Detrás de esa ralentización del 2020 está el abaratamiento de los combustibles fósiles por la caída del consumo, que reduce las incitaciones para sustituirlos por otras fuentes de energía o para consumir menos. (Foto: EFE/EPA/TANNEN MAURY)
Detrás de esa ralentización del 2020 está el abaratamiento de los combustibles fósiles por la caída del consumo, que reduce las incitaciones para sustituirlos por otras fuentes de energía o para consumir menos. (Foto: EFE/EPA/TANNEN MAURY)

La crisis del va a provocar que este año los avances en eficiencia energética se reduzcan a la mitad con respecto al 2019 debido a los bajos precios de la energía pero también al hundimiento de la inversión, según la Agencia Internacional de la Energía ().

En un informe publicado por la AIE, calcula que la intensidad energética en el 2020 sólo mejorará 0.8 %, frente al 1.6% del ejercicio pasado y al 1.5% del anterior.

Una evolución preocupante teniendo en cuenta que, según sus proyecciones, en los próximos 20 años un 40% de la reducción de emisiones causantes del calentamiento climático tendría que obtenerse precisamente de la eficiencia energética.

Detrás de esa ralentización del 2020 está el abaratamiento de los combustibles fósiles por la caída del consumo, que reduce las incitaciones para sustituirlos por otras fuentes de energía o para consumir menos.

Pero también en buena medida el descenso del 9% de las inversiones en eficiencia durante el 2020 como consecuencia de la recesión.

El director ejecutivo de la agencia, Fatih Birol, hace hincapié en que si bien sus análisis ponen en evidencia una aceleración en la expansión de las renovables, está “muy preocupado porque las mejoras en la eficiencia energética global están ahora en su ritmo más bajo en una década” cuando es el otro gran vector para cumplir con los objetivos energéticos y climáticos.

Por eso Birol subraya que los gobiernos tienen que aumentar los recursos para la eficiencia energética en los paquetes que diseñan para salir de la crisis del COVID, ya que además eso puede contribuir a la recuperación económica y a la creación de empleos.

La AIE ha contabilizado que hasta ahora en esos planes se ha presupuestado una inversión de US$ 66,000 millones en medidas de eficiencia energética, de los que US$ 26,000 millones para los edificios y US$ 20,000 millones para el desarrollo de los vehículos eléctricos.

Teniendo en cuenta que en la construcción cada millón de dólares invertido genera unos 15 empleos, calcula que con ese dinero se pueden generar el equivalente de 1.8 millones de puestos de trabajo a tiempo completo entre el 2021 y 2023, de los cuales casi dos tercios en lo referido a edificios, un 16% en la industria y un 20% en el transporte.

Europa está demostrando ser la gran pionera, ya que concentra el 86% de las partidas anunciadas para eficiencia energética de todo el mundo, y eso debería también traducirse en que alrededor del 80% de los nuevos empleos previstos se crearán allí.

La agencia, dependiente de la OCDE, considera que si se reforzaran esos paquetes hasta llegar al nivel del Plan de Recuperación Sostenible que presentó en junio pasado podrían llegar a ser casi 4 millones de puestos de trabajo adicionales en todo el mundo.

“La eficiencia energética -afirma Birol- debería estar en cabeza de los objetivos de los gobiernos que persiguen una recuperación sostenible: es una máquina de creación de empleos, pone en marcha la actividad económica, ahorra dinero a los consumidores, moderniza infraestructuras vitales y reduce las emisiones”. “No hay excusa para no poner muchos más recursos ahí”, añade.