Librería.
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Tras el anuncio de dos icónicas redes de librerías de de acogerse a la ley de quiebras, la industria del libro brasileña pasa por un "momento clave" que exige "reflexión" y "creatividad" para "pensar en nuevos actores" que permitan componer el escenario editorial del país, según expertos.

Ya sea por razones económicas o culturales, vender libros en Brasil nunca fue una misión fácil, pero la industria editorial alcanzó cierta estabilidad y experimentó un "boom" en las dos últimas décadas, en línea con la bonanza económica que acompañó al gigante suramericano años atrás.

Pero resulta que el "sueño" de la consolidación de Brasil como una potencia mundial no terminó de concretarse, aunque las "grandes empresas" del sector editorial siguieron viviendo bajo "la ilusión" de "un país que no se realizó", cuenta el editor Luiz Schwarcz, fundador de la editorial Companhia das Letras, asociada de la Penguin Random House.

"Se trata de una crisis derivada de la dificultad de adaptación de las grandes empresas libreras a un Brasil que no se realizó. El crecimiento brasileño se ha parado, pero el mercado editorial como un todo sigue viviendo en esa ilusión de crecimiento", afirma Schwarcz.

En las pasadas semanas, las librerías Saraiva y Cultura, las dos mayores y más emblemáticas redes del sector, anunciaron que se acogían a la ley de quiebras, así como el cierre de decenas de sus tiendas en todo el territorio brasileño.

Esos dos grupos son los responsables del 40 % de la facturación de las principales editoriales de Brasil, según explica el presidente de la Cámara Brasileña del Libro, Luis Antonio Torelli.

"El problema es ese modelo de negocios de las redes mayores, que se convirtieron en megatiendas. Ese modelo es muy difícil de administrar y eclipsa el producto principal, que es el libro", sostiene Torelli.

Ante ese escenario "trágico", tanto Torelli como Schwarcz coinciden en que la industria editorial brasileña, a ejemplo de lo que ha pasado en países como Francia, España, Alemania o Argentina, necesita "reinventarse" y para ello apuestan en las pequeñas librerías como el modelo comercial "del futuro".

Y es que, a contracorriente de la tormenta que golpeó las grandes redes brasileñas, la Librería Simple lucha por la supervivencia apoyada en la premisa de proporcionar una atención "única y personalizada" a sus clientes.

"El gran diferencial de nuestro negocio es que ofrecemos un servicio más especializado y conseguimos atender de una manera más cariñosa, más atenta, con más conocimiento y con más dedicación", dice Felipe Faya, uno de los socios de la tienda, que sin timbres, placas o mayores alardes, construye "día tras día" su clientela en una discreta vivienda situada en una calle a pocos minutos de la emblemática Avenida Paulista.

Faya agrega que, más allá del "libro como producto", existe en el país una "crisis histórica de lectores".

Así, a los 40 % de brasileños que admiten no leer a menudo, hay que sumar un modelo de negocios que beneficia a las grandes compañías y "estrangula" los pequeños libreros, ya que las condiciones de compra y consignación "no son las mismas" para ambos.

"Entendemos que nuestro negocio está en crisis, siempre estuvo y va continuará estando en el futuro si no se cambia el modelo del mercado del libro, que hoy es muy perverso con las pequeñas librerías", recalca Faya.

En la misma línea, otro socio de la Librería Simple, Adalberto Ribeiro, ve en los propios libros la salida para revertir "esa crisis de lectores" y aboga que el "aspecto comercial" de las librerías debe caminar junto a su "aspecto social".

Hijo de padres semianalfabetos y el único de su familia que ha estudiado un grado universitario, Ribeiro recuerda la influencia que los libros ejercieron en su trayectoria, desde cuando empezó como asistente en una tienda hasta la apertura de su negocio autónomo.

"Soy el único de la familia que ha ido a una universidad y gran parte de eso fue por haber empezado a trabajar en una librería, como auxiliar. La librería tuvo ese efecto en mi vida", rememora.

Por eso, uno de los motes de la Librería Simple es la búsqueda constante por el equilibrio entre las estrategias comerciales de la empresa y la promoción de acciones sociales y de fomento a la lectura.

Una "tarea difícil" pero que, a su juicio, enuncia el futuro: "La única manera de formar nuevos lectores es a través de la transformación de las librerías en centros culturales, en puntos de encuentro" que interactúen con los residentes locales.

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