Hinchas peruanos alientan a la selección desde el fan fest de Moscú en Rusia 2018. (Foto: Reuters)
Hinchas peruanos alientan a la selección desde el fan fest de Moscú en Rusia 2018. (Foto: Reuters)

El "Yes we can" fue el lema que llevó a la presidencia de Estados Unidos a Barack Obama, pero su adaptación española "Sí, se puede" se está convirtiendo en el grito de guerra de las aficiones de algunas selecciones latinoamericanas en .

La escena se ha repetido en los estadios en los que ha jugado Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica o México: cuando sus hinchadas consideran que sus equipos están en dificultades frente al rival rompen a cantar "¡Sí se puede, sí se puede!" para animar a sus jugadores.

Con su famoso "Yes we can", comenzaba en cada uno de sus mítines a desgranar las medidas que pensaba impulsar para cambiar la sociedad norteamericana y acabó convirtiéndose en el primer presidente negro de los Estados Unidos (EE.UU.).

Ese grito se popularizó en todo el mundo y años después fue adoptado en España durante el Movimiento del 15-M, del 2011 al 2015, cuando miles de españoles 'indignados' protestaron contra la clase política a la que hacían responsable de la grave crisis económica.

También fue el mismo espíritu que llevó a Emmanuel Macron al Elíseo en el 2017.

De la calle saltó a los a los campos de fútbol españoles como grito para animar a los jugadores a conseguir gestas deportivas, sobre todo en el caso de los equipos modestos que luchaban por ascender de categoría o mantenerse.

También lo utilizaron aficiones de equipos grandes, como la del Real Madrid en la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones del 2013, cuando el equipo blanco tenía que remontar un 4-1 contra el Borussia Dortmund para pasar a la final.

En aquel partido, los blancos se colocaron 2-0 a poco para el final y el Estadio Santiago Bernabéu rompió al unísono en un solo grito: "Sí se puede, sí se puede". Sin embargo, el tercer gol nunca llegó y el Real Madrid quedó eliminado.

No es sinónimo de victoria

Algo parecido está ocurriendo con los equipos latinos en Rusia 2018. Gritar este eslogan no es sinónimo de conseguir el objetivo.

Las aficiones de Perú, Colombia, Costa Rica o Panamá lo corearon en varias fases de sus respectivos partidos, sobre todo cuando sus equipos iban por debajo en el marcador, sin éxito.

Sólo 'funcionó' en el Alemania-México, cuando el Tri, acorralado por los germanos, consiguió aguantar el 1-0 en el marcador, con los hinchas animando desde las gradas con el 'Sí se puede', y lograr así una victoria histórica ante la Mannschaft.

Conocido por su afición al básquetbol, es muy probable que Obama desconozca su aportación al 'soccer', aunque según un reportaje que Televisión Española emitió en el 2013, el "Sí se puede" habría llegado al fútbol mucho antes que el presidente estadounidense a la Casa Blanca.

Según ese reportaje, la primera vez que se escuchó ese cántico en el fútbol fue en el Estadio Atahualpa de Quito el 29 de junio del 2000 durante un partido de eliminatoria sudamericana por el Mundial de Corea del Sur y Japón entre Ecuador-Perú.

Ecuador ganó aquel partido por 2-1 y el cántico fue adoptado por los seguidores de la Tri durante toda la eliminatoria, que acabó con la clasificación del equipo para el primer Mundial de sus historia.

Origen campesino

Pero, según varias fuentes, el 'Yes we can' no es un eslogan original de Obama o de su equipo de asesores, sino que habría nacido en los años 1970, cuando los trabajadores agrícolas reclamaban mejoras laborales en Estados Unidos y dos de ellos, César Chávez y Dolores Huerta, ambos de origen latino, fundaron el Sindicato de Trabajadores Agrícolas e hicieron del "Sí, se puede" (en español) el lema de sus protestas.

Curiosamente, este cántico no ha sido adoptado por otras aficiones latinoamericanas con más tradición futbolera como Argentina, Uruguay y Brasil.

Los argentinos, que en el 2014 popularizaron el "Decime que se siente", han adaptado en esta ocasión el tema 'Imposible' de Callejeros, uno de los grupos favoritos de Jorge Sampaoli, con una letra con referencias a Rusia, a las Islas Malvinas y, cómo no, a sus vecinos brasileños.