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Francia y Alemania ya llegaron a un consenso sobre cómo gravar a algunos de los gigantes de Silicon Valley. Estados Unidos, la pelota está en tu lado de la cancha.

Los dos países emitieron un comunicado en las primeras horas del martes declarando su apoyo a un impuesto del 3% a los anuncios digitales, proporcionando con ello un gran avance en el debate de la Unión Europea sobre cómo lidiar con las grandes empresas de tecnología. Es esencialmente un gravamen a Facebook Inc. y Alphabet Inc., la matriz de Google.

El acuerdo representa un ablandamiento de la posición francesa, que inicialmente había buscado un impuesto más amplio sobre los datos. Ese era un problema para Alemania y sus exportaciones de bienes de capital, debido que los autos, las turbinas de gas, las lavadoras y las fábricas están cada vez más conectadas a la web.

Los gravámenes al flujo de datos podría ser un problema tan grande para Volkswagen AG, Siemens AG y Robert Bosch GmbH como podría serlo para Google o Facebook. El enfoque en los anuncios digitales mitiga esas preocupaciones alemanas, incluso si eso implica moderar significativamente las ambiciones galas.

Probablemente a Alemania también le inquietaba que apuntar a las gigantes tecnológicas estadounidenses podría dar lugar a aranceles de represalia del régimen de Donald Trump a las importaciones de automóviles de lujo. Disminuir las exigencias tributarias para que no apunten directamente a empresas como Amazon, Apple y Microsoft podría aliviar esas preocupaciones.

Aunque se requiere un voto unánime para que la propuesta se convierta en ley de la UE, Francia y Alemania deberían poder convencer a países como Irlanda, que probablemente se opondrá al acuerdo ya que Facebook y Google pagan muchos de sus impuestos europeos allí. Lo que quieren las dos economías más grandes del continente, por lo general, se cumple.

La importancia del acuerdo del martes es, en última instancia, mayor que el acuerdo del bloque. Las propuestas iniciales de la UE que se dieron a conocer en marzo anticiparon una ganancia inesperada de 5,000 millones de euros (US$ 5,700 millones) en todo el continente. La versión diluida será significativamente menor que eso.

La consideración mucho mayor es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que está desarrollando propuestas para un cambio multilateral al régimen tributario con la intención de cerrar un vacío legal global de hasta US$ 250,000 millones.

Su plan debe completarse el próximo verano bóreal y ser presentado al G20 para su adopción el año siguiente.Seguramente no es una coincidencia que Francia y Alemania dieran nueva vida a las discusiones de la UE la misma mañana en que el grupo de trabajo pertinente de la OCDE se reúne en París durante dos días para sostener negociaciones. Los dos países ahora pueden presentar un frente unido a la hora de iniciar las conversaciones.

Parece que esto acelera la presión sobre EE.UU. para llegar a un acuerdo sobre cómo acabar con el desplazamiento de las ganancias de las empresas de tecnología a regímenes fiscales más favorables. Esfuerzos anteriores para resolver este problema fracasaron ante la oposición de la administración de Barack Obama, particularmente sobre el tema de cómo manejar a Silicon Valley.

Hasta ahora, el gobierno de Donald Trump ha estado dispuesto a participar en los esfuerzos para encontrar una solución. Que Francia y Alemania se hayan unido a Gran Bretaña, España e Italia en proponer impuestos a los gigantes de Silicon Valley para el 2021 crea una inminente fecha límite que debería ayudar a EE.UU. a mantener el rumbo. Todos esos países se han comprometido a adoptar las propuestas de la OCDE en lugar de sus propias leyes si las acepta el G20.

Este podría ser un acuerdo con el que las grandes empresas de tecnología pueden vivir. Las empresas no quieren normas diferentes en cada país, ya que podrían correr el riesgo de ser gravadas dos veces: sobre los ingresos en una parte del mundo y sobre las ganancias en otra. Preferirían tener una solución uniforme y multilateral.

Para empresas como Facebook y Google, la misma solución en todas partes –aunque no sea la óptima– es probablemente mejor que oscilar entre lo grande y lo terrible de un país a otro.

Por Alex Webb

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.