Huawei
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Durante un par de horas posteriores a la reunión de la semana pasada entre el presidente de Estados Unidos, , y su homólogo chino, Xi Jinping, parecía que la postura estadounidense acerca de había colapsado.

Luego del encuentro, Trump anunció que permitiría a empresas tecnológicas estadounidenses exportar equipamiento menos sensible al gigante chino de las telecomunicaciones que su gobierno ha pedido a aliados no utilizar en sus redes inalámbricas 5G.

Como mencionó correctamente mi colega Tim Culpan, esto socava la postura estadounidense sobre Huawei, dando la impresión de que la empresa es un peón en una negociación comercial más amplia. Trump ahora afirma que dejará el tema de Huawei para el final de las conversaciones, sugiriendo que el asunto crucial de la seguridad nacional es negociable, como los límites a las exportaciones de soja o aluminio.

Dicho esto, también es importante señalar que por el momento el elemento central de la no ha cambiado. EE.UU. no ha modificado la prohibición de usar tecnología de la compañía china en su propia red 5G y la concesión de Trump tampoco afecta a la campaña diplomática que busca convencer a sus aliados de que hagan lo mismo.

Eso porque el veto a las exportaciones nunca tuvo que ver con la seguridad informática, según Robert Atkinson, fundador y presidente de la Information Technology and Innovation Foundation. "Siempre tuvo que ver con causar daño a la economía china", afirmó. La idea era presionar a china para que hiciera concesiones en otros puntos del acuerdo comercial.

Funcionarios estadounidenses que trabajan en el tema de Huawei me comentaron que la prohibición a las importaciones sigue en vigor. Tampoco está previsto sacar a la empresa de la "lista de entidades" del Departamento de Comercio, que restringe las exportaciones de tecnología sensible que afecta a la seguridad nacional. "No es una amnistía general", declaró el domingo el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow.

Si las concesiones de Trump terminan ahí, entonces su plan para Huawei bien podría ser exitoso, impulsando los intereses estadounidenses y protegiendo la seguridad nacional. El problema, desde luego, es que el presidente ha sugerido que aún hay margen para negociar. En este punto vale la pena recordar por qué Huawei es un problema en primer lugar.

Considere un informe reciente de una firma de seguridad informática con sede en Ohio llamada Finite State. De acuerdo con el Wall Street Journal, ese reporte descubrió que más de la mitad de las casi 10,000 imágenes de firmware codificadas en los equipos de red de Huawei contenían vulnerabilidades que pueden explotar hackers maliciosos.

Esta es la puerta trasera sobre la cual militares e inteligencia de EE.UU. han advertido durante más de una década. Desde que China promulgó en 2017 nuevas leyes que obligan a sus empresas a cooperar en materia de espionaje, estas puertas traseras suponen el riesgo de que China tenga la capacidad de alterar la economía de cualquier nación que permita el uso de equipamiento de Huawei en su red 5G.

Es por esto que miembros del Congreso de ambos partidos, como los senadores Marco Rubio y Mark Warner, han advertido explícitamente a Trump que no convierta a Huawei en un elemento de negociación con China. El riesgo que representa el acceso del gobierno chino a la internet de las cosas en un mundo 5G es demasiado grande.

Desafortunadamente Trump sigue actuando como si esta amenaza fuera una táctica de negociación y no un tema imperativo de seguridad nacional. Como indicó a los medios tras su reunión con Xi: "Vamos a dejar a Huawei para el final. Ya veremos hacia dónde vamos con el acuerdo comercial".

Es posible que Trump no haga más concesiones sobre el tema Huawei, pero incluso si no lo hace, ya se ha hecho algo de daño. Como lo hizo con su hipérbole vacilante sobre Corea del Norte, Trump logró confundir a aliados y adversarios por igual. Eso es una pena. La seguridad de EE.UU. - y la estabilidad mundial - dependen de dejar las redes chinas de telecomunicaciones en cuarentena.

Eso exigirá que empresas tecnológicas estadounidenses y europeas saquen sus cadenas de suministro de China. ¿Por qué habrían de comenzar ese difícil proceso ahora cuando el mismo presidente dice que podría dar pie atrás a su propia ofensiva por el precio correcto?

Por Eli Lake

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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