(Foto: AFP)
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Confinada en su casa de , Tamara no se acerca a una gasolinera desde hace tiempo. Para llenar el depósito de su auto, en este emirato hiperconectado le alcanza con utilizar una aplicación en su teléfono móvil para que le entreguen el combustible a domicilio.

¿Barras de hielo para enfriar el agua de la piscina? ¿Un café cortado bien caliente? ¿Un pastelillo para engañar al estómago? Con un 90% de extranjeros, Dubái destaca por sus servicios de entrega expresa, garantizado por un ejército de inmigrantes con bajos salarios, indios y paquistaníes en su mayoría.

En motocicletas, con los colores de las aplicaciones a las que sirven, estos mandaderos circulan en tromba por las avenidas casi desiertas, a la sombra de torres gigantescas, a causa del toque de queda vigente para contener la de

Tamara, de 28 años y origen libanés, quien trabaja en el sector de las redes sociales, a pesar del encierro no ha dudado en hacerse llevar gasolina a su casa gracias a la aplicación Cafu.

Ante la necesidad de respetar la distancia social, este servicio se revela aún más "apropiado", afirma. "No quiero hacer cola, ni salir de casa", añade la joven nacida en Dubái, considerada la ciudad más "inteligente" de Oriente Medio.

"El cliente sólo debe dejar el depósito de gasolina abierto. No necesita estar presente", explica Mullika Indy, recadero de Cafu.

Desde comienzos de abril, Dubái lanzó un amplio programa de desinfección de sitios públicos, con restricciones a los desplazamientos, controlados y limitados a las emergencias, visitas médicas y compras en supermercados y farmacias.

Oficialmente, ha detectado más de 7,200 infectados y 43 muertes por Covid-19.

“Misión”

Las aplicaciones de entrega a domicilio privilegian las medidas de precaución tomadas en este contexto, que sus empleados deben respetar tanto en su vestimenta como en sus gestos.

Mascarillas en el rostro y manos enguantadas, manteniendo la distancia con el cliente. Dado que la factura es prepaga, alcanza con dejar la mercancía en el portal sin necesidad de interacción humana.

Recadero de Deliveroo, Chen Singh, indio de 22 años, señala que las precauciones rigurosas justifican los retrasos en las entregas respecto a la rapidez anterior a la pandemia en Dubái.

"Ahora, primero debemos desinfectarnos, luego enguantarnos. Tocamos timbre y dejamos la mercadería a un metro de la puerta hasta que sea recogida", dice.

A pesar del contexto difícil, un colega insiste en lo importante de su tarea. "Si no garantizamos las entregas, todo el mundo saldrá y el coronavirus se convertirá en un gran problema", afirma Issa Jandir.

"Con nuestra misión de servicio a la sociedad, y si Dios así lo quiere, pronto el coronavirus desaparecerá en Emiratos", aspira este paquistaní de 38 años.

Alcohol y otros

Con el cierre de los centros comerciales, restaurantes, bares, salas de deportes y playas, los servicios de entrega se han convertido en la panacea contra el aburrimiento en esta ciudad, sinónimo de confort, lujo y glamour.

Ultradinámica, templo del consumo y visitas a los restaurantes de moda, Dubái cuenta con más de la mitad de su población extrajera, gran parte de la cual evita cocinar y raramente se encierra en casa.

En estos tiempos de confinamiento, los centros de "fitness" envían sus aparatos a sus clientes para que puedan mantenerse en forma, ya sean bicicletas fijas o caminantes, cuyo precio de alquiler varía según el plazo solicitado por éstos.

Para beber alcohol en casa, una tienda entrega cerveza, vino y whisky, eso sí, a condición de presentar un permiso específico, que emiratos impone a todo aquel que quiera regar adecuadamente sus veladas.

Para los extranjeros, “en Dubái no hay que preocuparse por los servicios”, aseguran.