Foto 17 | A pesar de los esfuerzos diplomáticos de los líderes europeos, incluidos el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, Trump hizo el martes lo que muchos esperaban que hiciera: salir del acuerdo y restablecer las sanciones a Irán. (Foto: Getty)
Foto 17 | A pesar de los esfuerzos diplomáticos de los líderes europeos, incluidos el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, Trump hizo el martes lo que muchos esperaban que hiciera: salir del acuerdo y restablecer las sanciones a Irán. (Foto: Getty)

Adalid del multilateralismo, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha recorrido en año y medio de mandato más de 250,000 kilómetros en decenas de viajes por todos los rincones del planeta. Pero se ha olvidado de , al menos hasta ahora.

Su presencia en Buenos Aires a final de mes para participar en la cumbre del G-20 romperá una ausencia que contrasta con la etapa de su predecesor, el socialista François Hollande, que hizo de esa región uno de los vectores de su política exterior.

Así lo piensan varios expertos consultados por Efe que consideran que Macron "dilapida" ese trabajo en un momento en que la Administración estadounidense liderada por Donald Trump se repliega sobre sí misma y renuncia al multilateralismo.

"Extraña que haya cambiado su actitud hacia América Latina", estima el director del Observatorio de Política de América Latina y el Caribe de Sciences Po, Gaspard Estrada.

Con importantes personalidades al frente de instituciones internacionales, como el mexicano Ángel Gurría en la OCDE, ese continente puede ser un aliado de Macron, agrega el experto, que no duda en hablar de "oportunidad perdida".

Estrada considera que hay "una doble incomprensión": por un lado, la "pérdida de interés" de Macron hacia América Latina y, por otro, que los mandatarios latinoamericanos "sienten a Francia más lejos", cuando podían buscar a un aliado fuera frente a la nueva política de Trump en la región.

El actual inquilino del Elíseo no ha recolectado los frutos sembrados por Hollande, sobre todo en la segunda parte de su mandato, cuando nombró al expresidente del Senado Jean-Pierre Bel como su enviado especial a la región.

Las relaciones se estrecharon con varios países, lo que se reflejó en una serie de viajes a la región e innumerables visitas de mandatarios latinoamericanos a París.

Siempre tras los pasos de François Mitterrand, que en los años 80 se acercó a los movimientos izquierdistas latinoamericanos, Hollande apostó por una región que Macron ha relegado a "pariente pobre de la política exterior", en palabras de Christophe Ventura, especialista en América Latina del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).

El experto cree que el actual presidente francés "no tiene ningún vínculo" con esa región y que su política exterior es muy personalista, por lo que del Elíseo ha desaparecido la secretaría latinoamericana mientras perviven dos sobre África, una sobre el Magreb, otra de Medio Oriente y una de Europa del Este y Rusia.

Además, ve América Latina como una constante fuente de crisis e inestabilidad que la hacen un aliado poco fiable, agrega.

A su juicio, la política latinoamericana no es solo menos activa que la de Hollande, sino también que la de sus antecesores, los conservadores Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy.

"Las pocas veces que ha hablado de la región es para apoyar a la oposición venezolana, una postura demasiado marcada que le desacredita como mediador en la zona, algo que es contrario a la tradición diplomática francesa", señala.

Hollande calmó la tensión anterior con algunos países, como con México o con Colombia, pero también abrió vías interesantes con otros.

En mayo del 2015, fue el primer jefe de Estado que viajó a Cuba tras el deshielo de las relaciones con los Estados Unidos de Barack Obama y supo utilizar esa influencia.

Meses más tarde, la diplomacia francesa se sirvió del acercamiento a La Habana para convencer a países reacios, como Venezuela y Nicaragua, de que suscribieran el Acuerdo de París sobre el clima, según el profesor del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad Sorbona Nueva, Stéphane Witkowski.

El golpe de timón se ha sentido en el otro lado del Atlántico, que en los últimos meses ha vivido varios cambios electorales y "no ha esperado a que Francia venga a verlos", según Ventura.

Otros están aprovechando el hueco dejado, como China, que lleva años acrecentando su influencia en América Latina.

Sintomático de esa frialdad es que entre los más de 80 jefes de Estado y de Gobierno que acudieron el pasado día 11 a París para participar en el Foro de la Paz -organizado con motivo del centenario del fin de la I Guerra Mundial para promover el multilateralismo-, solo había dos latinoamericanos.

Para Witkowski no es casual que fueran el de Costa Rica, un país de tradición pacifista, y el de Colombia, que acaba de salir de un duro conflicto, dos países "para los que la palabra paz tiene un significado particular".

El resto dieron la espalda a un presidente que pretende dar un impulso al multilateralismo.