Con unas nuevas elecciones en el horizonte, España parece uno de los países con mayor fractura política de Europa. Pero a los inversores no les preocupa.
¿Por qué? Los mercados perciben una economía aún sólida y un consenso proeuropeo. Ese no es el caso de Italia o el Reino Unido, golpeado por el Brexit, dos naciones que también coquetearon con elecciones inminentes pero cuyo euroescepticismo hizo sonar alarmas.
Por tanto, incluso si los españoles regresan a las urnas el 10 de noviembre por cuarta vez en cuatro años, a nadie le importa. Las acciones subieron y la prima de riesgo entre los bonos españoles y la deuda alemana a 10 años se contrajo.
Los principales partidos de España han tenido dificultades para formar gobierno desde el 2015 y, aunque el estancamiento es causa de angustia, la política fragmentada ha mantenido a raya a las franjas populistas más extremas. España parece ser más que nunca un sólido miembro de la Unión Europea.
"Esta no es la inestabilidad política que vemos en Italia", dijo Alfonso Benito, director de inversiones de la gestora de activos española Dunas Capital. “Los dos partidos con posibilidades reales de liderar un gobierno son partidos tradicionales, ambos a favor de Europa y eso es lo que les importa a los mercados".
Hay pocas razones para anticipar que cualquier gobierno que pueda surgir tome medidas como subir demasiado los impuestos o aplicar un exceso de regulación a la empresa: la cuestión catalana no resuelta sigue siendo el mayor dolor de cabeza. Un clima de tasas de interés ultrabajas ayuda a mantener el ritmo.
El rey Felipe VI decidió el martes que no había posibilidad de crear gobierno, una decisión que puso en marcha la monarquía constitucional para que se celebren elecciones en dos meses.
En abril, el partido socialista de Pedro Sánchez emergió como la formación con más votos, pero carecía de una mayoría en el Parlamento. Sánchez es el presidente en funciones y el diálogo para lograr el apoyo del partido antiausteridad Podemos ha fracasado.
La expectativa ahora es que, con una nueva elección, Sánchez podría reforzar su posición y de alguna manera lograr prescindir de un aliado molesto y poco fiable que lo obligaría a tomar medidas potencialmente perjudiciales para el mercado.
Eso no quiere decir que a nadie le preocupe lo que está sucediendo en España. El presidente de la principal patronal del país dijo que el punto muerto de los últimos cuatro años era un “espectáculo lamentable”. Un supuesto probable es el de un nuevo gobierno socialista minoritario que no tiene capacidad para aprobar un presupuesto o promulgar reformas económicas básicas.