Después de sorprender al mundo en septiembre con la promesa de que China lograría la neutralidad de carbono para el 2060, el presidente Xi Jinping tiene la oportunidad de afirmar su liderazgo global sobre el tema ambiental antes de que Joe Biden llegue con una ambiciosa agenda verde a la Casa Blanca.
Xi tiene previsto hablar en la Cumbre para la ambición climática que se realizará de manera virtual el sábado, donde más de 70 líderes marcarán el quinto aniversario del histórico Acuerdo de París al compartir los nuevos pasos que sus países están tomando para frenar el calentamiento global. Todos los oradores deben presentar compromisos sólidos y actualizados, un requisito que llevó a la exclusión de grandes contaminadores como Australia, Brasil y Arabia Saudita.
La promesa de Xi para el 2060 recibió elogios internacionales en un momento en que China, el mayor contaminador del mundo, vio su reputación global empañada por críticas a una serie de problemas, desde cómo Pekín manejó el brote de COVID-19 hasta las represiones en Xinjiang y Hong Kong. La prueba de fuego para su discurso del sábado será qué tan lejos llega al aclarar cómo China pretende alcanzar el objetivo del 2060, que hasta ahora carece de detalles clave.
China aún no ha anunciado sus objetivos actualizados para el 2030 en el marco del Acuerdo de París, conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional, que vencen a finales de año. China actualmente apunta a alcanzar el pico de emisiones para el final de la década.
Expertos ambientales dijeron que sería significativo si Xi anunciara que China está acelerando su emisiones máximas para el 2025 o que detendrá nuevos proyectos de carbón en el país y en el extranjero. Sería menos emocionante si anunciara que China fijará una fecha de lanzamiento para un mercado de comercio de carbono o nuevos objetivos para reducir las emisiones por unidad de producto interno bruto y agregar combustibles no fósiles a la combinación energética.
Diplomacia ambiental
Hacer frente al cambio climático ha sido una herramienta efectiva de política exterior para Xi. En el 2014, trabajó en un acuerdo bilateral de emisiones con el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, que allanó el camino para que ambos países se unieran al Acuerdo de París dos años después, obteniendo el reconocimiento de Xi en China y en todo el mundo.
Mientras Biden se prepara para asumir la presidencia, lo ambiental sigue siendo uno de los pocos temas en los que EE.UU. y China podrían cooperar. EE.UU. está listo para volver a unirse al Acuerdo de París bajo Biden, una medida que podría revivir un área de interés común.
La promesa de China para 2060 también podría ayudar a crear una atmósfera más positiva a medida que Pekín y Bruselas llevan a cabo negociaciones avanzadas sobre un acuerdo de inversión en el que se espera que las políticas ambientales desempeñen un papel importante.
El viernes, líderes de la UE acordaron reducir la contaminación en al menos 55% para el 2030, frente al 40% anterior, lo que presenta un nuevo compromiso para promocionar en la reunión del sábado.
Presiones internas
Al asumir nuevos compromisos climáticos con la comunidad internacional, Xi tendrá que sopesar la buena voluntad potencial que generaría frente a la realidad que tiene en casa. La recuperación económica pospandémica sigue siendo una prioridad, y el aumento del nacionalismo en China también corre el riesgo de una reacción violenta contra cualquier implicación de que los líderes del país están tomando decisiones bajo la presión de potencias extranjeras. Los funcionarios locales también a menudo se resisten a reformas radicales.
Si bien las compañías eléctricas estatales se volcaron recientemente hacia las energías renovables y el Gobierno ha impulsado nuevas industrias verdes con subsidios generosos, China todavía extrae y quema la mitad del carbón del mundo, el combustible fósil más sucio y sigue construyendo nuevas plantas a carbón. Una hoja de ruta para lograr el cero neto propuesto por los principales científicos ambientales de la nación argumenta a favor de cambios incrementales en los próximos 15 años seguidos de una rápida aceleración en energía solar y nuclear.