Por Felipe Hernández*
El populismo está aumentando nuevamente en América Latina, impulsado por la caída de los niveles de vida y el aumento de la corrupción. Con la notable excepción de Argentina, la nueva generación de líderes populistas es más hábil en la gestión macroeconómica que sus predecesores. Aun así, la intervención de mano dura en la economía está afectando las perspectivas de crecimiento a largo plazo.
Una victoria del izquierdista Pedro Castillo en la segunda vuelta presidencial de Perú el 6 de junio y un buen desempeño de la coalición gobernante en México en las elecciones legislativas del mismo día confirmarían la tendencia hacia la política populista en América Latina.
Las circunstancias nacionales difieren. Sin embargo, en general, la combinación de alta desigualdad, pobreza persistente y corrupción endémica ha contribuido a la disminución del atractivo de los partidos tradicionales y ha proporcionado un terreno fértil para que los populistas hagan crecer el respaldo hacia ellos.
Las generaciones pasadas de populistas latinoamericanos (Hugo Chávez de Venezuela es un ejemplo notable) han intentado burlar la disciplina del mercado en materia de política monetaria y endeudamiento del gobierno, a menudo con consecuencias catastróficas. La nueva generación de gobernantes populistas, hasta ahora, no ha caído en la misma trampa.
Aun así, en diferentes combinaciones, la excesiva regulación, el mayor protagonismo del sector estatal y los límites a la inversión privada en sectores estratégicos promovidos por la nueva generación de líderes populistas aún agobian las perspectivas de crecimiento a largo plazo.
El surgimiento de populistas
La tendencia hacia el resurgimiento del populismo en América Latina ya es clara. Andrés Manuel López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil fueron elegidos en el 2018. Hubo la elección en el 2019 de Alberto Fernández en Argentina y disturbios sociales en Chile y otros países.
En el 2021, una victoria de Castillo en Perú y una sólida actuación de la coalición gobernante en las elecciones legislativas de México probablemente confirmen la tendencia. El fuerte apoyo a los candidatos populistas en las urnas con miras a las elecciones generales de Chile a finales de este año, y en Colombia en el 2022, son indicios tempranos de que aún queda mucho por recorrer.
Causas del populismo
El renovado atractivo del populismo refleja una combinación de factores. A pesar de una caída en las últimas dos décadas, la desigualdad sigue siendo elevada si se compara a nivel internacional. Peor aún, en los últimos años algunos países han visto una reversión parcial de la tendencia, con un aumento de la desigualdad.
La pobreza también ha comenzado a aumentar nuevamente en Colombia y Argentina. En México, la pobreza persistentemente alta fue uno de los factores detrás de la victoria de AMLO en las elecciones del 2018. Los datos de las Naciones Unidas sugieren un deterioro continuo en el 2020, y la proporción de la población que vive por debajo de la línea de pobreza aumentó al 33.7% desde el 30.5% en el 2019 a medida que la recesión pandémica pasó factura.
A diferencia de la desigualdad y la pobreza, la corrupción nunca mostró ninguna mejora significativa en las últimas dos décadas; es más, en los últimos años el problema se ha agravado. La creciente impaciencia con la corrupción ayuda a explicar el malestar social en Chile y Colombia, y el éxito de personas relativamente ‘outsiders’ en las elecciones en Brasil, México y Perú.
Nueva generación aprende lecciones pasadas
Las generaciones pasadas de líderes populistas intentaron hacer crecer la economía sin respetar las reglas básicas de la macrogestión. Los intentos de avivar las ganancias de ingresos con altos déficits y una política monetaria flexible resultaron finalmente autodestructivos, ya que las monedas se desplomaron y la inflación se disparó.
Con la excepción de Argentina, la nueva generación de populistas no comete el mismo error. Bolsonaro en Brasil y AMLO en México se encuentran en extremos opuestos del espectro político de izquierda a derecha. En general, están alineados con el respeto de la disciplina de mercado en materia de política fiscal y monetaria.
En Perú, el asesor económico de Castillo ha dicho que reducirá los déficits y mantendrá la inflación bajo control.
Aun así, la mayoría tiene un sesgo pronunciado en contra de las políticas pro mercado y, en cambio, favorece la intervención del gobierno. La regulación excesiva, un papel más importante para el sector estatal y los límites a la participación del sector privado en sectores estratégicos están afectando las perspectivas de crecimiento. El desenlace de la reforma energética en México, la intromisión del gobierno en los precios del combustible en Brasil y las restricciones a las exportaciones de carne vacuna en Argentina son solo algunos ejemplos.
Como consecuencia de ello, la inversión necesaria para impulsar el desarrollo brilla por su ausencia. Para las principales economías de la región, Bloomberg Economics pronostica un crecimiento a largo plazo de menos de 5%. La buena gestión macro es un buen comienzo. Si quieren cumplir sus promesas, la nueva generación de líderes populistas de América Latina también tendrá que hacer más en cuanto al crecimiento.
*Felipe Hernández cubre América Latina para Bloomberg Economics en Nueva York. Tiene más de 15 años de experiencia cubriendo temas de la región en firmas como Banco Santander y Deutsche Bank.