(Foto: Reuters)
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cerrará tres plantas en Rusia, retirándose así de un mercado automotor donde alguna vez fue pionero como parte de una reestructuración de sus operaciones europeas, que han arrojado pérdidas en el último tiempo.

La medida es también la señal más reciente de que empresas e inversionistas extranjeros han perdido entusiasmo respecto a , en donde la desaceleración económica y sanciones occidentales han atenuado la perspectiva del que muchas fabricantes de automóviles consideraban un mercado de crecimiento clave.

Ford cerrará este año dos plantas que producen automóviles de pasajeros y una que fabrica motores, lo que dejaría solo una fábrica de vehículos comerciales. En un comunicado, Ford señaló que anticipa absorber cargos por deterioro de hasta US$ 500 millones y cederá el control de su empresa conjunta al socio local Sollers PJSC. Las compañías indicaron en una declaración conjunta que las medidas provocarán pérdidas "significativas" de empleos, sin dar más detalles.

La inversión extranjera en Rusia se ha desplomado desde que el presidente ordenó anexar Crimea en el 2014, lo que provocó la primera de varias oleadas de sanciones estadounidenses y europeas. Poco después, Ford asumió como pérdida toda su inversión de US$ 329 millones en la empresa conjunta con Sollers. Un año después, General Motors dejó de operar en el país.

La decisión de Ford de reducir su presencia local refleja el triste estado de las ventas de automóviles en un mercado que, a principios de la década, parecía destinado a convertirse en el más grande de Europa. Las ventas de vehículos se han reducido aproximadamente a la mitad desde su punto máximo del 2012, golpeadas por el debilitamiento económico y una caída en el valor del rublo.

Ford vendió 53,234 vehículos en Rusia el año pasado frente a las 130,809 unidades del 2012, según datos de la Association of European Businesses.