frutas
frutas

La provincia de Almería, en el sudeste de , era tan seca y estéril que el director de cine italiano Sergio Leone la eligió para filmar uno de sus spaghetti westerns con en la década de 1960.

Hoy en día, gracias a un amplio sistema de irrigación y a numerosos invernaderos, este rincón de España con un clima cálido y desértico prospera cultivando frutas y verduras destinados mayormente al norte de Europa, a países donde un clima frío y gris impide esos cultivos la mayor parte del año.

La inminente de la Unión Europea, sin embargo, podría arruinar el negocio de estos campesinos españoles.

El negocio depende de que los productos lleguen al mercado rápidamente. Pero al instalar nuevamente fronteras con los otros 27 países de la Unión Europea, las importaciones de Gran Bretaña podrían demorarse mucho en los puestos aduaneros. Y la perspectiva de tarifas y de tasas de cambio volátiles, combinadas con un potencial deterioro de la economía británica, hacen sonar todo tipo de alarmas entre los campesinos de esta localidad sobre el Mediterráneo.

“Las frutas y verduras destinadas al mercado británico son de primera calidad y los precios que pagan en los supermercados de allí son muy atractivos para nosotros”, declaró el agricultor Andrés Góngora, parado entre hileras de plantas de tomate en un invernadero de Almería.

Góngora le vende la mayoría de sus productos a una importante cadena de supermercados británicos, Tesco. Otros agricultores envían sus cultivos a tiendas caras como Sainsbury y Marks & Specer.
Tomates, zucchini, sandías, pepinos y lechugas florecen aquí mientras el norte de Europa tiembla de frío.

Almería envió casi 314,000 toneladas de productos agrícolas a Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte el año pasado, lo que hizo de Gran Bretaña el tercer mercado más grande para los productos de la provincia, detrás sólo de Alemania y Francia, según la Aduana española. Las ventas generaron 274 millones de euros (US$ 310 millones).

El divorcio entre será muy perjudicial, dice la gente de la zona, porque los británicos impondrán probablemente las tarifas y procedimientos de importación que rigen con otras naciones ajenas a la UE. Si Gran Bretaña se sale de la UE sin un acuerdo comercial, su economía podría entrar en crisis, con consecuencias catastróficas para los agricultores de Almería.

“Si la economía británica atraviesa por tiempos duros y los sueldos merman, nos preguntamos cuál será su poder adquisitivo”, dice Góngora, quien representa a los productores de frutas y verduras de su región en una asociación nacional de agricultores y ganaderos.

Alicia Sánchez, funcionaria del ministerio de comercio especializada en comercio exterior, dice que el obstáculo más inmediato serán las demoras derivadas de los nuevos procedimientos formales. A los campesinos españoles les provoca pesadillas la idea de que sus productos se pudran en camiones que esperan autorización para ingresar a Gran Bretaña.

El paisaje de Almería no deja dudas acerca de lo que mueve la economía de este rincón de Andalucía. Cientos de gigantescos invernaderos cubiertos de mantas blancas se extienden hasta el horizonte. Los lugareños hablan de un “mar de plástico”, que atrapa el calor y conserva la humedad.

Esa capa permite el cultivo de frutas y vegetales un mes antes que en los campos. Y permite a los agricultores hacer dos y hasta tres cosechas por año.

En la granja de Monte Rosa los trabajadores usan guantes ajustados para desplazarse por las plantaciones de tomates recogiendo los que están maduros. Algunos son del tamaño de un puño, otros parecen una pelota de golf.

Los tomates son empacados en cajas y llevados a camiones para un recorrido de dos o tres días hacia Gran Bretaña, donde la gente está dispuesta a pagar más por los productos fuera de temporada.

“Por ahora, la exportación al Reino Unido es muy fácil”, señaló Frances Llonch, director general de la empresa propietaria de Monte Rosa.

Nadie sabe qué pasará con el comercio si Gran Bretaña se retira de la UE. La falta de precedentes aumenta la incertidumbre.

Los campesinos temen que se fijen tarifas que hagan que sus productos resulten demasiado caros para el consumidor británico y es posible asimismo que el gobierno británico trate de proteger a sus agricultores de la competencia de la UE.

Para compensar las pérdidas asociadas con Gran Bretaña, los españoles deberán competir con otras naciones de la UE, lo que podría hacer que bajen los precios.

“Será duro encontrar clientes o nuevos países. Casi imposible”, dijo Llonch, agregando que los agricultores que venden casi todos sus cultivos a Gran Bretaña “están aterrorizados”.