La principal gestora detrás de una campaña global de inversionistas para ayudar a salvar la Amazonía está reorientando su activismo y ahora se enfoca en las empresas después de que el Gobierno de Brasil se alejó “aún más” del compromiso de protección de sus bosques.
Storebrand Asset Management, que administra US$ 120,000 millones en activos, lidera un grupo de fondos de objetivos afines que manejan un total de US$ 3.7 billones. Un año de conversaciones con el Gobierno de Brasil no fue suficiente para detener la tala ilegal, por eso se necesita una nueva estrategia, dijo en una entrevista el director ejecutivo, Jan Erik Saugestad.
“En las próximas semanas contactaremos a más de 50 empresas para ejercer más presión”, dijo Saugestad. No identificó a las empresas por su nombre, pero dijo que Storebrand tiene en mente aquellas empresas que probablemente se benefician de la tala ilegal.
“Hicimos un análisis de riesgo integral de nuestras propias inversiones e identificamos empresas con alta exposición al riesgo de deforestación”, dijo Saugestad.
El cambio de estrategia resalta el dilema para inversionistas institucionales cuando acuden a su peso financiero para cambios ambientales y sociales: decidir cuándo aplicar más presión y cuándo retirarse.
La respuesta no siempre es clara. Otro gran gestor nórdico de activos, Nordea Bank Abp, retiró a la brasileña JBS SA de su portafolio después de que un informe evidenciara que el principal productor de carne del mundo compraba ganado a fincas ubicadas en tierras deforestadas ilegalmente.
Pero algunos argumentan que excluir a empresas del portafolio abre espacio para otros inversionistas. Después de que Nordea excluyó a JBS, las acciones de la compañía aumentaron más del 30% en valor gracias a accionistas como Vanguard Group Inc. y Banco Santander SA que compraron participaciones, según datos compilados por Bloomberg.
Más presión
Saugestad dice que Storebrand no está lista para salir de Brasil porque significaría perder la capacidad de ejercer presión. También dice que hay indicios de que el banco central del país y algunos líderes empresariales están comenzando a prestar atención a las preocupaciones de los inversionistas.
“Queremos mantener esa presión”, dijo.
Anteriormente en el año, científicos dijeron que es posible que la Amazonía ya haya superado un umbral crítico, convirtiéndose en un contribuyente neto al cambio climático, en lugar de un freno al calentamiento global. En abril, durante la cumbre climática del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, Bolsonaro prometió acabar con la deforestación ilegal para el 2030. Un mes después, la deforestación alcanzó un récord, según Saugestad.
“Es una imagen dividida entre la ambición y lo que registramos en el terreno”, con una brecha cada vez mayor entre los objetivos declarados del Gobierno y lo que realmente está haciendo, dijo Saugestad.
“Faltó política en los últimos años” y eso “alejó a Brasil del objetivo de reducir la deforestación ilegal”, indicó.
El año pasado, Storebrand reunió a más de dos docenas de inversionistas institucionales de todo el mundo, incluida la Iglesia de Inglaterra, para tratar de salvar la Amazonía a través de su activismo. Algunos ya alertaron que están dispuestos a retirar sus inversiones debido a la falta de resultados.