El próximo primer ministro británico realizó una apuesta arriesgada al prometer sacar a la Unión Europea en el plazo acordado del 31 de octubre pese a la negativa europea a tocar una coma del acuerdo que alcanzó con

El líder conservador y próximo primer ministro esgrime la amenaza de una salida sin acuerdo el 31 de octubre, pero cree al mismo tiempo en la posibilidad de hallar un compromiso.

Explicaciones sobre su estrategia y posibilidades de éxito:

Plan A

Lo ideal sería que Boris Johnson pudiera obtener un nuevo acuerdo de retirada en lugar del negociado por la primera ministra saliente, Theresa May, que fue rechazado en tres ocasiones por el Parlamento británico.

Pero el propio Johnson admite que está casi fuera de su alcance, dado el receso parlamentario de este verano y el establecimiento de nuevos equipos de gestión tanto en Londres como en Bruselas.

Sólo le quedaría unas pocas semanas en septiembre y octubre, como mucho, para negociar, lo que parece muy escaso, dado que el acuerdo actual es el resultado de 17 meses de difíciles discusiones que dieron lugar a un texto extenso de 585 páginas.

La , por su parte, sigue repitiendo que sólo está dispuesta a cambiar la declaración política sobre los vínculos futuros, que acompaña al tratado de retirada, pero no el tratado.

Plan B

La otra posibilidad prevista por Boris Johnson es que el Parlamento ratifique sólo las "mejores partes" del acuerdo de Theresa May.

Esto incluiría cuestiones menos polémicas, como los derechos de los ciudadanos europeos, las cuestiones de seguridad y la cooperación diplomática, y excluiría el controvertido "backstop", red de seguridad destinada a impedir el retorno de una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.

Los detractores británicos de este mecanismo argumentan que Irlanda del Norte podría quedar así virtualmente unida a la República de Irlanda -y a la UE- y separada de Gran Bretaña al establecer las aduanas en el mar de Irlanda.

Johnson confía en una estrategia de "ambigüedad constructiva", en particular con las 39,000 millones de libras esterlinas que se supone que Londres debe pagar a la UE bajo Brexit.

Esta cantidad podría utilizarse como medio de presión hasta que se firme un nuevo acuerdo de relaciones comerciales con la UE.

Para evitar el retorno de una frontera a Irlanda durante este período transitorio, Johnson se ha referido al uso de determinadas soluciones tecnológicas o exenciones.

Johnson asegura que todo puede estar resuelto "mucho antes" de las próximas elecciones parlamentarias del Reino Unido, previstas para mayo del 2022.

Plan C

Queda la solución muy incierta de obtener clemencia de los líderes europeos. Pero Bruselas debería evitar hacer demasiadas concesiones que sentarían un precedente para otros euroescépticos del continente.

Por ello, la amenaza de un "no deal", o sin acuerdo, tiene sentido.

Sin embargo, este escenario temido por la comunidad empresarial tendría consecuencias mucho más graves para el Reino Unido que para el continente, que tiene una economía mucho más grande y diversificada.

Esta solución también podría poner en peligro el acuerdo de paz de Irlanda del Norte, que ha puesto fin a décadas de violencia, y sería un rotundo fracaso diplomático para el Reino Unido.

¿Estrategia viable ?

La estrategia de Boris Johnson despierta mucho escepticismo, agravado por algunas declaraciones suyas recientes que causaron perplejidad.

En particular, aseguró que la salida de la UE el 31 de octubre, incluso sin un acuerdo, no se traduciría en nuevos derechos de aduana en un futuro inmediato.

Pero eso sólo podría ocurrir si Londres y Bruselas se pusieran de acuerdo, algo que Johnson no conocía y que finalmente reconoció.