Por Daniel Moss
Banqueros centrales desde Sídney hasta Washington confiesan que no saben cuán significativo será el impacto económico del coronavirus. Esto es más alentador de lo que uno pensaría.
En una era posterior a la Gran Recesión de preanuncio monetario, pronósticos trimestrales y metas de inflación, los inversionistas han exigido claridad y se han acostumbrado a obtenerla. Es entendiblemente discordante escuchar a altos funcionarios decir que están tomando las cosas día a día o cambiando de rumbo abruptamente.
El martes, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo a un comité del Congreso que el virus “muy probablemente” tendrá algún efecto en Estados Unidos, y está esperando ver si esto conduce a una “reevaluación material de las perspectivas”. Solo dos semanas antes, cuando la Fed mantuvo las tasas quietas, su declaración no mencionaba el brote. En una conferencia de prensa posterior, Powell dijo que figuraba entre las “incertidumbres” del pronóstico.
En Australia, Alexandra Heath, directora de análisis económico del Banco de la Reserva (RBA, por sus siglas en inglés), dijo el miércoles que el virus probablemente no es solo un impacto pasajero antes de que "todo vuelva a la normalidad". Agregó: "Algo que no tenemos aquí, y es un riesgo muy grave para las estimaciones, es que realmente no hemos tenido en cuenta que China es central en muchas cadenas de suministro".
Más allá de la confusa admisión de que RBA no consideró el rol de China en la red comercial mundial, la declaración contrasta con los comentarios de la semana pasada cuando el banco central mantuvo las tasas sin cambios. En su revisión de la economía global, RBA dijo que si bien el coronavirus tendrá un gran efecto en China, es demasiado pronto para medir cuánto durará.
Tres días después, el gobernador de RBA, Philip Lowe, dijo a legisladores que los riesgos son probablemente mayores que el brote de 2003 del síndrome respiratorio agudo grave. Si la tasa de infección disminuye, dijo, "hay perspectivas razonables de una recuperación rápida". Vale la pena señalar que Australia es una de las naciones del mundo desarrollado más dependientes de China. Una famosa expansión de tres décadas se explica en parte por la demanda continental de las materias primas del país.
Es tentador ver bipolaridad en estos comentarios, pero demos algo de crédito a la Fed y el RBA. ¿Hay alguien, en cualquier lugar, que pueda decir con convicción cómo evolucionará la epidemia o cómo afectará a las economías de China y sus socios comerciales? A medida que el virus se propaga, la sociedad inevitablemente buscará certidumbre en los banqueros centrales y expertos en salud. Sin embargo, con un brote que evoluciona rápidamente, un ciclo de noticias de 24 horas y el feroz metabolismo de las redes sociales, es imposible hacer las cosas bien todo el tiempo. Entonces, es mejor ser honesto y decir: simplemente no sabemos.
No abogo por la confusión o, en el otro extremo del espectro, los mensajes de WeChat tintados de rumor con el emoji de un puño, como se sabe que publica el Banco Popular de China. Mientras los funcionarios nos digan que son conscientes de la gravedad, que están en ello y tratando de controlar los eventos antes de responder, eso debería ser aceptable, por un rato. Han pasado aquellos tiempos en que banqueros centrales necesitaban mantener rostros de sabios y omniscientes: la agilidad de pensamiento y palabra debería convertirse en el nuevo punto de referencia. Lo que es contraproducente es reconocer que habrá daños económicos y luego sonar optimista, como escribí la semana pasada.
Ya estamos comenzando a ver los beneficios del seguimiento de pensamientos en tiempo real. Los funcionarios que contemplan recortes de tasas parecen estar avanzando hacia dicho fin. Los comentarios de Powell que vinculan las consecuencias del virus con la cuestión de una "reevaluación material" son significativos. Sugieren que el brote no tiene que perjudicar realmente la economía de EE.UU. para que la Fed tome medidas, solo necesita alterar el pronóstico. Históricamente, esa frase ha sido usada con moderación.
Demos algo de tiempo a Heath, respetada miembro del personal superior del RBA, para calibrar las cosas y unos puntos a favor por sinceridad. Tanto ella como Powell podrían haber sido más delicados. Pero, a su manera, nos han dado una idea del futuro. Este es uno de esos momentos en los que está bien ser un poco humano.