A partir de 2004 y hasta el inicio del año 2007, Eisman, casado con una exbanquera, fue gerente de portafolios del fondo de cobertura FrontPoint Partners. (Foto: AFP)
A partir de 2004 y hasta el inicio del año 2007, Eisman, casado con una exbanquera, fue gerente de portafolios del fondo de cobertura FrontPoint Partners. (Foto: AFP)

Nueva York.- La crisis financiera de 2008 devastó ciudades estadounidenses, arruinó a millones de personas y amenazó a grandes bancos, pero también enriqueció a un puñado de financistas que apostaron por el derrumbe del castillo de arena inmobiliario de Estados Unidos.

Steve Eisman es una de las personas cuyo bolsillo y portafolios engordaron a medida que aumentaban las quiebras de los hogares estadounidenses que habían pedido créditos hipotecarios subprime a tasas de interés variables.

Su apuesta, audaz, es narrada en el filme "The Big Short" (La gran apuesta), estrenado en 2015, en el cual el actor estadounidense Steve Carell interpreta al personaje de Mark Baum, Steve Eisman en la vida real.

De cabello canoso y con el físico de un jugador de rugby, este cincuentón se distingue por su hablar franco que contrasta con el lenguaje codificado de los corredores de Wall Street.

Laxismo

A partir de 2004 y hasta el inicio del año 2007, Eisman, casado con una exbanquera, fue gerente de portafolios del fondo de cobertura FrontPoint Partners.

Su trabajo consistía en invertir el dinero de clientes acomodados en títulos financieros, dopados en la bolsa por el éxito eufórico de los préstamos subprime cuyos riesgos los bancos diseminaban por todo el mundo, vendiéndolos por trozos en forma de obligaciones (CDO, obligación de deuda colateral, y RMBS, títulos financieros adosados a préstamos hipotecarios).

A pesar de ser diplomado en derecho de la Universidad de Harvard, Steve Eisman no entendía muy bien estos productos financieros con siglas extrañas, y no era el único, como percibió rápidamente en una conferencia en Las Vegas en 2004.

Eisman descubrió al viajar a Florida, California, Nevada y Arizona, epicentros de los préstamos subprime, el laxismo de los bancos y de las empresas que concedían los créditos, que ni siquiera conocían la situación financiera de sus clientes.

"¿Cómo puede ser que otorgáramos un préstamo inmobiliario a un cliente que solo podía pagar los tres primeros años" de hipoteca?, se pregunta Eisman en una entrevista con la AFP en las oficinas del fondo Neuberger Berman, donde trabaja actualmente, en el corazón de Manhattan.

"En los primeros tres años daban a la gente una tasa atrayente de 3%, y luego la subían a 9%", recuerda.

Contactó entonces a la agencia de calificación Standard & Poor's, que daba la famosa triple A, la mejor nota posible, a los productos financieros CDO y RMBS. S&P le confirmó que sus modelos no integraban hipótesis negativas.

El financista identificó una cantidad importante de créditos dudosos y decidió apostar a su fracaso, convenciendo a Goldman Sachs y Deutsche Bank de crear seguros destinados a cubrirse en caso de que un acreedor no pudiese reembolsar un préstamo (Credit default swaps, o CDS).

Apuesta contra Deutsche Bank

A inicios de 2007 se multiplicaban los incumplimientos de pagos de las hipotecas, y los inversores que especulaban con una continua alza del mercado inmobiliario decidieron retirarse repentinamente del mercado, precipitando la caída de los precios.

En ocho meses, 84 empresas de créditos hipotecarios en Estados Unidos se arruinaron. Y el valor del portafolio de Steve Eisman aumentó, pasando de 700 millones de dólares a 1.500 millones, y siguió apreciándose.

"Me sentía como Noé" en su arca, relata Eisman, retomando la imagen bíblica pero rechazando la idea de que se aprovechó de la miseria de millones de estadounidenses. "¿Piensa usted que Noé estaba contento?", dice.

Para él, si hay un culpable de la crisis son los banqueros y los corredores, que estaban convencidos de ser omniscientes. "Es difícil discutir con alguien que piensa que es Dios porque gana mucho dinero".

El financista, que se tornó en una de las voces más influyentes de Wall Street, culpa también a los reguladores, entre ellos a Alan Greenspan, el entonces presidente de la Reserva Federal y ferviente defensor de la desregulación.

"Los reguladores de los bancos tenían dos misiones antes de la crisis: garantizar la seguridad del sistema bancario y proteger a los consumidores de los malos actores. Hicieron un mal trabajo".

¿Y cuál será su próxima apuesta? "No tengo, porque los créditos para la compra de automóviles o los préstamos estudiantiles estadounidenses no comportan riesgos sistémicos como los subprime. Además, hoy los bancos estadounidenses son más sanos y robustos", dice el financista, añadiendo que recientemente compró acciones bancarias.

Pero "no diría la misma cosa de los bancos europeos, sobre todo el Deutsche Bank", agrega. Eisman apuesta a un derrumbe bursátil del banco alemán y ya ha recogido los primeros frutos a raíz de las crecientes dificultades del banco.