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En la corte de la opinión pública, los millennials son los asesinos en serie más infames.

Queso americano. Tarjetas de crédito. Taxis. El pavo de Acción de gracias. Incluso el divorcio. La matanza cultural de esta generación ha dejado pocos rincones intactos.

Ahora hay evidencia para una apelación. Un nuevo documento de la Reserva Federal indica que esta generación amante de las aplicaciones, que recibe trofeos de participación y que se define como aquella que nació entre 1981 y 1997, en realidad no se diferencia de sus padres. En este momento de sus vidas, son más pobres que las generaciones anteriores, ya que gran parte de este grupo creció durante la crisis financiera.

"No hay muchas pruebas de que los hogares millennials tengan gustos y preferencias de consumo inferiores a las de generaciones anteriores, una vez que se consideran factores como la edad, los ingresos y una amplia gama de características demográficas", escribieron los autores Christopher Kurz, Geng Li y Daniel J. Vine.

Sus hallazgos se basan en un análisis de gasto, ingresos, deuda, patrimonio neto y factores demográficos entre las distintas generaciones. La conclusión de que los millennials no son tan diferentes también es válida para el examen más detallado de los investigadores sobre los gastos en automóviles, alimentos y vivienda.

"Fundamentalmente, son las diferencias en la edad promedio y en el ingreso promedio las que explican una parte grande e importante de la brecha de consumo entre los millennials y otras generaciones", concluyen.

Tanto así para los jóvenes que favorecen las "experiencias" sobre los bienes tangibles.

Los millennials tampoco son copos de nieve cuando se trata de los productos en los que gastan su dinero. El informe concluye que los cambios en los gastos compartidos entre diferentes bienes y servicios han sido en general consistentes sin importar la edad. La vivienda y los alimentos son dos áreas en las que los milenials han gastado menos que las generaciones anteriores y el grupo más joven paga más por la educación. A modo de advertencia, el gasto en tostadas con aguacate no se registró específicamente para este análisis.

Lo antiguo está de moda. El documento señala que algunos de los padres de los millennials recibieron comentarios similares y sin fundamento de sus mayores, del tipo "estos niños de hoy en día".
"Hace 20 años se planteó una pregunta similar cuando se comparaba el derroche de los baby boomers con la inclinación por el ahorro de la generación silenciosa", escribieron.

"Hablando de ese debate, Sabelhaus y Manchester (1995) pudieron separar los hechos del mito popular en ese momento y demostraron que el consumo no había aumentado tanto como los ingresos, y que la acumulación de activos de los baby boomers había superado a la de las generaciones anteriores".