viajes compartidos Didi Chuxing Inc. anunció que reduciría alrededor de 15% de su fuerza laboral; se dice que el minorista en línea JD.com está recortando aproximadamente 12,000 empleos y revocando ofertas de trabajo. De hecho, recuentos de estas vivencias y recortes en la industria abundan en las redes sociales y en la prensa general.

El sombrío panorama laboral aún no ha llevado a los graduados a las calles. Además de refunfuñar en las redes sociales o conformarse con empleos menos que ideales, muchos optan por abandonar el sueño de trabajar en una de las grandes ciudades dey optan por carreras menos remuneradas en metrópolis más pequeñas, donde los gobiernos locales están subsidiando la vivienda y otros gastos.

Otros están volviendo a la escuela: un récord de 2.9 millones de personas tomaron los exámenes de ingreso a la escuela de posgrado de China en diciembre, 21% más que hace un año.

Sin embargo, el gobierno no puede contar con su indulgencia indefinidamente: a medida que los que buscan empleo interiorizan sus posibilidades laborales cada vez más reducidas, inevitablemente buscarán chivos expiatorios.

Las autoridades están respondiendo con medidas de emergencia, como reembolsos del seguro de desempleo a empresas que no despiden trabajadores, subsidios para empresarios y, a partir de esta semana, un grupo de trabajo a nivel de gabinete para hacer frente a la crisis laboral.

Estos pasos pueden ayudar a amortiguar el golpe de la guerra comercial. Y, a largo plazo, China necesitará una fuerza laboral mejor educada si quiere cumplir sus ambiciones de dominio sobre las industrias del futuro.

Si el gobierno en realidad pretende potenciar las perspectivas de sus graduados, también debe invertir más en educación vocacional y politécnica, mientras trabaja para mejorar las pasantías y otros programas de capacitación de habilidades que preparan a los graduados de China para aquellos empleos que los empleadores realmente están ofreciendo.

Aunque el curso de la guerra comercial no dependa China, al menos puede entrenar a sus soldados de manera más efectiva.