(Foto: AP)
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El apoyo del empresariado fue vital para la victoria electoral de , pero el presidente electo no ha dado muchos detalles sobre sus planes para revitalizar la economía y reducir la deuda, y hay quienes se preguntan si las reformas de mercado libre que planteó durante su campaña se harán realidad o si volverá a su vieja prédica nacionalista.

Incluso si decide cumplir el programa elaborado por su gurú en materia económica, Paulo Guedes, economista formado en la Universidad de Chicago y la persona que convenció a muchos inversionistas de que le diesen una oportunidad a Bolsonaro, el ex capitán del ejército podría tropezar con una fuerte oposición en el Congreso y de parte de los sindicatos para llevar a la práctica sus impopulares promesas.

Su agenda económica competirá además con otras prioridades del mandatario electo, como librar una guerra frontal contra la delincuencia y la corrupción, dos temas que son mucho más importantes para él y para su base.

“No está claro lo que piensa hacer Bolsonaro en materia económica”, afirmó Matthew Taylor, profesor adjunto de la Escuela de Servicios Internacionales de la American University. “Él mismo admite ser ignorante en el campo económico, pero es extraordinariamente estatista y nacionalista”.

Por años , quien asumirá el 1 de enero, apoyó una fuerte participación del estado en la economía y sigue siendo un admirador del gobierno militar de 1964-1985, que promovió políticas nacionalistas. Durante la campaña electoral, sin embargo, propuso medidas más acordes con el mercado libre.

Resta por verse qué tan seria es su conversión. Cuando Guedes, por ejemplo, declaró a la prensa que está a favor de la privatización de decenas de compañías estatales, dijo que vendería muchas, pero retendría algunas “estratégicas”, incluidos la petrolera Petrobras y el Banco do Brasil.

En medio de tanta duda, una cosa está clara: Brasil debe reducir pronto su déficit porque de lo contrario se encamina hacia otra crisis.

Un análisis del Banco Mundial concluyó el año pasado que Brasil gasta más de lo que tiene y lo gasta mal.

El déficit del gobierno central fue un 7% del producto bruto interno en el 2017, según el Banco Central, y ha estado por encima del 5% en los últimos años.

Un buen porcentaje son los intereses de la deuda, pero incluso si se excluye ese dinero, Brasil tuvo un déficit de 1.8% del PBI el año pasado, que de acuerdo con los economistas es algo imposible de sostener ya que una deuda ya de por sí alta seguirá aumentando.

El nuevo gobierno tendrá escaso margen de maniobra para demostrar a los inversionistas que tiene planes serios para encarar ese problema, ya sea reduciendo gastos o aumentando los impuestos.

Para complicar más las cosas, Brasil está apenas saliendo de una recesión que duró dos años y el crecimiento está estancado. Esto quiere decir que no puede contar con fuertes aumentos en los ingresos impositivos para tratar de tapar agujeros. Y prometió reducir los impuestos.

Apenas conocida la victoria de Bolsonaro, Guedes, quien será ministro de economía, anunció un plan de tres partes para reducir el gasto público, a partir de una reforma al sistema jubilatorio, la privatización de empresas estatales y una serie de reformas no especificadas que buscarían reducir “los privilegios y el despilfarro”.

Los esfuerzos por reformar el sistema jubilatorio seguramente enfrentarán una fuerte resistencia de los sindicatos y otros sectores ya que obligaría a la gente a trabajar más tiempo y recibir menos beneficios.

El actual presidente Michel Temer, de conocida habilidad para negociar con el Congreso, no pudo sacar adelante la reforma. Pero Glauco Legat, analista de la firma Spinelli, destaca que la decisiva victoria de Bolsonaro le da más legitimidad que la que tenía Temer, quien asumió la presidencia tras la destitución de Dilma Rousseff como desenlace de un polémico juicio político.

Cualquier reforma tendrá que ser diluida para conseguir los votos necesarios, pero Monica de Bolle, directora del programa de estudios latinoamericanos de la Johns Hopkins University, sospecha que las propuestas de Bolsonaro serán tímidas desde el vamos ya que ha dicho que no abarcarán a los militares. Esto podría implicar que también excluye a otros sectores del servicio público, que son claves para reducir el problema.

“Las concesiones que se hagan debilitarán una reforma ya de por sí bastante diluida”, pronosticó.

Al margen de las reformas al sistema jubilatorio, Bolsonaro prometió achicar el estado, eliminando la mitad de los ministerios y vendiendo empresas estatales, aunque no las que generarían más dinero.

Los economistas dicen que la mayor parte de los ahorros provendrán de la eliminación de la ineficiencia de muchas dependencias.

El analista Legat dice que el fervor generado por la victoria de Bolsonaro puede facilitar las cosas.

“Trae optimismo y eso es muy importante para la economía en estos momentos“, manifestó.

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