Patrick Kron
Patrick Kron

Los medios de negocios tienden a centrarse en los jefes intrépidos que promueven la transformación, no los que desmembran a los excampeones nacionales. Sin embargo, los libros de historia deben mirar con amabilidad a Patrick Kron, exdirector ejecutivo del gigante industrial francés Alstom SA.

En el 2014, Kron acordó vender la mayoría de las actividades de energía de la compañía en un acuerdo de US$ 10,000 millones con la estadounidense General Electric Co., transformando a Alstom en una compañía mucho más pequeña centrada en la construcción de trenes.

En ese momento, fue criticado por algunos políticos y periódicos franceses por vender un tesoro nacional a los estadounidenses; los activos energéticos de Alstom aportaban cerca del 70% de sus ingresos.

Incluso hoy en día, Francia sigue preocupada por las afirmaciones de que la empresa estadounidense presionó a Alstom para llegar a un acuerdo, utilizando los casos de corrupción que se ciernen sobre la empresa como apalancamiento, algo que Kron ha negado. En lugar de buscar formas para castigar al exjefe (renunció en el 2016), sus propietarios y empleados deberían estar muy contentos de que Kron haya vendido.

El martes, la compañía francesa anunció un dividendo especial de 5.5 euros, para devolver parte de otros 2,600 millones de euros (US$ 2,900 millones) en ganancias que Alstom recibió el año pasado por vender su participación restante en tres empresas de energía conjuntas con GE.

Ya había utilizado las ganancias iniciales del acuerdo para financiar una recompra de acciones avaluada en 3,200 millones de euros y para pagar la deuda, dejando su balance en mejores condiciones. Incluso después de distribuir 1,200 millones de euros en dividendos, la compañía tendrá aproximadamente 1,100 millones de euros en efectivo neto.

Aunque una fusión de la compañía ferroviaria propuesta junto a Siemens AG de Alemania fue bloqueada por las autoridades de competencia de Europa en febrero, Alstom se ve bastante bien posicionada. El año pasado se reservaron 12,000 millones de euros en nuevos pedidos, un aumento de más de dos tercios.

¿Y GE? Mi colega Brooke Sutherland ha escrito ampliamente sobre el desastre que el acuerdo de Alstom representó para el conglomerado estadounidense. Con el colapso de la demanda de turbinas de gas, GE anunció una reducción épica de US$ 23,000 millones en octubre, la mayoría relacionada con el acuerdo de Alstom.

No es que los trabajadores franceses hayan sufrido particularmente después de pasar a ser propiedad de GE; han sido protegidos de los recortes de empleos gracias a las garantías que Kron aceptó como parte de la venta. GE terminó creando muchos menos empleos de los que prometió, pero el gobierno francés al menos logró obtener una multa por esa situación.

"La fabricación de turbinas de vapor no era un tesoro nacional francés ni mucho menos", dice James Moore, analista de la firma de investigación Redburn. "La historia ha demostrado que se trataba de una Kodak ambulante, una industria agonizante, sucia e ineficiente que terminaría devorada por los renovables... Fue una maniobra brillante de Patrick Kron".

Si Alstom no le hubiera vendido a GE, es casi seguro que no estaría en condiciones de pagar grandes dividendos hoy, y estaría bajo una intensa presión para recortar empleos, como Siemens que se ha visto obligada a hacerlo en su propia división de electricidad y gas.

A propósito de Siemens, en el 2014 se unió a Mitsubishi Heavy Industries Ltd. de Japón para presentar una contraoferta por los activos energéticos de Alstom. Cuando GE ganó la partida, Siemens afirmó que al menos había obligado a los estadounidenses a ofrecer más concesiones, mientras ellos se habían mantenido disciplinados. Siemens también tuvo la suerte de escapar.

Por Chris Bryant