(Foto: AFP)
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Cuerpos de seguridad impidieron el domingo el ingreso del líder opositor venezolano a una sesión en la Asamblea Nacional, donde busca postularse para la reelección a la presidencia de dicho órgano y continuar su lucha para sacar del gobierno al ilegítimo presidente

“No nos permitieron la entrada, de manera muy violenta, además. Me disculpo con ustedes por este bochornoso show. Seguiremos insistiendo”, declaró Guaidó a miembros del cuerpo diplomático afuera del Congreso.

El líder opositor, que exhibía signos de golpes y vestía un traje azul con pedazos desgarrados, incluso trató de ingresar trepando a las rejas del ala sur del Palacio Legislativo, pero guardias nacionales equipados con escudos plásticos se lo impidieron.

La ya confusa lucha política de se tornó aún más desconcertante porque una fracción disidente de la oposición intentaba instalar un sustituto para el líder opositor.

Aprovechando las dificultades de Guaidó para ingresar al hemiciclo debido a la acción policial, legisladores oficialistas y un grupo de diputados opositores acusados de aliarse con el gobierno trataban de abrir la sesión para juramentarse a la dirección del Legislativo. Sin embargo, algunos diputados leales a Guaidó que lograron ingresar lo impidieron.

“A esta hora Venezuela no tiene Parlamento instalado”, le dijo Guaidó a la prensa, denunciando que con una “mayoría artificial” los legisladores oficialistas y disidentes de la oposición intentaron instalar la sesión.

Por su parte, el subsecretario del Departamento de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak, declaró el domingo que, para Washington, Guaidó sigue siendo el presidente encargado de Venezuela. En su cuenta de Twitter dijo que “la falsa sesión de la Asamblea Nacional de esta mañana careció de quórum legal. No hubo voto”.

Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Bolivia, estrechos aliados de la oposición venezolana, también condenaron los incidentes ocurridos en el Congreso.

El ministro de Exteriores de Brasil, Ernesto Araujo, acusó a Maduro de intentar “evitar por la fuerza un voto legítimo en la Asamblea Nacional y la reelección” de Guaidó al frente de ese órgano legislativo, y expresó en Twitter que Brasil no reconocerá ningún resultado de “esta violencia y afrenta a la democracia”.

El único tema de la sesión de instalación es elegir a la nueva junta directiva que dirigirá la Asamblea durante el quinto y último año de sesiones.

Desde principios de la jornada, más de un centenar de policías y guardias nacionales con vehículos y equipos antimotines rodearon la Asamblea Nacional, en el centro de Caracas, y bloquearon los accesos.

Los agentes obligaron a los legisladores opositores a someterse a revisiones en tres puntos de control y les exigieron sus credenciales, argumentando que tenían órdenes de negar la entrada a varios asambleístas a quienes el Tribunal Supremo de Justicia les prohibió llevar a cabo sus funciones.

A docenas de periodistas acreditados por la legislatura también se les impidió cubrir la sesión, ya que las fuerzas de seguridad exigieron que tengan permiso del Ministerio de Comunicaciones, un cambio en la práctica hasta ahora y desconociendo la autoridad del Poder Legislativo.

Muchos consideran ya un hecho que Guaidó, un ingeniero de 36 años, será elegido para un segundo período consecutivo al frente de la Asamblea Nacional debido a que los cuatro grandes partidos Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, y algunas organizaciones minoritarias, que suman más de 90 diputados, aseguraron el respaldo al dirigente para que continúe en el cargo y siga siendo presidente encargado de Venezuela, posición que asumió hace casi un año tras autoproclamarse en una concentración en la capital.

El reglamento interior del Congreso establece que el presidente, el primero y el segundo vicepresidentes, y los secretarios de la junta directiva de la Asamblea Nacional deben ser electos por la mayoría de los votos de los diputados presentes en la sesión.

El bloque oficialista, integrado por unos 45 diputados, asistió a la sesión, al igual que siete diputados disidentes que últimamente se han convertido en críticos de Guaidó. Esos siete congresistas se distanciaron de la oposición tras verse implicados en un caso de corrupción, y fueron acusados de ponerse del lado del gobierno para no apoyar la reelección de Guaidó, señalamientos que ellos rechazan.

El domingo reapareció el diputado Juan Pablo Guanipa, uno de los 25 legisladores opositores que huyeron del país o se escondieron sin revelar su ubicación luego que las autoridades les abrieron procesos judiciales en los últimos siete meses.

Guaidó, que hace un año era un desconocido, se ha convertido en la principal figura política en el país con un respaldo popular de 45%, superando a Maduro, quien tiene un apoyo de 12%.

En los últimos meses el también dirigente del partido Voluntad Popular ha enfrentado un desgaste político que los analistas relacionan con el hecho de que no cumplió su oferta política de sacar a Maduro de la presidencia, a quien Guaidó acusa de haberse reelegido ilegítimamente en 2018.

Pese a dicho desgaste, la oposición sigue apostando a Guaidó debido a que es su figura con mayor respaldo popular, y les garantiza una imagen de estabilidad y unidad, dijo el analista Félix Seijas, director de la encuestadora local Delphos.

“La mayoría sigue apostando a la gestión de Guaidó porque considera que en este momento él sigue siendo el mayor chance que tiene la oposición de lograr algo, de acercarse al cambio”, agregó.

Seijas indicó que en la decisión de la oposición también privó el hecho de que más de 50 países reconocen a Guaidó como presidente encargado de Venezuela.

Sobre las acciones que llevará adelante en su segundo período Guaidó no ha ofrecido mayores detalles, y sólo dijo a la AP que para el 2020 “hay que corregir parte de los errores que tienen que ver con comunicación, que tienen que ver con persecución, tienen que ver con búsqueda de más alianzas, tienen que ver con hablarle más a la fuerza armada”.

La falta de contundencia en las propuestas para este año ha generado dudas entre los analistas de que el líder opositor pueda superar su desgaste político, reanimar a los sectores adversos al gobierno y elevar las presiones internas para lograr una salida a la profunda crisis que enfrenta Venezuela, azotada por hiperinflación y una severa recesión económica que han generado la migración de 14% los habitantes.