FOTO 7 | La lista, que apunta a exportaciones chinas por "aproximadamente 50,000 millones" de dólares, incluye a productos de varias industrias, incluidas la aeronáutica, la tecnología de la información, las comunicaciones, la robótica y la maquinaria.
FOTO 7 | La lista, que apunta a exportaciones chinas por "aproximadamente 50,000 millones" de dólares, incluye a productos de varias industrias, incluidas la aeronáutica, la tecnología de la información, las comunicaciones, la robótica y la maquinaria.

Los primeros cartuchos de una guerra comercial global se dispararon el viernes cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un impuesto del 25% sobre US$ 50,000 millones en importaciones de China.

Los aranceles se centran en "tecnología de importancia industrial" y pretenden afectar a China por el presunto robo de derechos de propiedad intelectual. China respondió en cuestión de horas con una detallada lista de importaciones de EE.UU. valorada en US$ 50,000 millones que impondría un arancel similar del 25%.

Los mercados financieros se han tomado las decisiones, en gran medida, con calma, probablemente debido a algunas estimaciones que sugieren un impacto insignificante en el crecimiento económico, el empleo y los precios de las acciones.

La falacia al interpretar la reacción inmediata de los inversionistas es que se pierden el probable impacto secundario y terciario de los aranceles sobre los proveedores de los artículos afectados, el mayor costo para los usuarios y menor demanda de los artículos afectados. Un impacto de ese tipo tiende a ocurrir de forma gradual, y es probable que tenga una influencia más profunda sobre los precios de las acciones con el tiempo.

La historia sugiere que los inversores deberían ser cautelosos respecto de extrapolar la reacción inmediata de los mercados financieros. Se considera ampliamente que la ley de aranceles conocida como Smoot-Hawley, que se aprobó en junio de 1930, fue un factor que incidió en la agudización de la depresión y en la caída de las acciones.

Sin embargo, el Promedio Industrial Dow Jones se elevó desde junio hasta agosto de 1930, ya que los inversionistas creyeron inicialmente que los aranceles darían un impulso a las compañías estadounidenses al disuadir la competencia extranjera.

Recién el 15 de octubre de ese año, un eufórico Irving Fisher, el conocido economista de la Universidad de Yale, declaró que las acciones habían alcanzado un "nivel permanentemente alto". El mercado bursátil colapsó dos semanas después.

Si bien los aranceles no fueron el factor instigador de la caída en los precios de las acciones, sí se sumaron a la percepción bajista con el tiempo.

Más recientemente, el presidente George W. Bush impuso aranceles que oscilaban entre el 8% y el 30% sobre varios productos de acero en marzo del 2002, los que duraron tres años. Los gravámenes fueron cancelados en diciembre del 2003.

Además del temor a represalias por parte de la Unión Europea contra productos estadounidenses como las naranjas de Florida y las motocicletas Harley-Davidson, un respetado estudio concluyó que los 197,000 empleos que se perdieron en las industrias consumidoras de acero superaron a las 187,500 personas empleadas por toda la industria del acero.

Las acciones cayeron desde marzo del 2002 hasta octubre del 2002 y no recuperaron sus niveles de marzo del 2002 hasta enero del 2004.La última escaramuza tiene a las autoridades chinas apuntando a productos agrícolas, automóviles y energía estadounidenses.

Los alimentos, las bebidas y el pienso son una de las principales categorías de exportación de EE.UU., y la soja, el principal producto en esta categoría, es uno de los blancos. Gigantes mundiales como Cargill Inc. y Archer-Daniels-Midland Co. dominan este sector, y es probable que sientan el impacto del empeoramiento del panorama comercial mundial.

China es el mayor mercado mundial para los fabricantes de automóviles, y las ventas de General Motors Co. de 4.04 millones de automóviles en China en el 2017 superaron con creces los 3 millones de automóviles que vendió en EE.UU.

Los exportadores de automóviles enfrentarán no solo el impacto de una menor demanda china por automóviles fabricados en EE.UU. una vez que los gravámenes entren en vigor, sino que también tendrían que pagar más por el acero importado a causa de los nuevos gravámenes que se impondrán sobre las compras a Canadá, México y la UE.

El petróleo crudo y los productos relacionados representan la segunda categoría de exportación más importante de EE.UU., y también corresponden al sector de exportación de más rápido crecimiento. China se ha convertido en un importante importador de crudo estadounidense, y ha indicado que los nuevos gravámenes afectarían al petróleo y otras formas de energía que compra a EE.UU.

La probabilidad de que los aranceles afecten a una amplia gama de empresas estadounidenses en una serie de sectores se debe al hecho de que los alimentos, el transporte y la energía afectan a toda la economía con consecuencias para el mercado de valores.

En segundo lugar, Trump ha amenazado con implementar medidas adicionales si los chinos toman represalias, y las acciones podrían verse afectadas por un círculo vicioso de medidas del tipo “ojo por ojo, diente por diente”.

La historia sugiere que el impacto nocivo de los aranceles afecta los precios de las acciones durante varios meses, y las represalias de los socios comerciales suelen empeorar la corrección. Y cuando los artículos elegidos se usan ampliamente, es probable que las consecuencias afecten a empresas de una amplia gama de sectores que suministran a las compañías afectadas, o a sus productos.

Por Komal Sri-Kumar

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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