Vladímir Úglev, de 73 años, asegura que dedicó toda su vida científica, quince años, al desarrollo de lo que él llama "arma de destrucción masiva" en un laboratorio de la región de Sarátov. (Foto: AP)
Vladímir Úglev, de 73 años, asegura que dedicó toda su vida científica, quince años, al desarrollo de lo que él llama "arma de destrucción masiva" en un laboratorio de la región de Sarátov. (Foto: AP)

El inventor de , Vladímir Úglev, no puede dormir. Siente remordimientos desde que el Gobierno alemán anunciara que el líder opositor ruso, Alexéi , fuera envenenado con esa arma química desarrollada en tiempos de la Unión Soviética.

“Tengo un pecado en mi conciencia”, comentó desde la ciudad de Anapa (mar Negro).

Arma de destrucción masiva

Úglev, de 73 años, asegura que dedicó toda su vida científica, quince años, al desarrollo de lo que él llama “arma de destrucción masiva” en un laboratorio de la región de Sarátov.

“Yo fui el primero en conseguir crear un tipo de . Fue en diciembre de 1975”, relata.

Eso sí, explica que ninguno de los que participaron en el proyecto ultrasecreto pensaban que dicho agente “sería usado como arma terrorista”.

“Lo hicimos con fines militares. Lo sabíamos, como lo sabía Andréi Sájarov cuando desarrolló la bomba de hidrógeno. Pero en esos tiempos no te pedían las cosas, te las ordenaban”, apunta.

Úglev siente lo mismo que Mijaíl Kaláshnikov, el inventor del fusil más usado del mundo (AK-47) y que antes de morir admitió al patriarca ortodoxo y a su familia sentir culpa por crear “un arma que mataba gente en todo el mundo”.

Navalni, nueva víctima de Novichok

El científico no puede quitarse de la cabeza que Navalni, ingresado en coma en un hospital de Berlín, puede ser “una nueva víctima de Novichok”.

Cada vez tiene menos “dudas”, aunque en las primeras horas después del anuncio del Gobierno alemán consideró improbable que Navalni hubiera sido envenenado con dicho agente debido a que los síntomas no eran los mismos.

“No podía haber caído en coma de inmediato. Pero las circunstancias han cambiado totalmente. No teníamos los datos que tenemos hoy. Alexéi cayó en coma no en el avión, sino en Omsk”, afirma.

Ahora falta que los alemanes publiquen la “fórmula”, de lo que no tiene duda, ya que, recuerda, ellos fueron los primeros en desarrollar organofosforados con fines bélicos.

“Lo que aún no sabemos es qué tipo de Novichok se pudo usar”, comenta Úglev, quien también cita a Piotr Kirpichov como otro de los inventores de dicho agente.

Y es que son cuatro los agentes que engloba el término Novichok (Novato), tres de los cuales vienen en polvo y un cuarto en líquido.

El antecedente de Skripal

Recuerda que, en el caso del envenenamiento del agente doble Serguéi Skripal y su hija Yulia en el Reino Unido, los ingleses lograron demostrar que los asaltantes utilizaron Novichok.

“Los ingleses lograron dibujar el cuadro completo. Entonces, se vieron afectadas otras personas y no sólo los Skripal”, destaca.

En cuanto al estado de Navalni, admite que nunca pudo reunirse con nadie infectado con Novichok, ya que todos los casos tuvieron un desenlace fatal.

Calcula que a Navalni, “si es verdad que se lo echaron en el té en el aeropuerto”, intentaron envenenarlo con “no más de dos-tres miligramos” o, lo que es lo mismo, “una décima parte de una gota”.

“No sé por qué no murió. Puede ser que entró rápido en coma o porque los médicos le dieron un antídoto. A lo mejor no bebió todo el té”, apunta.

Sospechosos habituales

Úglev cree que el Novichok sólo pudo ser desarrollado por “el Estado o una estructura muy rica”.

“El Novichok no se puede desarrollar en un cobertizo. Eso es algo muy difícil. Henry Ford no desarrolló sus invenciones en un garaje”, afirma.

En cuanto a por qué el Gobierno ruso sigue negando la existencia de Novichok, se declara incapaz de responder.

“Eso es como preguntar a una persona normal que entienda a un esquizofrénico”, señala.

Él mismo se define como un “enemigo del pueblo” -su abuelo fue represaliado en la cruel década de 1930- desde que dejara la ciencia en 1990.

Y es que se ganó la ira de los servicios secretos cuando en 1993 denunció junto a Vil Mirzayánov -exiliado ahora en Estados Unidos- que seguía realizando experimentos con armas químicas pese al compromiso con Occidente de destruirlas.

“Desde entonces estoy bajo el control de los servicios correspondientes”, asegura, en alusión al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB).

Al contrario que otros científicos, Úglev asegura que nunca hará pública la fórmula necesaria para el desarrollo de Novichok.

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