Emigración. (Foto: Reuters).
Emigración. (Foto: Reuters).

Pedir asilo político o religioso, comprar una casa o abrir una empresa son algunas de las fórmulas usadas por los iraníes para emigrar y conseguir residencia en otro país, una alternativa cada vez más común para escapar de la crisis en .

"No hay futuro en Irán". Esta es la frase más repetida por todos los iraníes entrevistados que planean abandonar su país o que lo han hecho recientemente.

Las principales razones de esta desesperación son el aumento la inflación, la devaluación de la moneda nacional, el desempleo, elevado principalmente entre los jóvenes, y la incertidumbre creada por la reimposición de las sanciones estadounidenses contra Irán.

A esto se suma que mucha de la gente que desea emigrar no comulga con el sistema islámico que gobierna Irán desde hace 40 años y está harta de las restricciones sociales existentes y de la falta de libertades.

"La situación es complicada tanto a nivel social como económico. La vida en Irán ya era difícil por las restricciones, y ahora, además, todo se ha encarecido muchísimo", se lamentó Sara, una traductora de francés de 35 años que quiere emigrar a Canadá, donde espera encontrar un buen trabajo y seguir formándose.

Sara, que está estudiando inglés para lograr un certificado que le permita conseguir la ansiada residencia, explicó a Efe que, aunque tanto ella como su marido trabajan, su poder adquisitivo "ha bajado considerablemente" en los últimos meses.

El ha pronosticado que la economía iraní va a contraerse 3.6% este año y que la inflación superará el 30%, mientras que la moneda nacional, el rial, ha perdido desde abril pasado un 60% de su valor respecto al dólar.

"No creo que la situación mejore en Irán", dijo la traductora, para quien abandonar su país es "una decisión muy difícil" pero se ve influida por la determinación de su marido, que se niega a tener hijos en Irán.

Esta pareja todavía tiene muchos años de carrera laboral por delante y planes de futuro. Sin embargo, no solo los menores de 40 años tratan de emigrar, también tienen esta idea personas mayores ya jubiladas.

Es el caso de Sepideh y Reza, un matrimonio de 65 años con buena situación económica. Pese a tener varias propiedades alquiladas en Teherán y una pequeña compañía de petróleo, han decidido marcharse.

Primero alquilaron una casa en España y solicitaron una residencia no lucrativa, que no lograron, por lo que optaron por registrar una empresa en Georgia con el objetivo de obtener la residencia en ese país.

"Si logramos el permiso, al menos podremos disfrutar del tiempo que nos queda con más tranquilidad, ya que no necesitamos trabajar porque nuestros ingresos son suficientes", indicó Reza.

También han animado a sus hijos a que sigan su ejemplo, ya que temen que estalle "una guerra" en el país, un riesgo comentado por muchas personas debido a la retórica belicista que en el último año han empleado Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel contra Irán.

El número de iraníes que ha comprado casas en Georgia o Turquía para obtener permiso de residencia se ha disparado en el último año. Según datos oficiales, en el caso turco, las adquisiciones de vivienda se han triplicado con respecto al 2017.

Los países vecinos son una alternativa más sencilla, pero la mayoría de los iraníes prefieren Canadá o Australia, destino al que ya han emigrado muchos de ellos, algunos en situación irregular, y Europa, principalmente Alemania.

Según diplomáticos europeos consultados por Efe, el número global de iraníes que han pedido asilo o se han quedado en situación irregular en Europa no ha aumentado respecto a otros años, pero en proporción sí lo ha hecho, ya que las embajadas están emitiendo menos visados.

Uno de los que ya se encuentra en Alemania es Ali (nombre ficticio por lo delicado del caso), un joven de 32 años de buena familia pero desempleado que decidió pedir asilo religioso, aunque es musulmán y no se ha convertido a otra religión oficialmente, algo que está prohibido por ley en Irán.

Ali llegó incluso a plantearse casarse con una mujer alemana de 60 años para conseguir la residencia, todo con tal de dejar atrás un país en el que considera que con la crisis actual "no hay posibilidad de prosperar".

Las autoridades alemanas le denegaron el asilo y ahora espera el fallo de su apelación. Ali es consciente de que el haber alegado motivos religiosos dificulta un eventual regreso a Irán, pero cree que es mejor: "No quiero cometer el error de volver por extrañar a mi familia".

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