(Foto: Getty Images)
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El acuerdo entre y que ha decidido el destino del norte de , fuera de las manos de los kurdos, dibuja de nuevo unas fronteras en un país que se convirtió hace tiempo en un territorio en guerra para un poder que no ostenta ni el propio Damasco.

La autoridad de facto del Kurdistán sirio, más conocido como Rojava y no reconocido por el Gobierno sirio, comenzó su proyecto autónomo en el 2012 con el vacío de poder dejado en esa región por la guerra civil iniciada en el 2011, aunque no fue hasta el 2015 cuando se declara oficialmente.

Desde entonces ha cambiado de nombre hasta en tres ocasiones, la última a finales del 2018.

Pero, después de que los kurdos hayan cedido el sector fronterizo con Turquía a las tropas de Ankara y Moscú y hayan permitido al Gobierno sirio desplegarse en su territorio tras la "traición" de su mayor aliado, Estados Unidos, que ha retirado a sus fuerzas, ¿se termina el sueño de los kurdos de liderar un territorio autónomo en Siria?

Una autonomía que se esfuma

Para Nicholas Heras, analista y experto en Oriente Medio del Center for New American Security, "el acuerdo entre Rusia y Turquía es el principio del fin del proyecto del Kurdistán autónomo en el norte y noreste de Siria".

En declaraciones a Efe, Heras matiza que todavía "no es seguro cómo los kurdosirios pueden defender sus derechos culturales y sociales en esta nueva Siria bajo el control" del presidente Bachar al Asad.

Los kurdos aprovecharon la situación para establecer y afianzar el dominio de su región durante su ofensiva contra el grupo yihadista Estado Islámico, que desde el 2014 empezó a ocupar extensas partes en el norte y noreste del país, empezando por Kobane.

El primer reto fue en esa misma ciudad, donde unas unidades lideradas por kurdos, árabes y asirios, de las que se formarían las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), consiguieron derrotar al grupo extremista, cuyos combatientes están ahora muertos, huidos o en prisiones en el noreste de Siria.

Desde entonces, las FSD se aliaron con Estados Unidos en el marco de la coalición internacional creada para luchar contra los yihadistas.

Sin embargo, esa hermandad se terminó con el abrupto anuncio del presidente estadounidense, de la retirada de sus tropas, dejando a los kurdos a expensas de lo que podría pasar, al no querer verse involucrado en un conflicto con un socio de la OTAN como es Turquía.

"Está bastante claro que los grandes actores que se encuentran en Siria, particularmente Rusia y Turquía, están deseando sacrificar a los kurdos con el objetivo de conseguir sus ambiciones políticas dentro de Siria"; señaló Heras.

Rusia, la ganadora en Siria

El pasado 9 de octubre Turquía lanzó su tercera ofensiva contra el norte de Siria, que llevaba meses anunciando, para establecer la denominada "zona de seguridad" en la frontera con el objetivo de reasentar a dos millones de refugiados sirios, una medida que los kurdos consideran una "limpieza étnica".

Ayer, en la ciudad rusa de Sochi, Putin y Erdogan llegaron a un memorando de entendimiento en el que se estipula que la policía militar rusa y guardias fronterizos sirios entrarán desde este miércoles en la franja fronteriza, con el fin de facilitar la retirada de las milicias kurdosirias, a las que Ankara considera "terroristas", y sus armas.

El resultado ha sido la retirada de los kurdos de las ciudades de Ras al Ain y Tal Abiad, los dos extremos de esa franja en que hace unas semanas patrullaban estadounidenses y kurdos y ahora comenzarán a patrullar rusos y turcos.

"Tanto Putin como Al Asad ven el acuerdo como un paso más para obtener el control total del territorio sirio. Este pacto es parte de un gran plan ruso para deshacerse de la presencia estadounidense y de la autonomía kurda en Siria", asegura Aykan Erdemir, antiguo parlamentario turco y miembro de la Foundation for Defense of Democracies (FDD).

Y añade: "Al Asad mirará hacia otro lado con respecto a la zona segura, sabiendo muy bien que se trata de un compromiso táctico para garantizar sus objetivos estratégicos a largo plazo".

Para Erdemir, "por ahora" Al Asad y Putin parecen ser los ganadores, mientras que Estados Unidos y sus socios de las FSD son los perdedores.

“A la larga, Putin es el que más se beneficia, ya que este proceso obligará a Siria a seguir siendo cliente del Kremlin y someterá a Turquía a una mayor influencia rusa. Erdogan tardará un tiempo en darse cuenta de que él también está en el bando perdedor y que Putin es el ganador final”, sentencia.

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