(Foto referencial: AP)
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La mayoría de quienes provienen de la antigua Alemania Oriental se sienten ciudadanos de segunda clase casi tres décadas después de la caída del Muro de Berlín, pese a que se están acercando económicamente a las regiones occidentales, según un informe del gobierno.

Los hallazgos del informe ayudan a explicar el aumento del apoyo a la extrema derecha entre los votantes del este, cuando se prepara para un año de celebraciones para conmemorar en noviembre la desaparición del Muro, el símbolo más potente de la Guerra Fría.

A primera vista, los avances en el Este han sido muchos.

“Numerosos indicadores muestran que hemos avanzado mucho en la convergencia de las condiciones de vida entre Oriente y Occidente desde 1990”, dijo Christian Hirte, comisionado del gobierno para el este.

Al 2018, la fortaleza económica de Alemania Oriental había aumentado al 75% del nivel de Alemania Occidental desde el 43% en 1990. El empleo está en un nivel alto en el este y los salarios son el 84% de los del oeste.

Sin embargo, las percepciones de las personas cuentan otra historia.

El informe anual sobre 'el estado de la unidad alemana' también citó una encuesta reciente del gobierno que muestra que el 57% de los alemanes orientales se sentían como ciudadanos de segunda clase.

Solo el 38% de los encuestados en el Este considera que la reunificación ha sido un éxito, un total que baja al 20% entre las personas menores de 40 años.

"Esta insatisfacción se expresa en los resultados de las diferencias significativas que se observan en elecciones en el este y el oeste en los años recientes", según el informe, que sostiene que una de las causas es una agitación política dolorosa y profunda en el oriente.

Hirte reconoció que el proceso de convergencia aún no se completa y mencionó como ejemplo los 2 millones de personas -especialmente jóvenes y mujeres- que han abandonado la región en las últimas tres décadas y la pocas grandes empresas globales que han llegado a la zona.

Los votantes en el este están abandonando los partidos tradicionales -los conservadores de la canciller y sus socios de la coalición, los socialdemócratas (SPD)- e inclinándose por el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) y formaciones radicales de izquierda.

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