(Foto: Difusión)
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La Cervecería Wernecker ha sobrevivido a muchas cosas, desde guerras mundiales hasta crisis económicas y décadas de una disminución en el consumo de la cerveza. Pero después de 400 años de existir finalmente ha enfrentado un desafío que no puede superar: el .

La cervecería, que se remonta a 1617 y ha sido propiedad de la misma familia desde 1861, cerrará sus puertas, llevándose consigo 15 puestos de tiempo completo y más posiciones de medio tiempo. También pone fin a una parte de la historia local y tradición en Werneck, una localidad con 10,000 habitantes y ubicada en Baviera, la provincia del sur de célebre por sus cervezas.

Los cerveceros alemanes temen que su desaparición conlleve a más cierres, en momentos en que el brote del coronavirus amenaza la existencia de muchos productores locales de cerveza nacional del país, que a menudo son instituciones comunitarias que han sido propiedad de la misma familia por generaciones, cuyos edificios y tabernas afiliadas son referentes en un país donde la cerveza local es favorita por cuestiones sentimentales, pese a la competencia de las marcas nacionales.

Las más afectadas son las pequeñas , como la de Werneck, las cuales dependen de suministrar barriles a las tabernas locales y a eventos como los festivales de su localidad.

Los restaurantes están cerrados y el gobierno señaló que las reuniones públicas no se reanudarán hasta el 1 de septiembre, como mínimo, e incluso en ese entonces pasarían años para que puedan volver a alcanzar los niveles que tenían antes del brote.

Las ventas al por menor proporcionan algo de apoyo debido a que la gente está bebiendo en casa. Las cervecerías están incursionando a cosas como ventas de autoservicio e incluso enviar cerveza y vasos a los clientes para que puedan unirse a una cata por internet.

Pero para muchos, los meses sin ingresos podrían ser más de lo que pueden soportar.

Christine Lang, miembro de la familia y gerente de la cervecería, dijo que la decisión de cerrar vino con “muchas lágrimas”. El mercado de la cerveza ya enfrentaba una dura batalla contra el precio de la competencia, señaló. Luego vino el virus, y los restaurantes de los que la cervecería dependía de repente cerraron, sin saber cuándo podrían abrir de nuevo.

“Nadie sabe cuánto durará el coronavirus, si habrá una mejora y si los restaurantes volverán a abrir”, comentó. “Y en nuestro negocio, la cerveza que no se beba hoy no será consumida al doble en un par de meses. Los ingresos de esas ventas se esfumaron, se perdieron”.