Los problemas de Baltimore han sido una herramienta política para el presidente Donald Trump, quien ha atacado repetidamente esta ciudad, gobernada por los demócratas durante décadas, calificándola incluso como "la peor de la nación". (Foto: AFP)
Los problemas de Baltimore han sido una herramienta política para el presidente Donald Trump, quien ha atacado repetidamente esta ciudad, gobernada por los demócratas durante décadas, calificándola incluso como "la peor de la nación". (Foto: AFP)

Demon Lane está convencido de que su barrio del este de Baltimore continuará tomado por el narcotráfico, los tiroteos mortales, las casas abandonadas infestadas de ratas y la desesperanza gane quien gane las presidenciales del 3 de noviembre en .

Mayoritariamente negra, profundamente pobre y devastada por décadas de abandono, la zona en la que vive contrasta fuertemente con los carísimos edificios, tiendas de moda y calles seguras que se encuentran a pocos kilómetros, en los ricos barrios blancos.

La población de Baltimore es afrodescendiente en casi dos tercios.

Sin embargo, esta ciudad portuaria del este del país cercana a Washington está clasificada como una de las más segregadas del país, donde los expertos estiman que los vecinos negros más pobres viven unos 20 años menos que la gente de los barrios ricos blancos.

“No hubo cambios con los últimos tres presidentes. Así que no los va a haber con este próximo”, asegura Lane, de 27 años, desde la entrada de la casa adosada que comparte con su mujer y sus tres hijos pequeños.

Al otro lado de la calle, la basura se amontona hasta la cintura y en la mayoría de la cuadra contigua la hierba cubre el hueco de las casas abandonadas que habían sido demolidas, como muchos de los miles de edificios vacíos de una ciudad aquejada por la violencia callejera que ha estado hundiéndose durante años.

Al fondo, pasando otro bloque de casas vacías, opera un puesto de venta de droga llamado “central del crack”. Durante los meses más cálidos del año, Lane dice oír tiroteos unas tres veces al día.

“No tengo esperanza. En lo único que tengo esperanza es en mí mismo, en lo que puedo hacer por mi familia”, añade.

“Zona cero”

Los problemas de Baltimore han sido una herramienta política para el presidente Donald Trump, quien ha atacado repetidamente esta ciudad, gobernada por los demócratas durante décadas, calificándola incluso como “la peor de la nación”.

La frustración por la desigualdad racial explotó en el 2015 tras la muerte de Freddie Gray, un hombre de 25 años que estaba custodiado por la policía; así como durante las protestas nacionales del movimiento Black Lives Matter, que encontraron una fuerte resonancia en la ciudad.

En algunas zonas de Baltimore, hacia el este y el oeste del centro, la población es negra en un 90% y con ingresos medios tan bajos como US$ 14,000 al año, según las cifras municipales del 2016.

En algunas de las áreas más ricas, con ingresos medios que llegan a los US$ 110,000, los blancos representan el 85% de la población, de acuerdo con la misma fuente.

Una férrea división que, para los expertos, procede de un feo pasado de racismo en la ciudad.

Baltimore es la zona cero del apartheid urbano en Estados Unidos”, valoró el investigador y activista Lawrence Brown en una entrevista publicada en YouTube este año.

Los líderes de la ciudad aprobaron en 1910 la primera ley de zonificación racial en la historia de Estados Unidos, según la cual la gente negra no podía mudarse a edificios con mayoría blanca y viceversa.

La Corte Suprema derribó la ley siete años después, pero otras medidas como las “cláusulas restrictivas” en las escrituras de propiedad que prohibían que fueran destinadas o alquiladas a un afroestadounidense siguieron siendo aplicables durante décadas.

Brown acuñó la frase “mariposa negra” para describir cómo los ciudadanos negros están concentrados en áreas pobres del este y el oeste de Baltimore, separados por una línea de ricas zonas de blancos entre ellas.

También señaló cómo la inversión pública en las partes de mayoría blanca allanó el camino para atraer el dinero privado, algo que no ha pasado en las áreas negras.

“Siempre estamos olvidados”

Los vecindarios pobres tienen escuelas sin calefacción en invierno, el desempleo negro llega a ser hasta dos veces mayor que entre los blancos y en la misma cuadra de Lane hay casas estimadas en menos de US$ 20,000.

Una de las más crudas descripciones de las divisiones de Baltimore es la esperanza de vida, indicó el periodista y autor Lawrence Lanahan: un bebé del blanco y rico norte tiene una esperanza de vida de unas dos décadas más que uno del pobre y negro este.

“Puedes poner todas las banderas de Black Lives Matter que quieras, si eres blanco, seguirás beneficiándote del sistema”, añadió Lanahan.

“La riqueza sigue al blanco y el negro es penalizado, esa es la razón por la que las cosas no cambian”.

Algunos expertos han instado a Baltimore a pagar grandes sumas de indemnización a sus barrios negros o a crear fondos locales para lanzar grandes proyectos que ayuden a dinamizar los barrios más empobrecidos.

Mientras, Trump, que disputa la carrera por la Casa Blanca con el demócrata Joe Biden, ha dado su respaldo a Kim Klacik, una mujer negra que aspira a una de las plazas locales para el Congreso en las elecciones del 3 de noviembre y que, según él, “lo arreglará, y rápido”.

Pero para el residente del este de Baltimore Edmond Hargrove, un afroestadounidense de 43 años, no va a llegar ningún cambio, sin importar quién jure esta vez acabar finalmente con la miseria del barrio.

“Siempre acabamos olvidados. Nos prometen cosas... seis meses después todo vuelve exactamente a ser como antes”.