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Cuando los jefes de la Unión Europea se reúnan a fines de este mes, es probable que emitan una advertencia a las burocracias y las empresas para que intensifiquen los preparativos para un brexit sin acuerdo, también conocido como "duro" o "al borde del acantilado", porque ahí es hacia donde parecen dirigirse las cosas en las conversaciones entre la UE y el Reino Unido.

En este punto, es tranquilizador ver tales señales en un contexto de teoría del juego. La primera ministra británica, Theresa May, tiene un incentivo para llevar las cosas al límite -posiblemente más allá de octubre, el plazo para un acuerdo- para que pueda impulsar su versión de un acuerdo de salida en el parlamento; ella está más interesada en una votación de último momento en el punto de mayor suspenso que en un debate prolongado.

La UE, frustrada por un Reino Unido que no tiene nada que ofrecer, ha estado hablando de la probabilidad de un brexit “duro” por más de un año, pero esa podría ser solo una demostración de la intención de retirarse de la mesa.

Si no hay un acuerdo, el Reino Unido abandonará la UE en marzo del 2019 sin un período de transición. Eso creará lagunas en las regulaciones y la capacidad de hacerlas cumplir, principalmente en el Reino Unido.

El FT recientemente informó que el gobierno del Reino Unido no está haciendo mucho al respecto porque no considera que una salida sin acuerdo sea un escenario realista. Pero creer que las partes están engañando puede dar lugar a sorpresas desagradables porque las negociaciones no son precisamente un juego de póker.

Es un juego en el que los intereses de algunos de los que están en la mesa -al menos cuando se trata de muchos conservadores partidarios del brexit- no están alineados con las personas a las representan.

Son las empresas las que realmente necesitan prepararse para el comercio a través del Canal de acuerdo con las reglas de la Organización Mundial del Comercio, lo que significa aranceles del 2% sobre la mayoría de los bienes, pero del 10% para los automóviles y el 20 por ciento para los productos agrícolas. También surgirán barreras arancelarias, aumentarán los costos y reducirá la velocidad de las entregas.

El año pasado, Wen Chen de la Universidad de Groningen en los Países Bajos y su equipo internacional de colaboradores analizaron qué regiones de los países de la UE estaban más expuestas al brexit. Debido al nivel profundo de los datos, este es probablemente el mejor análisis de la exposición que se ha hecho hasta la fecha.

Los cálculos de Chen, sin embargo, suponen que el brexit fijará el comercio entre el Reino Unido y la UE en cero (no hay otra forma de llegar a la máxima proporción del PBI que podría verse afectada).

No obstante, en la vida real, un arancel del 2%, tiempos de entrega un poco más largos y el costo adicional del despacho de aduana (estimado, por ejemplo, en 500 millones de euros (US$ 578 millones) al año para Alemania, la mayor economía de la UE) no afectarán mucho los volúmenes de comercio.

Los actores económicos que realmente necesitan prepararse para un brexit “al borde del acantilado” principalmente están en la industria automotriz, agrícola y financiera, donde las empresas británicas y europeas se verán impedidas de operar directamente en los mercados del otro al término de los derechos de pasaportes.

En la industria de servicios financieros, un brexit sin acuerdo es considerado una seria amenaza. En marzo, la Asociación Mundial de Contadores Públicos Certificados (ACCA, por sus siglas en inglés), cuyos miembros trabajan en la gama completa de compañías financieras y bancos, publicó los resultados de una encuesta sobre el brexit.

Tres cuartas partes de sus participantes trabajan fuera del Reino Unido; un 77% de los encuestados dijo que un brexit “duro” sería perjudicial para su negocio y un 6% señaló que sus empresas ya no tendrían un modelo de negocio viable.

Al mismo tiempo, los preparativos han sido demasiado lentos: el 23% de los miembros de ACCA (y el 31% de los que trabajan en pequeñas empresas) dijo que sus compañías no habían ni siquiera comenzado a planificar para el brexit. Solo el 8% señaló que habían empezado a implementar sus planes, un mísero aumento de tres puntos porcentuales desde marzo del 2016.

Eso parecería hacer que la industria de servicios financieros sea una audiencia particularmente importante para la próxima advertencia de la UE. Un informe recientemente publicado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre la UE minimiza el riesgo, pero aún así destaca el potencial de que la falta de preparación pueda causar consecuencias adversas.

"Las entidades de la UE probablemente mantendrán suficiente acceso a servicios financieros mayoristas y minoristas post-Brexit, ya que la mayoría de los servicios financieros ya se proporcionan en la UE-27 y las entidades relevantes del Reino Unido pueden reubicar parte de sus actividades en otros estados miembros de la UE", dijo la OCDE.

"Por otro lado, pasar de una banca mayorista centrada en Londres a una estructura bancaria potencialmente más fragmentada puede aumentar el costo del capital para los hogares y las empresas no financieras, ya que las economías de escala y el alcance de la industria de Londres pueden disminuir".

Es algo más difícil para las empresas industriales y agrícolas proteger sus operaciones del brexit.

Encontrar otros mercados para sus productos puede ser una tarea difícil. De acuerdo con Deloitte, un brexit ”duro” reduciría las exportaciones de automóviles alemanes al Reino Unido en 255,000 al año, por un valor de 6,700 millones de euros, o el 5% de las ventas. Cerca de 18,000 puestos de trabajo estarían en peligro.

Los fabricantes de automóviles europeos en total perderían unos 8,700 millones de euros en ventas. Las ventas de piezas de automóvil no se verían tan afectadas porque el arancel sería del 4.5%, no del 10% como en el caso de los automóviles, pero miles de empleos podrían evaporarse ya que las importaciones del resto del mundo se volverían económicamente más viables para el Reino Unido.

Una encuesta de empresas alemanas realizada por la asociación nacional de cámaras de industria y comercio, publicada este año, mostró que solo el 14% de las empresas consideraban bien preparadas para las consecuencias del brexit. En particular, la industria automotriz alemana, el mayor perdedor potencial, está fuertemente comprometida en presionar al gobierno y la UE para que lleguen a un acuerdo.

Ha asumido demasiado, y debería enfocarse más en los preparativos para un “no acuerdo”.El gobierno irlandés y los productores agrícolas de Irlanda, que pueden perder el 39% de sus exportaciones, equivalentes a 4,800 millones de euros al año, si el Reino Unido se retira sin un acuerdo, también esperan un resultado favorable, pero al menos aparentemente están trabajando para prepararse para un brexit “al borde del acantilado”.

El Ministerio de Agricultura irlandés ha enviado misiones especiales a Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, México, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos Emiratos con miras a trasladar algunas de las exportaciones allí.

Y algunas empresas ya están cambiando su oferta de productos para adaptarse a los nuevos mercados, modificando, por ejemplo, para producir queso noruego Jarlsberg para EE.UU. y Australia en lugar de queso cheddar para el Reino Unido.No creer en la posibilidad de una salida sin acuerdo podría costar a las empresas miles de millones de dólares en ingresos perdidos.

Independientemente de si el Reino Unido y la UE solo están jugando un juego, se trata de un juego peligroso. La calidad de los jugadores en el lado del Reino Unido y la multitud de otras preocupaciones de la UE hace que el peor resultado sea totalmente posible. Entonces todas las advertencias que emiten las partes cuando tratan de no pestañear deben tomarse muy en serio.

Por Leonid Bershidski

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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