Toys R US
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Las empresas de han estado avanzando con fuerza durante años. En medio de crecientes ganancias, la recesión que comenzó en el 2007 parece ser un recuerdo cada vez más distante.

Sin embargo, la situación tiene un lado oscuro: las empresas se han dado un ‘atracón’ de deudas. Por ahora, en tanto los buenos tiempos han coincidido con un período de tasas de interés sin precedentes, los mercados no han tenido problemas. Pero un shock podría poner a las empresas estadounidenses en problemas.

No importa cómo se mida, la carga de la deuda parece preocupante. Cuando se calcula como un porcentaje del PBI, la deuda total de las corporaciones no financieras de los Estados Unidos alcanzó el 73.3% en el segundo trimestre del 2017 (los últimos datos disponibles). Este es un máximo nivel histórico. Comparado con las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (EBITDA), la deuda neta de las compañías no financieras en el S&P500 alcanzó un índice de 1.5 a finales del 2016, un nivel no visto desde el 2003. Y se mantuvo casi igual de elevado en el 2017.

Sin duda, las cosas son menos preocupantes de lo que eran antes de la crisis financiera. De acuerdo con un análisis reciente de S&P Global Ratings, una agencia calificadora, por ejemplo, la deuda ahora se distribuye de manera más pareja.

Solo el 27% de las firmas estadounidenses en el 2017 tuvieron un alto nivel de apalancamiento (definido como una relación deuda / ganancias mayor a cinco), por debajo del 42% de las firmas en el 2007, lo que significa que menos firmas corren un riesgo inmediato.

El uso de la deuda adicional también fue algo diferente. Bob Michele de J.P. Morgan reconoce que en los últimos años gran parte de ella fue utilizada por las compañías para financiar recompras de acciones, esencialmente para fines de gestión de balances (en lugar de, digamos, grandes expansiones o adquisiciones).

Aun así, ciertas industrias lucen particularmente vulnerables bajo sus cargas de deuda. David Tesher de S&P Global Ratings dice que el sector minorista es el sector más amenazado de EE.UU. Dichas empresas acumularon altos niveles de deuda después de más de una década de actividad patrocinada por capital privado. También deben hacer frente a la dura competencia del comercio electrónico.

Alrededor de 50 minoristas estadounidenses se declararon en quiebra solo en el 2017, muchos debido a la deuda acumulada por sus propietarios de capital privado. El ejemplo más destacado es , que fue adquirido por un consorcio de firmas de capital privado en el 2005. 

En el caso de Payless ShoeSource, un minorista que también se declaró en bancarrota el año pasado, los acreedores argumentaron en documentos judiciales que sus dueños de capital privado debería compartir la culpa de su colapso; después de muchas discusiones, los propietarios acordaron devolver más de US$ 20 millones a la compañía.

Energía y servicios públicos son otras dos industrias en riesgo debido a sus niveles de endeudamiento. La relación de deuda neta a EBITDA de la industria energética se elevó a tres veces en el 2016, en gran parte debido al auge del petróleo de esquisto bituminoso. Pero las empresas emitieron una cantidad sustancial de nuevo capital. 

A medida que las ganancias se recuperaron con el aumento en los precios del petróleo, su índice de deuda mejoró a dos veces el año pasado. Las empresas de servicios públicos, mientras tanto, que siempre han prestado fuertemente, vieron su deuda aumentar a un máximo de 14 años de 4.5 veces las ganancias en el 2017.

Las nuevas reformas tributarias de Estados Unidos agregan complicaciones adicionales. A pesar de ser bien recibida por la mayoría de empresas, el impacto sobre la disposición y la capacidad de las empresas para endeudarse es desigual.

Para muchos, la reducción de la tasa de impuesto a las ganancias del 35% al 21%, así como también disposiciones como la posibilidad de desembolsar gasto de capital por adelantado, aumentará las ganancias y reducirá la necesidad de asumir nuevas deudas (a menos que los líderes empresariales salgan de compras). 

Pero la nueva ley también limita la deducibilidad fiscal (previamente ilimitada) de los pagos de intereses al 30% del EBITDA hasta el 2021, cayendo a un 30% más restrictivo de ganancias antes de intereses e impuestos (pero después de la depreciación y amortización) a partir del 2022.

Esta disposición afectará duramente a las empresas más endeudadas, especialmente aquellas que son propiedad de capital privado, así como a industrias tales como los servicios públicos.

La rapidez con que los niveles de deuda se conviertan en un problema depende de la política monetaria y de la evolución de la economía. En un escenario benigno, en el que las ganancias corporativas aumentan en todos los ámbitos, y la Reserva Federal aumenta las tasas de interés a un ritmo lento y predecible, las proporciones de deuda de las empresas pueden incluso caer, por ahora.

Pero si se producen situaciones más preocupantes -por ejemplo, una guerra comercial o un ajuste monetario significativamente más rápido de lo esperado- las empresas más endeudadas pueden percibir que se les acaba la suerte. Un atracón, después de todo, nunca dura para siempre.