Juan Guaidó
Juan Guaidó

Con amplia sonrisa, se toma una selfi. Detrás, una multitud enardecida agita banderas de Venezuela. Su líder, , casi desconocido hasta hace poco, es ahora una celebridad: el millennial que desafía al presidente Nicolás Maduro con las armas mediáticas de su generación.

"Voy a tomarme un selfie para que se vean la cara que tienen, y perdón por la digresión del protocolo pero es que quiero que vean este rostro de esperanza y alegría que tiene Venezuela", dijo el martes desde la tarima, en una avenida de Caracas, desatando una ovación.

"Con tres millones de seguidores en y 1.2 millones en Twitter (cuadruplicados en menos de un mes), su selfie tuvo más de medio millón de "me gusta" y 24,000 retuits, en menos de un día. millenial. Se apropió de las redes sociales y tiene la capacidad de ser genuino y empático, de improvisar, de mostrarse tal como es, en un contexto en que está vetado en los medios tradicionales", dijo Andrés Cañizalez, experto en comunicación política.

Cual si fuera una estrella de rock, el líder opositor, ingeniero de 35 años y reconocido por unos 50 países como presidente interino, es abrumado en los mítines por sus seguidores que quieren un selfie, abrazarlo, saludarlo o al menos tocarlo.

"La política moderna y la ciberpolítica dependen mucho de lo que se comunica y cómo se comunica", comentó Eugenio Martínez, especialista en mercadeo político, al destacar la "conexión" de Guaidó con sus seguidores.

Hasta su perro tiene cuentas en Instagram y Twitter (@guaidogofficial), con más de 1,000 seguidores. "Soy El Gran Perro Libertario! Guauf!", dice en su presentación.

Maduro se refiere a él como un "muchacho jugando a la política", y aunque conserva el poder militar e institucional y es igualmente activo en redes sociales, se ha visto descolocado por Guaidó, según los expertos.

"Se le ha impuesto, le cambió la agenda, le quitó la iniciativa política y lo puso a la defensiva", comentó a la AFP el politólogo Luis Salamanca.

Criticado por el oficialismo como un líder fabricado y teledirigido por Washington, el opositor ha opacado incluso a Leopoldo López, su jefe político, en prisión domiciliaria.

De blazer y en moto
Vestido generalmente de traje, con el pin de una bandera de Venezuela en la solapa, Guaidó da sus discursos y entrevistas al lado del estandarte nacional que sus colaboradores cargan a todo lado.

Cuando asumió la jefatura del Congreso de mayoría opositora el 5 de enero, subió a la tribuna del hemiciclo con su joven esposa Fabiana Rosales y Miranda, su hija de 20 meses, en brazos. Toda una estampa presidencial, que incluso generó críticas en el sector más radical de la oposición.

Hay quienes incluso lo comparan con el expresidente estadounidense Barack Obama por su delgadez, altura, cabello corto, color de piel y hasta su formalidad al vestir.

José Rafael Briceño, experto en oratoria que ha trabajado con las Miss Venezuela, opina que tras la imagen de Guaidó hay una estrategia que combina un mensaje directo y claro, su figura de hombre de familia normal y haber "sido un desconocido".

Su forma sobria de vestir refleja el "tipo de Estado al que quiere volver y la imagen de la que se quiere alejar", dijo Briceño, al señalar que Guaidó ha tenido éxito como "antípoda" al carismático líder socialista Hugo Chávez, fallecido en el 2013.

Muchas veces, como en la masiva manifestación del martes, llega a los puntos de concentración en motocicleta, con todo y casco.

El "mantra" de Guaidó
Su madre Norka Márquez recuerda que Guaidó es un sobreviviente de la tragedia de Vargas, cuando gigantescos aludes mataron a miles en diciembre de 1999.

"Juega a su favor que sea joven, que provenga de sectores populares, que no sea un aristócrata. En su manera de comunicarse se ve que, aunque ha estudiado, no ha perdido esa chispa popular", señaló Cañizalez.

Fuentes cercanas a su partido Voluntad Popular (VP) revelaron que Guaidó era hasta unos meses un mal orador, pero ha tenido entrenadores para mejorar su imagen, pronunciación y manejo escénico.

"Ha aprendido rápidamente. No creo que tenga una oratoria grandilocuente, pero el país también se cansó de esa oratoria", aseveró Cañizalez.

Su discurso es práctico, nada florido ni rimbombante, coincide Salamanca. Como un mantra, el opositor repite en los mítines y entrevistas: "cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres".

"La clave de su imagen es la sorpresa y el desafío directo al poder de Maduro. Ahí reside su fortaleza. El venezolano, huérfano de líder, que había caído en la desesperanza, de pronto se encuentra con Guaidó y lo convierte en el hombre, el político del ahora", comentó Salamanca.