Donald Trump
Donald Trump

Solo 90 millas (145 kilómetros) separan a del sur de Florida, en Estados Unidos. Esa distancia se estrechó con el restablecimiento de relaciones que impulsó en el 2014 el entonces presidente, Barack Obama; pero se agranda cada vez más con la retórica hostil de su sucesor, .

Desde su llegada al poder a principios del 2017, Trump ha restringido los viajes a Cuba, ha reducido su personal diplomático y ha endurecido el embargo con más sanciones a los hoteles de la isla; pero sobre todo ha cambiado la actitud de Estados Unidos hacia ese país, según coinciden los expertos consultados.

"Hemos pasado de un tono cívico y de respeto mutuo a un tono barbárico, intimidatorio y propio de un matón. Hemos pasado del acercamiento positivo a una retórica imperialista", dice Peter Kornbluh, director del proyecto de documentación de Cuba del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.

El mayor cambio, afirma Kornbluh, es que Trump emplea un lenguaje destinado a provocar un "cambio de régimen" en Cuba, una idea que Obama abandonó en octubre del 2016 tras décadas de hostilidad con la revolución cubana, de cuyo triunfo se cumplen ahora 60 años.

Entonces, Obama proclamó una directiva que pretendía hacer "irreversible" la normalización de relaciones iniciada en el 2014 y en la que anunció: "No seguiremos buscando el cambio de régimen en Cuba. Estados Unidos no puede imponer un modelo diferente a Cuba porque el futuro de Cuba depende de los cubanos".

El acercamiento orquestado por Obama y su homólogo cubano, Raúl Castro, buscaba acabar con medio siglo de enemistad y enterrar en el pasado momentos como la "crisis de los misiles", conocida en Cuba como la "crisis de octubre" y que en 1962 puso al mundo al borde de la guerra nuclear.

No obstante, esa armonía acabó con la llegada de Trump, quien supo conquistar al exilio cubano de Florida, contrario al deshielo.

Los dos mayores discursos sobre Cuba de su Gobierno se han producido en Florida: en junio del 2017, Trump prometió mano dura con la isla; y en noviembre de este año, su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, se comprometió a derrotar a la "troika de la tiranía", en la que además de Cuba incluyó a Venezuela y Nicaragua.

A pesar de la hostilidad de Trump, Unidos ha mantenido los 23 acuerdos bilaterales que se firmaron bajo el Gobierno de Obama y ha seguido reuniéndose con las autoridades cubanas para conversar sobre una gran variedad de temas: desde narcotráfico hasta terrorismo pasando por cibercrimen.

De esa forma, Trump no ha dado marcha atrás en el proceso de normalización de relaciones, pero lo ha congelado: ha prohibido la mayoría de transacciones de Unidos con el Ejército cubano, que controla buena parte de los hoteles, y ha limitado el tipo de viajes que los estadounidenses pueden hacer a Cuba.

El punto de inflexión, sin embargo, se produjo con los supuestos "ataques" que enfermaron a 26 empleados de la embajada de Unidos en La Habana entre noviembre del 2016 y agosto del 2017.

Debido a este episodio, Washington ordenó la salida del personal no esencial de su legación en Cuba, es decir, un 60% del total; y cerró su oficina de asuntos migratorios, de forma que los cubanos deben tramitar en terceros países los visados que necesitan para viajar a Unidos.

Con la vista puesta en el 2019, los expertos advierten de un endurecimiento de la política hacia Cuba.

De hecho, Trump está evaluando ahora mismo cuatro opciones con respecto a la isla, según William LeoGrande, profesor en la American University y autor de un libro sobre el proceso de deshielo.

La primera posibilidad que baraja Trump, explica LeoGrande, es un aumento de las restricciones a los viajes a la isla; mientras que la segunda consiste en la vuelta de Cuba a la lista de estados patrocinadores del terrorismo, de la que salió en el 2015 por decisión del Ejecutivo de Obama.

La tercera opción es la imposición de sanciones económicas a líderes cubanos y la cuarta podría ser la activación de una parte de la ley Helms-Burton de 1996, que endureció el embargo a la isla.

En concreto, Trump podría permitir que entrara en vigor el título tercero de esa ley, congelado desde hace 22 años, y eso permitiría a los cubano-estadounidenses demandar en cortes de Unidos a las compañías que se están beneficiando de propiedades en Cuba que eran de su propiedad antes de la Revolución.

A finales de enero, Trump tendrá que decidir si permite la entrada en vigor de esa provisión, algo que "paralizaría" cualquier negocio con la isla, sostiene LeoGrande.

Si Trump adopta alguna de esas cuatro medidas, habrá demostrado que sus palabras están acompañadas de acciones. Y, entonces, Unidos se alejará un poco más de Cuba.

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