El enchufe de un autobús de dos pisos alimentado por hidrógeno, en Ellon en Aberdeenshire, Escocia el 5 de noviembre de 2020 Michal Wachucik. (Foto: AFP)
El enchufe de un autobús de dos pisos alimentado por hidrógeno, en Ellon en Aberdeenshire, Escocia el 5 de noviembre de 2020 Michal Wachucik. (Foto: AFP)

¿Un combustible “milagroso” contra el ? El hidrógeno podría contribuir a la descarbonización de algunos sectores, siempre que se fabrique de forma limpia y para usos selectivos.

Cinco años después del Acuerdo de París, muchos gobiernos apuestan por este recurso, movidos por la urgencia pero también en busca de perspectivas industriales.

Solución para problemas difíciles

El uso del no es nuevo. Desde el desarrollo de la electrólisis del agua en 1800 forma parte de muchos procesos industriales: refinado de petróleo, fertilizantes...

En la actualidad esta molécula omnipresente en la Tierra, dotada de una gran intensidad energética y no contaminante, parece el combustible capaz, por ejemplo, de ecologizar la industria pesada.

El gigante del acero ArcelorMittal prevé usarlo para sustituir el carbón en sus altos hornos. El problema: un costo adicional de hasta el 80%. Se puede aplicar asimismo a los productos químicos, aluminio, vidrio, puesto que requieren altas temperaturas.

Como ya hizo el sector espacial hace tiempo, el transporte voluminoso puede hallar la solución en el hidrógeno. Algunos lo ven como el futuro de la aviación. Ya hay barcos y autobuses equipados con él y pronto habrá trenes en Alemania o Italia.

Además es un medio de almacenamiento. Y entra en juego para el desarrollo de la energía solar y eólica que, de forma intermitente, deberán poder almacenar su excedente. El proceso “Power to gas” convierte la electricidad en hidrógeno, que luego se inyecta en las redes de gas.

Philippe Boucly, de France Hydrogen, ha visto en 40 años muchos “comienzos en falso”. “Esta vez es el bueno, porque el hidrógeno cumple todos los requisitos: frente a la emergencia climática, para la calidad de aire y también para reindustrializar los países occidentales”.

Amigo de la ecología

El problema es que el hidrógeno no es una energía primaria: proviene de un proceso de transformación que consume energía todavía basado en el carbón y el gas.

Según la Agencia Internacional de Energía, por este motivo la producción mundial de hidrógeno emitió 830 millones de toneladas de CO2 en el 2017, lo que equivale a las emisiones combinadas de Indonesia y el Reino Unido.

Para que su fabricación sea más ecológica existen varias opciones:

- Hidrógeno “verde”, obtenido con electricidad renovable por electrólisis (la corriente pasa por el agua, separa el hidrógeno y el oxígeno). En el 2019, costaba tres veces el precio del extraído del gas.

- El hidrógeno “azul”, extraído del gas natural y captando el CO2 emitido. Una coalición de industriales como ExxonMobil y ENI aboga por esta opción, polémica porque el proceso de captura y secuestro sigue siendo incierto y costoso.

- Hidrógeno “bajo en carbono” producido por electrólisis a partir de electricidad nuclear, como en China. En Francia, el sector del hidrógeno aboga por un paso “transitorio más o menos largo” a través del átomo.

- Apuesta industrial -

El hidrógeno limpio requiere políticas proactivas.

En el 2020 se presentaron planes para la recuperación posCOVID en Australia, Francia, el Reino Unido, Japón... Alemania ha previsto 9,000 millones de euros (US$ 10,900 millones) para el hidrógeno verde. Holanda planea una “Hydrogen Valley”...

La UE quiere alcanzar del 12% al 14% de hidrógeno en su combinación energética para el 2050 (2% actual) y evalúa la financiación en entre 180,000 millones y 470,000 millones de euros (entre US$ 218,000 millones y US$ 570,000 millones). Europa, con sus campeones Air Liquide o Linde, no quiere perder esta carrera ante China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.

Los defensores del clima se muestran prudentes.

“No todas las estrategias se basan en el hidrógeno verde, algunas incluyen carbón, gas, nuclear”, señala el informe “Transparencia climática” publicado por 14 ‘think tanks’. Reconocen, no obstante, que “desarrollar una estrategia de hidrógeno es un paso positivo”.

- Apuesta climática -

“La contribución del hidrógeno a la lucha contra el cambio climático puede ser real, pero hay condiciones, y antes que nada un uso sabio, allí donde no haya alternativas”, resume Nicolas Berghmans, del Instituto de Relaciones Internacionales (Iddri).

Según el organismo de investigación BloombergNEF, con la caída de los precios de la energía solar y eólica, y siempre que se cambie la escala, el hidrógeno verde podría producirse en el 2050 por entre US$ 0.80 y US$ 1.6 por kilo, comparable al gas natural.

Al final “mucho dependerá de lo que suceda con los usos: es decir, la capacidad de reducir la demanda energética”, advierte el experto. El hidrógeno debe formar parte de una política energética global que también actúe en la disminución del consumo.