Es el caso particularmente del Banco Central Europeo (BCE), con la guerra dentro del continente y el fuerte deterioro de las relaciones económicas con Rusia. Alex Kraus /Bloomberg
Es el caso particularmente del Banco Central Europeo (BCE), con la guerra dentro del continente y el fuerte deterioro de las relaciones económicas con Rusia. Alex Kraus /Bloomberg

¿Seguir las políticas monetarias acomodaticias o cerrar el grifo a riesgo de frenar el crecimiento? Después de dos años de incertidumbre por la pandemia, los bancos centrales siguen navegando sin brújula frente a la guerra en Ucrania y la inflación.

Hasta recientemente, los bancos centrales no podían implicarse en un mundo posCOVID a riesgo de parecer demasiado optimistas”, señala William de Vijlder, economista jefe de BNP Paribas. Y “la situación actual es mucho más difícil”.

La invasión lanzada por Vladimir Putin en Ucrania y las sanciones económicas occidentales impuestas contra Rusia provocaron un aumento de los precios del petróleo, el gas, el trigo y otras materias primas, además de agravar las dificultades en las cadenas de abastecimiento.

Los efectos de la crisis a corto plazo son inflacionistas, pero sobre el crecimiento es más difícil discernir y esto hace muy difícil la tarea de los bancos centrales”, indican los analistas del banco estadounidense Wells Fargo.

Es el caso particularmente del Banco Central Europeo (BCE), con la guerra dentro del continente y el fuerte deterioro de las relaciones económicas con Rusia.

Antes de la guerra, el BCE trataba ya de evitar deteriorar la recuperación económica”, indica Gregory Clayes, economista en el instituto belga Bruegel, señalando que “la situación actual complica más las cosas”.

Antes de las primeras bombas, la entidad basada en Fráncfort parecía dispuesta a parar progresivamente la compra de deuda pública este año y a aumentar las tasas de interés por primera vez desde el 2011.

Pero la invasión de Ucrania complica esta perspectiva y puede llevar a un reajuste de políticas en la reunión del jueves de su consejo de gobierno.

El BCE “ya se movía a un ritmo diferente de salida de la pandemia” respecto a la Reserva Federal estadounidense, indica Neil Wilson, de . “La asimetría con que la situación en Ucrania afecta Estados Unidos y Europa no hará más que ampliar esta diferencia”.

Presión inflacionista en Latinoamérica

La Fed cuenta todavía con “una serie de aumentos” de las tasas de interés tras un primer incremento en marzo. Es “muy temprano” para decir si la guerra modificará las cosas, dijo su presidente Jerome Powell.

Para la Fed “es más fácil”, considera Gregory Clayes, porque goza de un crecimiento fuerte, de un empleo casi pleno y de una fuerte inflación vinculada más a la demanda interna que al aumento de precios energéticos, a diferencia de Europa.

Bancos centrales de numerosos países emergentes, muy tocados por la inflación de las materias primas y por los problemas en las cadenas de suministro, también aumentaron sus tasas de interés, aunque eso puede impactar en la recuperación.

La situación puede mantenerse porque “la guerra en Ucrania reforzará las presiones inflacionistas en casi todos los países emergentes” y particularmente en América Latina, indicó Shilan Shah, economista para India en Capital Economics.

El Banco Central de Brasil elevó sus tasas varias veces el año pasado, hasta 10.75%, aunque debilitó el dinamismo económico del país, cuya estimación de crecimiento para este año se sitúa en 0.3%.