Italia es el principal proveedor de vino de Rusia y Ucrania, muy por delante de Francia. (Foto: Marco Bertorello / AFP)
Italia es el principal proveedor de vino de Rusia y Ucrania, muy por delante de Francia. (Foto: Marco Bertorello / AFP)

Los viñedos se extienden hasta donde llega la vista en la finca Caudrina, enclavada en las colinas de las Langhe, en la región italiana de Piamonte, cuna del espumoso de Asti, cuyas exportaciones se han frenado por la .

“El impacto ha sido fuerte” y no sólo económicamente para Caudrina, que tuvo que detener sus ventas a tras la invasión rusa a finales de febrero, confesó Marco Dogliotti, hijo del propietario de la empresa agrícola, ubicada en Castiglione Tinella, al sur de Turín.

“Desde el 2017 exportamos a Ucrania unas 4,000 botellas al año, el 80% de ellas son de Asti Spumante, una buena facturación. Lamentablemente ese mercado, que estaba en auge en el 2021, ahora está totalmente perdido”, explica.

Dos expediciones de ese vino espumoso, entre los más exportados de Italia, estaban listas para partir hacia Ucrania cuando de repente estalló la guerra.

“El día de la invasión, nuestros importadores estaban tranquilos. Nunca se imaginaron semejante desastre. Pero al día siguiente huyeron”, contó.

Sonriente, una barba en ciernes, el viticultor, de 39 años, con una gran “pasión” por su trabajo, busca constantemente nuevas oportunidades en todo el mundo, desde Japón hasta Australia y Nigeria.

La empresa familiar, fundada en la década de 1940 por su abuelo, exporta casi el 40% de su vino, cultivado en 25 hectáreas, y produce también Moscatel blanco y Barbera, una variedad de uva tinta.

14 millones de botellas

Italia es el principal proveedor de vino de Rusia y Ucrania, muy por delante de Francia.

Más de una cuarta parte de las exportaciones de Asti Spumante, cuya producción aumentó de un 12% en el 2021, son destinadas a esos dos países, donde aprecian su sabor dulce y su fina burbuja.

“Esperamos que la guerra termine lo antes posible. Desde el punto de vista económico, es innegable que para nosotros, los mercados de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, representan 14 millones de botellas al año”, subrayó Flavio Scagliola, vicepresidente del consorcio Asti DOCG.

Si bien Asti Spumante figura en la lista de productos de lujo que la Unión Europea (UE) prohibió exportar a Rusia a mediados de marzo, como ocurre con el champán, podría eludir la medida, ya que su valor no supera los 300 euros (US$ 329) como establecido por las autoridades.

“Muy pocos vinos italianos entran en esa categoría, con algunas excepciones, entre ellas el toscano Brunello di Montalcino o el piamontese Barolo, que alcanzan precios muy altos”, asegura Denis Pantini, del Observatorio Nomisma, encargado de los datos del sector agroalimentario y de vinos.

Para el Asti Spumante, “el mayor problema no es el bloqueo de las exportaciones sino más bien la exclusión para los pagos con Rusia de la red de mensajería bancaria Swift, así como la caída del rublo y las dificultades que se han presentado en el transporte”, explicó.

Algunos exportadores de vino italiano están superando los obstáculos, pasando por Bielorrusia o Letonia y por los pocos bancos rusos que no están excluidos del sistema Swift, según fuentes del sector.

Los “Barolo Boys”

La invasión rusa a Ucrania también ha agravado la escasez de materias primas y aumentado ulteriormente los precios de la viticultura por la falta de cartón, vidrio y aluminio, del que Rusia es el tercer productor mundial y se utiliza para fabricar cápsulas.

“Estuvimos a punto de parar nuestras ventas la semana pasada, por la falta de cartón para empaquetar. A último momento nuestro proveedor pudo conseguirnos algo”, reconoció Giovanni Correggia, de 29 años, jefe de una productora de vinos biológicos de Canale, en la región de Roero, vecina de las Langhe.

Su padre, Matteo Correggia, fue uno de los famosos “Barolo Boys”, que en los años 1980 y 1990 revolucionaron el mundo de los vinos en su territorio y lograron darlos a conocer en todo el mundo, comenzando por Estados Unidos.

La experiencia de su pequeña empresa, fundada en 1985, fue amarga con Rusia: tras varios años de colaboración, el importador ruso tuvo que cerrar en el 2018, por acusaciones de blanqueo de dinero, dejando grandes deudas con ellos.